P R Ó L O G O

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Madrugada del 22 de marzo de 2014, la lluvia caía como una cortina de agua mientras oscurecia. Era una de mis noches llenas de insomnio y melancolía, como todas, las consideraba un infierno. Sentada en mi cama podía ver como las gotas corrían lentamente por mi ventana. Podía ver el libro que leía hace unas horas, estaba junto a la mesita de noche. Generalmente leía historias de amor, con alguna esperanza de qué algún día llegaría a vivir mi propia historia de amor. Me acerqué a la mesita de noche, fije la mirada en aquel libro que se encontraba al lado, y por un momento sonreí imaginando que era la protagonista. Jamás sería ella.Deje mis estupideces a un lado. Saqué las cuatro cajas de pastillas para dormir. Y en vez de diluirlas en agua, conseguí tragarlas una por una, ya que existe gran diferencia entre la intención y el acto. En cada comprimido que pasaba por mi garganta me sentía mas convencida; al cabo de unos minutos las cajas estaban vacías. Como no tenía ni idea de cuánto tiempo iba a tardar en perder la conciencia, había dejado sobre la cama mi teléfono. Lo tomé y al encender la pantalla, ahí estaba. Un mensaje de él.

-¿Estas despierta aún?- Sentí un mareo y todo se fue volviendo borroso. Se dio cuenta que ya había visto su mensaje.

-¿Por qué no me respondes?- Mi estómago me empezó a dar vueltas, me sentía muy mal. "Qué gracia, pensé que una sobredosis de tranquilizantes me haría dormir inmediatamente".

-¿Steph te encuentras bien?- Me fije en mi teléfono. No le había respondido. Nada era claro.

-Estoy bien, ¿qué pasa?- logré al fin poder escribir.

-Sólo me sentía aburrido, ¿estás en tu casa verdad?-.

-Eh, si. ¿Por qué?- Ojalá no quiera venir, ojalá no, ojalá no.

-Que bueno porque voy en camino- Dijo sin más.

¿QUÉ?! Porqué aún no termino de morirme.

Tenía un extraño zumbido en los oídos y la sensación de vómito. Si llego a vomitar no moriré.
Decidí olvidar los cólicos. El ruido en el oído se hacía cada vez más agudo y, por primera vez desde que había ingerido las pastillas, sentí miedo, un miedo fugaz hacía lo desconocido. Caí en el suelo, ya no podía visualizar nada, todo se veía borroso. Pude escuchar golpes en la puerta. Fue rápido. Enseguida perdí la conciencia.

Lejos de ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora