XIII. Trigésimo deseo

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Un fuerte resplandor apareció en medio del coliseo. Pensé que eran ellos que habían oído mis gritos. Pero no eran ellos quienes habían acudido a mi ayuda. Era un dragón con escamas de color verde esmeralda. Ni si quiera sabía si ese monstruo estaba de nuestra parte, o en contra nuestra. Aunque por la cara de Totrian diría que eso no había sido cosa tuya.

—¿Pero de dónde ha salido esa criatura? —murmuró Totrian extrañado.

El dragón lanzó una llamarada hacia Lilim. Eso significa que estaba de nuestro lado, o al menos quiere matar a Lilim antes que nosotros. Aproveché que el dragón, y Lilim peleaban para poder acercarme a Roger.

—¿Puedes moverte? —le pregunté.

—Me duele mucho la pierna. ¿El dragón es cosa tuya? —Roger estaba atónito.

—No, no puedo usar mis poderes. ¿Yo también me pregunto de dónde habrá salido?

Cogí a Roger como pude. Sin mis poderes pesaba más. Lo llevé a un rincón seguro del coliseo.

—De eso nada. Vosotros dos tenéis que pelear y morir. ¡Metzli! ¡Focalor! ¡Ir a la arena, y matadlos! —llamó a sus sirvientes.

¡Oh, no! No podríamos defendernos de ellos. Focalor y Metzli aparecieron justo delante de nosotros.

—Que bien, ya no te ríes de mi nombre —sonrió de manera macabra Focalor.

—Será porque saben que van a morir —contestó la odiosa y petarda de Metzli.

—Estoy cansada —dije con un tono tranquilo pero a la vez serio—. Matarme si queréis, pero dejar a Roger con mi vida. Terminar con mi sufrimiento.

Me puse delante de Roger, y abrí mis brazos y cerré mis ojos. Estaba preparada para recibir el golpe. Pero para mi sorpresa oí un fuerte golpe, y no sentí nada. Cuando abrí los ojos vi a Veuliah convertida en ángel, pero en lugar de llevar una túnica llevaba una armadura plateada. ¿Sería gracias al deseo de Roger?

—Menos mal que os hemos encontrado a tiempo —dijo Veuliah guiñándome un ojo.

—¿Dónde esta Adán? —advertí que mi querido no estaba con nosotros.

—Achaiah, no tardara en venir.

Veuliah seguía luchando con Metzli y Focalor. El dragón de color verde esmeralda también seguía peleando contra Lilim. Totrian parecía cabreado por la presencia del dragón, y la del ángel. Achaiah, digo mi querido Adán también apareció en el coliseo. Su aspecto en forma de ángel era muy diferente. Su pelo también era rubio, y tenia alas de ángel etéreas. Llevaba una armadura como la de Veuliah pero de color dorado.

—Tenemos esperanzas de ganar —le dije a Roger.

—Eso espero. Ojala pudiera usar mi telequinesis, el dolor de mi pierna me impide concentrarme.

El dragón estaba empezando a debilitarse, y Lilim estaba cada vez más en forma. Entre sus manos Lilim acumuló una potente bola de fuego, y le dio de lleno al dragón. Este empezó a desvanecerse de la misma manera que había aparecido. Su cuerpo desapareció, pero en su lugar había una hermosa espada. Su hoja era plateada, pero la guarnición del mismo color que las escamas del dragón. Tenía que coger esa espada.

—Roger, voy a coger la espada que ha dejado el dragón —el asintió, también avisé a Veuliah para que protegiera a Roger.

Llegué hasta la espada, y la cogí. Su tacto era frió pero al mismo tiempo tenía una calidez familiar. «Tranquila, estoy contigo.» Una voz sonó en mi cabeza. ¡¡Hermano!! ¿Sytry eres tú? «Digamos que no me gustó despedirme de aquella manera. Por eso he podido volver convertido en dragón, gracias a los de ahí arriba, y de una amiga especial. Mientras tengas esta espada podrás luchar contra Lilim.»

Trece DeseosWhere stories live. Discover now