Capítulo 23 "Colapso"

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Martes,
4:30 pm

Colapso


—Señorita.

Me giro bruscamente ante la voz conocida que en secreto anhelaba escuchar. Mustafa se encontraba a un lado de la puerta, con sus manos detrás de su espalda y con su ya tan conocida expresión neutra.


—Mustafa—susurre con sorpresa y sintiendo una pequeña alegría al verlo de nuevo.

Ni siquiera había podido notar su ausencia en los últimos días. Mi mente se encontraba en otro lado, pensando en lo sucedido en el baño. Aún no encontraba una razón razonable para que me hubiera besado.

—El señor la espera en su despacho.

Asiento en silencio, no teniendo la intención de oponerme o intentar pedirle ayuda cuando sabía que no recibiría nada de su parte. El le era leal a su jefe y jamás haría algo en su contra.

El camino se hace demasiado incómodo y silencioso para mi agrado. Mustafa parecía mucho más distantes que en ocasiones anteriores. No sabía a que se debía su comportamiento pero algo me advertía que no me gustaría para nada lo que aquel hombre tuviera que decirme en su despacho.

Sintiendo una extraña sensación en mi pecho, entró con pasos cautelosos al enorme despacho cuando Mustafa me permite el paso sin tan siquiera regalarme una mirada.

Colocó un mechón de cabello detrás de mi oreja, mientras entró con la mirada baja, sintiendo una atmósfera fría en aquel lugar. Entrelazó mis dedos debajo de mi torso como un gesto de mis nervios. No quiero levantar la mirada, no quiero sentirme más incómoda de lo que ya aparento y mucho menos quiero recordar el momento donde sus labios hicieron contacto con los míos.

Escuchó el sonido de la puerta cerrarse detrás de mi, sumergiendo el despacho en un silencio demasiado tenso. No necesitaba levantar la cabeza para saber que me observaba con esos ojos fríos y neutros, como siempre lo hacía.

—Toma asiento—espetó en un tono que me hizo retroceder inconscientemente.

Tomó una profunda inhalación antes de levantar la mirada lentamente y posarla sobre el. Se encontraba sentando, detrás de su escritorio, con un vaso de Whiskey aún lado y con una expresión impasible.

—Estoy bien aquí—logro susurrar, apartando la mirada rápidamente. Sintiéndome incapaz de aguantar su mirada intensa.

—Como quieras—escucho que masculla.

Los segundos parecen una eternidad cuando el silencio se vuelve a hacer presentes en aquel despacho.

—Sobre el mueble se encuentra un sobre para ti, abrelo—vuelve hablar, esta vez, en un tono demandante.

Sólo pasan unos segundos cuando mis pies comienzan acercarse al único mueble que se encuentra en el despacho.

Algo no andaba bien, podía sentirlo. Con manos temblorosas tomó el sobre, dándole la espalda aquel hombre de mirada afilada. Lo observó con cautela, no tenía un peso o tamaño considerable pero aun así, sabía que su interior no estaba vacío.

El sonido del sobre al ser rompido por mis manos es lo único audible en aquel lugar. Una de mis manos se adentra en su interior, sacando una cierta cantidad de fotos.

Mi pecho se oprime, el mundo parece detenerse a mi alrededor. Y yo solo soy capaz de dejar que las imágenes caigan al suelo junto con el desgarrador sonido que se escapa de mis labios junto con el mar de mis lágrimas.

Mi madre.

—¿Que haz hecho?—pregunto en un susurro apenas audible. Girandome para enfrentarlo con mi vista borrosa. Sintiendo que en cualquier momento, perdería la cordura que aún guardaba.

Sus comisuras forman una sonrisa macabra antes de regalarle un pequeño sorbo a su vaso con whisky y mirarme con detenimiento.

—Digamos que sólo quería advertirle a tu padre de que si seguía indagando en cosas que no le incumbían, el precio a pagar sería demasiado caro—su voz es calmada he incluso pausada, como si lo que estuviera contando fuera algo sin importancia—Fue un accidente, tu madre estuvo en el momento y lugar equivocado. Las balas no eran dirigidas para ella.

Ni siquiera soy capaz de medir mis actos cuando me encuentro enfrente de su escritorio, con ambas manos apoyadas sobre este, con mi mirada borrosa por las lágrimas, mirándolo como el ser más despreciable que pueda existir.

—¡¿Y crees que eso va a calmarme?! ¡¿O que acaso cambia las cosas?! ¡Mataste a mi madre, maldito infeliz!—escupo las palabras sin poder creerlas aun.

Mi madre. La mujer que me dio la vida, la que cuidó de mi, la que me vio dar mis primeros pasos, la que curó mis primeras heridas al tropesar. La que no importaba lo que hiciera, antes de dormir, me decía un sincero y cálido "te quiero cariño". Ella era mi mundo después de mi padre, mi lugar de esperanza, donde podía encontrar unos brazos dispuestos a cualquier momento. Ella era parte de mi corazón y el simplemente la había destruido.

—Vigila la manera en como te diriges a mi—gruñe, regalándome una mirada gelida—De igual modo, mi más sentido pesame—masculla por lo bajo sin sinceridad alguna, encogiéndose de hombros.

Ni siquiera tiene tiempo a responder al acto cuando mi mano se encuentra estampando su rostro en una ruidosa bofetada.

Notó como su cuerpo se tensa y como sus ojos toman un brillo peligroso pero simplemente no me interesa lo que quiera hacer conmigo.

—No tienes la menor idea de cuanto te odio y te desprecio—cierro mis ojos con fuerza al sentir las lágrimas. No pensaba derrumbarme ante sus ojos.

Un chillido escapa de mis labios al sentir como sus dedos toman mi cabello con violencia y como tira de el hasta hacer que la mitad de mi cuerpo se incline sobre su escritorio.

Se había puesto de pie y sólo podía apreciar como sus ojos flameaban de rabia.

Su otra mano tomó con brusquedad mi barbilla, obligándome a mirarlo directamente a los ojos.

—Odiame y despreciame, me importa una mierda. Después de todo es lo único que puedes hacer—su aliento golpea mi rostro, dejándome notar el olor a alcohol—Porque al final del día, no me interesa lo que sientas porque no eres más que un simple juguete y yo tu dueño. Algo de lo cual me cansaré en algún momento y tiraré a la basura como si fuera una baratija inservible, algo sin valor. Y nadie va a cambiar eso.

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