~CODIGO ENIGMA~

RECUERDOS

Finalmente Simon acepto,no sin antes  cerrar el libro y acariciar el pelo rubio de jack casi por su mejilla despeinandolo un poco esa zona.

—Gracias pero no debías—. Desvío la vista para probar un bocado de la bandeja.

Quien diria que desde ese dia Jack sin falta traeria una bandeja mas para Simon y en dias el cual el no asistía o salia mas temprano curiosamente habia una caja con un pedazo de pastel adentro el donde Simon solia estar, el cual multiples veces Simon  pensaba que era de alguien mas.

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–Siento que alguien me vigila-.
Simon miraba con algo de miedo a Jack quien habia llegado despues de un examen.
–a que te refieres?—.Jack sonaba intrigado y perplejo.
Simon saco un pequeña caja color celeste marino con todos a rayados azules.
—Cada martes o bueno desde hace un tiempo me llegan retazos de pasteles.

Jack: .....Valla-.

—y  justo ayer cuando incluso habia una tormenta al salir de mis clases del ultimo periodo pille esto, estaba mojado ayer la caja pero ahora esta diferente ya que lo guarde incluso aveces se lo ofrecia a otros por las largas jornad—.

—LES DISTE MIS PRECIADOS PASTELES A OTROS!!—.Jack detuvo a Simon, sosteniendo con ambas manos la cara de Simon.

Fue la primera vez que Simón sintió el Enigma moverse dentro de él.
Una vibración suave.
Un calor incómodo.

—Eran tuyos?–. Simon ahora sonaba algo confundido.
–De quien mas seria?–. Jack seguia agarrando de las mejillas a Simon.
–No lose Pamela?–.
Jack sintió que se quebrara, al escuchar el nombre de la rubia que era compañera de Simon y tambien una obsesionada con los insectos.

Mientras tanto Jack replicaba y regañaba a Simon por aquel error y de lo mucho que se esforzaba por darle estoa detalles,Simon lo observaba con sierto rubor en las mejillas por el gesto que hacia Jack por el.

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Simón llevaba semanas sintiendo que algo en su cuerpo estaba fallando. Al principio eran cosas pequeñas: una fiebre rara que aparecía al anochecer, temblores en las manos cuando estudiaba demasiado, una sensibilidad exagerada al ruido. Nada que un Alfa normal debería experimentar.
Pero pronto entendio que lo tenia era un cambio. Cada generación, uno cambiaba.
Y esta vez le tocaba a él.

Lo descubrió cuando su visión empezó a distorsionarse en clase. Estaba tomando notas sobre derecho administrativo, cuando de pronto las letras comenzaron a “vibrar”, como si la tinta respirara. Cerró los ojos para estabilizarse.
Incluso con Jack se hizo presente esos cambios.

—Ey, ¿estás vivo? —susurró Jack, inclinándose hacia él con una sonrisa.

Simón respiró hondo.
—No dormí bien. Solo eso.

—Mientes horrible —respondió Jack, tocándole el antebrazo—. Estás hirviendo, ¿te dio un virus o qué?

El contacto fue un error.
Una corriente cruzó el brazo de Simón, rápida y caliente, como si su piel reaccionara al toque. Retiró la mano bruscamente.

—Estoy bien. Solo… da calor aquí.

Jack lo miró raro, pero no insistió.
Se recostó en la silla y siguió tomando apuntes.

Simón se tragó el malestar.
Últimamente, cada vez que Jack se acercaba, los síntomas empeoraban.

La fiebre.
El pulso errático.
La presión en el pecho como si tuviera energía atrapada.