Capitulo 4

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CAPITULO 4

El día siguiente comenzó mal, con tan solo solo decir que no era mi semana, mi día, mi mes, mi nada.

después de deliberar el día anterior sobre la llamada que recibí de mi padre y las posibilidades que tenía me di cuenta de que estaba en lo cierto: no había manera en la que mi hermano pudiera continuar con su carrera si él decidía retirar los fondos, fondos que seguramente estaría sacando de aquel millonario misterioso. Así que posterior a derramar muchas lagrimas, maldecir mi suerte una y mil veces, llegó el momento de la resignación y así llegué con mi madre comunicándole que estaba de acuerdo, además de convencerla porque ella también había llegado a la conclusión de no regalar a su niña dorada. Varios argumentos superficiales y tontos más tarde en los que le prometía que todo estaría bien ella asintió y procedió con el plan.

Pero hoy fue uno de mis peores momentos desde que me desperté a las 2:30 am y ya no pude conciliar el sueño. Me pase saltando de treinta minutos intentando dormir, cuando fracasaba tenía la hora y me daba cuenta de que solo pasaban algunos minutos. Me rendí a eso de las 4:40 am, prendí la luz de mi habitación y coloqué las manos en mi rostro, era tan frustrante. Decidí leerme mientras estaba alistaba ya que tenía horas hasta entrar, busqué la computadora, al no encontrarla debajo de mi almohada me alarme y luego recordé que mi hermano me había pedido la computadora a mitad de la noche ya que tenía que hacer una tarea y la suya se murió en medio de una actualización, así que fui piadosa y le presté la mía, eso sí, lo advertí con que no se metiera donde no le importara, ya que era mi privacidad.

Sería vergonzoso que se enterara de mi biblioteca +18.

Grabar el pequeño y estrecho pasillo que conducía a la habitación de mi hermano, reprimir el impulso de encender la luz, peinar su cuarto con la mirada, nada.

-¿Qué buscas? .- me sobresalté, colocando una mano sobre mi pecho mirando hacia dónde está la voz, era Román.

-Maldición, me asustaste.- susurré, Román sonrió complacido y soñoliento, le quise lanzar lo primero que tuviera a la mano, pero me dije a mi misma que hacer maltrato animal era ilegal y no lo hice.

-¿Qué quieres? .- volvió a preguntar en voz baja.

-Mi computadora.- le contesté en un susurro, él me miró confundido por un momento, luego se burló de mi.

-En tu cuarto.- murmuró, seguido cerró los ojos, esa era mi señal para salir. Antes de irme lo miré por un momento, pensando en el sacrificio que estaba por jacer por su culpa y el durmiendo plácidamente.

De vuelta en mi cuarto encontré mi computadora en el buró cerca de mi diminuto armario, estaba enterrada entre los cuadernos y libros que usaba años anteriores, la saqué de ahí y la coloqué sobre la cama, la encendí y comencé a leer.

Cuando ya solo me quedaba por ponerme los tenis converse negros, me llevé la sorpresa de que no los encontré, busque debajo de la cama y comprobé que no estaban, lo que si encontré fueron los zapatos negros y aburridos de la escuela, con un bufido me los puse.

Desayuné la pizza que había perdido de ayer y un cereal, que saludable, pensé con sarcasmo.

Ya faltando veinte minutos para entrar recogí mi mochila y me encamine hacia la puerta, mi madre dormía plácidamente, le di un beso en la mejilla y salí.

Una cuadra delante sentí un tirón en mi hombro, comprobé mi peor temor: la mochila se había roto. Solté un suspiro y me devolví sobre mis pasos, entré y rápidamente corrí subiendo los escalones, lancé la mochila sobre mi cama y crucé hacia la habitación de mi hermano, murmuré un "préstame tu mochila" tomé una mochila negra sobre su escritorio, vacié la basura que tenía dentro, la llevé a mi cuarto y empecé a intercambiar todo lo que tenía en mi mochila a la suya, una vez terminé, me dirigí hacia donde estaba mi madre que ya estaba despierta, le pedí que me llevara a la escuela ya que si caminaba como siempre llegaría tarde, sospeché una vez dentro del automóvil, ¿Qué me faltaba?

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Al final del día casi lloro, me había pasado de todo, solo me faltaba un perro se me acercara y me violara la pierna o algo peor. Al llegar a la escuela tuve que subir como todos los días los ciento cuarenta escalones, ya que la escuela se encuentra arriba de un cerro, ¡Que genial idea! ¿No?.

Al llegar casi con la lengua de fuera un automóvil que iba de reversa casi me atropella, seguido nos aplicaron un examen en el cual saqué ochenta y casualmente el chico que siempre reprueba las materias sacó más que yo, ¡una noventa y cinco! De todos modos nunca me llevé bien con los exámenes.

Al final cuando llegue a casa y comencé a limpiar mi habitación sentía tan agotada que solo quería dormir.

Comí y me tumbe en el sofá quedándome dormida al instante, había sido un desastre del día y tuve el presentimiento de que no se acaba.

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Me desperté con la llegada de mi tía, me quedé un rato tumbada, despertando por completo en silencio hasta que después de escuchar sus problemas matrimoniales y como se pensaba divorciar, decidí levantarme y saludar para interrumpir tan poco alentadora anécdota sobre el matrimonio. De pronto cambiaron de tema y las descubrí hablando sobre los seguros estudiantiles, ya que, tenía un primo de un año y ya estaban planeando su futuro, pobre.

Guardé silencio hasta que mi tía se despidió y se fue, luego me dirigí hacia el refrigerador, encontré unas fresas, las desinfecte y empecé a comerlas en la mesa, mi madre se acercó a mí y se sentó con pesadez sobre una silla cercana a mí , supe que iba a decirme algo.

-¿Si? .- le pregunté, ayudándola para que me diga lo que pensaba decirme, centré mi atención en la fresa, estaba deliciosa.

-Nos han invitado a cenar.-eso atrajo mi atención, la miré, no se emocionó por la invitación.

-¿Quién? .- mi curiosidad salió a la superficie.

-Unos ... amigos.- dudó, sabía que me estaba mintiendo, siempre fue mala para mentir, sonreí discretamente.

- Con que ... amigos ...- hice un momento de tensión a propósito, a ver si me decía la verdad. No lo hizo. Me rendí.- Está bien, ¿Dónde estará?

Quería saber cómo me gustaría vestir, formal, informal, o las dos.

-Es una reunión formal.- Me leyó la mente.

-¿Los conozco? .- presioné. Ultimó intento.

-No.- fue un no a secas, decidí rendirme, no la quería hacer enojar.

Empezar a juntar la información que tenía: una cena con unos "amigos" desconocidos, una reunión formal, sospechoso.

-¿A qué hora se requiere nuestra presencia? .- no pasó desapercibido para mi madre mi ligero tono de ironía, ya que estaba sospechando.

-A las ocho.- asentí, me quedaba menos de dos horas.

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¿que les parece? 

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Matrimonio a la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora