Capítulo 1 ¿Que pasa?

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El teléfono sonaba con un volumen demasiado alto para de lo que era normal ya que la casa estaba prácticamente en silencio y una mano de un anciano se acercó al auricular para sacarlo del aparato y llevarse este al oído a la vez que decía el típico:

-Diga... -Dijo manteniendo una sonrisa de tranquilidad y relajación esperando cualquier llamada pacificadora y alegre, pero al poco rato de estar escuchando y respondiendo a varías preguntas con un ''sí'' tranquilo, su rostro fue cambiando a serio y pálido, claramente, se trataba de una de las peores noticias posibles... Su hija y su yerno habían tenido un accidente en el taxi que los llevaba al aeropuerto ya que iban a celebrar su aniversario en unas islas paradisíacas. Erick, que era así como se llama el padre de la fallecida, terminó la llamada telefónica diciendo:

-Gra... gracias por todo... -Y finalizó aquel momento colgando el teléfono despacio. Se dirigió al servicio con un paso muy lento con el tono de piel aún muy pálido y un rostro asustado. Abrió con delicadeza la puerta apoyando todo su peso sobre el pomo de la puerta y con la otra mano que le quedaba libre encendió la luz del baño al que iba a entrar. A continuación cerró la puerta y se miró ante el espejo durante varios segundos y cerró los ojos. Empezó a recordar a la pareja, como un acto instintivo, pero después de eso vinieron unas imágenes, sobre cadáveres, espadas, lanzas por los suelos, escudos rotos y flechas en los mismos cuerpos y de golpe abrió los ojos. Se volvió a mirar y vio como varias gotas de su frente empezaron a resbalarse y a caer por el resto de su rostro. Abrió con rapidez el grifo del agua fría y después de varios lavados de cara salio del cuarto del baño con otra cara, ya no estaba ni tan pálido ni tan asustado. Decidió caminar por la casa hasta que llegó a la cocina donde había una niña de 10 años. Era su nieta, la hija única de Stephanie y Walter, la pareja del accidente.

Como si no pasara nada, Erick empezó a sonreír de nuevo, delante de su nieta que veía la televisión mientras tomaba su cena, un plato de carne de hamburguesa perfectamente cocinada y por encima un chorro de tomate que la hacía una pinta deliciosa. Después de terminarse eso, Helen, que era así como se llamaba la niña, se tomó un yogur de postre y cuando terminó, fue acompañada por Erick al baño. Esperó en la puerta mientras Helen se cepilló los dientes y se dirigió a su cuarto para dormir ya. Entró en su cama y se quedó mirando a Erick que empezó a arropar a la niña y la dio un beso en la frente y la dijo:

-Buenas noches... -Él sonrió y empezó a caminar hacia la puerta hasta que Helen dijo con rapidez.

-Abuelo... podrías contarme un cuento, de esos que me gustan tanto... -Dice sonriendo.

-Pero cuando tengas sueño... te dormirás ¿sí?-Sonrió Erick mirando a su nieta y esta asintió con gran convicción y alegría. -Bien... esta historia sucedió hace muchos años...

... cuando no existía ni los teléfonos, ni los móviles ni la electricidad, es la época que fue llamada como la Edad Media. Está historia sucedió en medio de una época de guerras, enfermedades y horror. En el norte de Europa, existió un reino que puso en peligro todo lo que existía hasta entonces, hablamos de un reino llamado Kamelot. Este existía al noreste de Europa y batalla tras batalla y conquista tras conquista, llegó hasta las fronteras francesas, y como todo imperio cayó un día. Fue un día cualquiera en nuestra historia, pero aquellos que la conocen de verdad, saben que fue un gran día. Pero para llegar a esa parte, primero debemos viajar a días anteriores.

Nos encontramos en una fortaleza cerca de la actual cuidad de Berlín, donde estaba resguardado el ejército de Kamelot a la espera de las órdenes de marchar. Los ejércitos que se interponían ante su paso caían y también huían antes de presentar batalla. Nos adentramos entre las filas de ese ejército donde encontramos a uno de los soldados. Este soldado se llama Haynes, que estaba terminando de leer una de las obras que su reino permitía y que el resto de Europa no, ya que luchaban por lo contrario que los demás. Mantenía una sonrisa de oreja a oreja mirando fijamente las hojas y las historias que contaban en su interior. Haynes tendría unos veinte años, muy pocos para llegar al ejercito y menos pertenecer a la primeras filas de combate. Al poco terminó de leer aquel libro y escuchó como alguien entraba en su tienda, era su amigo Rener. Eran amigos desde hace muchos años, desde que eran unos niños y siempre muy distintos, aunque les ha mantenido unidos. Haynes era de tamaño medio, con un pelo castaño claro y ojos verdes, en cambio, Rener, aun siendo de una altura parecida, tenía los ojos azules y el pelo rubio. También eran distintos en su forma de ser, ya que Haynes era más reservado y Rener mucho más abierto. Rener saludó a su amigo de una palmada en el hombro:

-¿Como estás amigo?- Dijo sonriendo mirando a Haynes y después dirigió su mirada hacía el libro y comentó.- Ya lo habrás terminado ¿no?

-Si, justo ahora mismo... quería terminarlo antes de ir al frente, suerte que tu eres uno de los capitanes... -Dice sonriendo de manera forzada. Rener se agachó a su lado y le pasó su brazo por el hombro.

-No debes preocuparte, amigo, esta batalla será la última que hagamos, será la victoria que nos dará la paz y el mundo, solo un día amigo... -Después, Haynes, sonrió a su amigo y le dijo:

-Gracias... tu si que eres un amigo y te espero después de la batalla en la taberna, para tomarnos una buena cerveza... -Dijo sonriendo abrazando a Rener y su amigo susurro a Haynes:

-Ni se te ocurra morir, porque te buscaré hasta encontrarte... -Se separa sonriendo junto con Haynes y luego le mira fijamente manteniendo su sonrisa. -No me falles... -Después salió de la tienda, con lo que Haynes decidió tumbarse sobre su cama compuesta de paja y lana. Las tiendas del ejercito de Kamelot eran '' lujosas'', ya que las demás tiendas de los demás ejércitos eran muy pequeñas, dormían y comían en el suelo, pero las de Kamelot eran un poco más grandes, lo suficientes como para que entrara una cama y puedan caminar, aunque sea agachados. Haynes miró al techo de la tienda pensando en el día siguiente, el día de la batalla que terminaría con todo... o quizás solo dará comienzo a algo importante...

Kamelot (La caída de un imperio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora