Ruri, Nagi, Imari y Seto viajan de fin de semana a una aguas termales. Lo que en un inicio es un fin de semana de diversión, para Ruri se vuelve estresante al no saber que hará con su futuro. Afortunadamente, Nagi esta a su lado para reconfortarla y...
Después de un largo día de paseo, Ruri, Nagi, Shouko e Imari se relajaban en las deliciosas aguas del onsen, con la piel enrojecida y radiante por el calor. Shouko había disfrutado muchísimo del día en compañía de sus amigas, pero, sobre todo, atesoraba cada momento cerca de Imari, la chica a la que adoraba en secreto, pero a la que nunca se ha atrevido a confesarle sus verdaderos sentimientos.
Mientras se bañaban juntas, Shouko dejó vagar su mirada por el cuerpo desnudo de Imari, abriendo los ojos de asombro y con un toque de envidia al contemplar el generoso busto de su crush. Incapaz de contener su admiración, Shouko exclamó:
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—¡Wow, Imari, qué pechos tienes! ¡Son enormes!
—Es cierto, que envidia —Comento Ruri
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Imari se sonrojó profundamente, cruzando inmediatamente los brazos sobre el pecho en un inútil intento de ocultar sus abundantes atributos. Apartó la mirada tímidamente mientras murmuraba:
—L-lo siento, sé que son bastante... grandes. Pero los de N-Nagi son más bonitos...
Al mencionar a Nagi, tanto Shouko como Ruri giraron la cabeza para contemplar la curvilínea belleza que descansaba cerca. La figura desnuda de Nagi era una visión de sensual perfección; su cuerpo, una sinfonía de seductoras curvas y suaves contornos femeninos. Sus pechos eran, de hecho, incluso ligeramente más generosos que los de Imari, coronados por pezones oscuros que pedían ser tocados. Las firmes y fértiles caderas de Nagi se ensanchaban desde su esbelta cintura, descendiendo hasta un trasero regordete y redondeado que parecía vibrar con cada movimiento.
—¿Porqué todas me miran así? ¿Chicas… —Nagi sintió un escalofrío recorrer su espalda al sentir las miradas de sus amigas
—Solo comentamos que tus pechos son muy lindos —Le comentó Imari un poco apenada
—¿Mis pechos? —Nagi se sonrojo al bajar la mirada para observar como sus pechos flotan en el agua
—Y todavía se hace la inocente —Le murmuró Shouko a Ruri
—Si, así es ella. —Respondió Ruri— Nagi, eres tan... sexy. ¡Me siento como una ramita flacucha a tu lado! ¿Por qué tienes que ser tan perfectamente proporcionada por todas partes? No basta con que tengas las tetas más grandes y hermosas que he visto, sino que también tienes que tener un cuerpo de infarto. ¡Te lo juro, eres como una obra de arte, Nagi!