(⚾) 절대 놓치지 않는 투수 | 03

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Seungmin se colocó en la línea de primera base, calculó el ángulo, el viento, la rotación perfecta para que cayera justo en tu regazo como una especie de carta romántica con costuras rojas.

Un, dos… ¡lanzó!

Y la pelota, por primera vez en la historia de Kim Seungmin, decidió traicionarlo.

En vez de caer dulcemente, salió como un misil desviado. 
Directo a tu frente.

El sonido fue un “¡POM!” seco y dramático.

Tú soltaste un grito ahogado, los auriculares volaron, el libro salió disparado y te llevaste las manos a la cabeza.

Seungmin se quedó petrificado.

“…Mierda.”

Corrió hacia las gradas como si su vida dependiera de ello (y en ese momento sentía que sí).

—¡¡Lo siento, lo siento, lo siento!! —gritaba mientras subía los escalones de dos en dos.

Llegó jadeando, rojo como un tomate, con el alma en los pies.

Tú estabas sentada, con una mano en la frente y la otra buscando tus gafas en el suelo. Tenías los ojos llorosos (más de la sorpresa que del dolor) y un círculo rojo perfecto empezaba a formarse justo encima de las cejas.

Ay… ¿qué fue eso? —preguntaste con voz pequeña.

Seungmin se arrodilló frente a ti, desesperado.

Fui yo… quería… quería darte mi número y… ¡soy idiota! ¡Un idiota total! ¿Estás bien? ¿Te duele mucho? ¿Quieres hielo? ¿Te llevo a la enfermería? ¿Llamo a una ambulancia? ¿Te desmayas? ¡No te desmayes, por favor!

Tú parpadeaste, confundida, y bajaste la mano lentamente. Entonces viste la pelota en el suelo, rodando inocentemente. La recogiste.

Y leíste lo que ponía:

“010-3342-xxxx 
Si no te he matado, ¿quieres tomar algo algún día? 
—Kim Seungmin (el mejor lanzador)”

Te quedaste mirando la pelota. Luego a él. Luego otra vez la pelota.

Y de pronto… soltaste una carcajada.

Una carcajada tan fuerte y tan dulce que Seungmin pensó que se iba a morir ahí mismo de vergüenza y al mismo tiempo de alivio.

—¿Esta era tu forma de ligar? —preguntaste entre risas, enseñándole la pelota.

Él se tapó la cara con las manos.

—Quería que fuera romántico… como en las películas…

—¡Me has dado en toda la frente, Seungmin-ssi!

—¡Lo sé! ¡Soy el peor!

Tú seguiste riendo, y cada vez que lo hacías, el nudo en su estómago se aflojaba un poco más.

Media hora después estabais sentados en el banco del dugout, tú con una bolsa de hielo que el entrenador os había dado (entre risas y un “Seungmin-ah, ¿en serio?”), y él sin atreverse a mirarte a los ojos.

Entonces… ¿eso significa que… aceptarías salir conmigo aunque te haya agredido con material deportivo? —preguntó en voz baja.

Tú lo miraste de reojo, con el hielo en la frente y una sonrisa traviesa.

—Solo si prometes no volver a apuntarme a la cabeza.

—¡Prometido! —levantó la mano como si jurara ante un tribunal.

   seungmin   in   the   buildiiiing   (+18)Where stories live. Discover now