Historias Cortas

only fools rush in | hl

Cuando el timbre sonó Louis estaba muy cómodo en el sillón con los pies sobre la mesita mirando una maratón de los Simpson. Tenía una botella de cerveza en una mano y una bolsa de frituras en el regazo e intentaba no pensar en lo decadente de su vida como estudiante universitario.

¿Dónde estaban las fiestas y las drogas y el descontrol? ¿Dónde estaban los seudo-hippies que conocería en clases de teatro y con los que planearía conquistar el mundo, como soñaba desde que tenía quince?

En esas épocas, pasaba horas farfullando sobre lo distinta que sería su vida cuando dejara ese pueblo diminuto. Los viajes, los empleos de medio tiempo, la gente que conocería cuando estuviera en Londres; y, sin embargo allí estaba ahora, en Londres, mirando repeticiones de Los Simpson.
—¿Puedes atender? estoy estudiando —dijo Zayn desde la cocina.

—No puedo. Estoy teniendo una crisis —respondió y sin verlo supo que había puesto los ojos en blanco.

—Tú siempre tienes crisis.

Louis se encogió de hombros: era cierto. La cosa es que Zayn no entendía, porque su vida sí era como la había planeado desde el secundario. Le iba genial en la uni, estaba escribiendo para una revista underground, y se había enamorado al menos cuatro veces en los últimos dos años. Cuatro. Louis no se había enamorado ni una desde que había nacido.

—Ehh... Claro.... Sólo... Dame un segundo —Zayn casi tartamudeaba por el portero eléctrico.

Louis se atoró con una papa frita porque eso sólo podía significar una cosa.
Se oyó el clic del teléfono y Zayn se asomó por el comedor.

—Es Harry —dijo con una expresión de susto que le quedaba adorable y que hacía a Louis sentir para la mierda—. ¡Maldición! me veo para la mierda.

—Te ves bien —respondió con una amabilidad que en ese momento se sentía hipócrita.

—Yo sólo... —se pasó la mano por el cabello y entonces notó la vincha—: Nop. No, no. Louis tú vas a tener que abrirle, yo me voy a cambiar o algo. Quizá afeitar.

—Te ves bien, Z —insistió—: No te afeites, te verás desesperado.

—Tienes razón. Tienes razón. Sólo me cambiaré. ¿Ábrele por mí, Lou? —y sin esperar respuesta se perdió en la alcoba que compartían.

Louis se puso de pie y se sacudió las migas de la ropa. Dios, era un desastre.

Era un desastre porque llevaba la misma ropa del sábado por la mañana después de bañarse, era un desastre porque se había besado con Harry el viernes y era un desastre porque moría de ganas de besarlo otra vez .

La peor parte es que Zayn lo adoraba. Si Louis fuera sólo un amigo genérico para él, quizá podría sobrevivir a la culpa. Pero ellos eran mejores amigos. Hermanos, casi.

Se habían criado juntos y se habían acompañado en los peores y mejores momentos de su vida, y cuando su madre le había dicho que piense seriamente lo de irse a estudiar juntos y compartir departamento, porque a veces las amistades no sobreviven a algo así, él había respondido que eso era ridículo, que prácticamente vivían juntos entonces y que nada podría nunca cambiar entre ellos.

Jay, como siempre, tenía razón.

No había sido la convivencia en sí lo que había cambiado todo. No fueron discusiones sobre la limpieza ni el cansarse de pasar tiempo juntos. Fue más bien lo que la convivencia le hizo a Louis. Fue ver a Zayn superarlo una y otra vez. Fue verlo llevar una vida intensa y bohemia como loa dos habían soñado y darse cuenta de que él no encajaba allí. Fue la envidia que anidó en su estómago y una amargura que disimulaba para no lastimarlo. Fue ver a Zayn enamorarse una y otra vez y conformarse con perder la virginidad con un tipo cualquiera que conoció en un bar y darse cuenta de que Louis no era brillante ni excepcional. Ese era Zayn.