—Quiero que la uses —dijo Jimin con tono suave pero incuestionable—. No es una prenda cualquiera. Es la túnica del Consorte del Rey Dragón.

Jungkook abrió los ojos como platos.

—¿C-consorte?

—Mi reina —corrigió Jimin, orgulloso—. Madre de mi heredero.

Jungkook enrojeció tanto que Jimin no pudo evitar reír suave, acercándose para besarlo en la sien.

—No te avergüences, amor mío. Nadie más podría ocupar ese lugar.

La túnica flotó hacia Jungkook y se vistió sola, envolviéndolo con magia. Cuando se miró las manos, notó que incluso su piel brillaba un poco, como si estuviera iluminada por dentro.

—Pareces una estrella recién formada —susurró Jimin, tomándolo de la barbilla para darle un vistazo completo—. Mi estrella.

Jungkook desvió la mirada, acalorado.

—Es muy... reveladora...

—Perfecta.

El enorme salón del reino de los dragones se abrió ante ellos: columnas de cristal tallado, jardines flotantes, criaturas mitológicas paseando entre nubes

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El enorme salón del reino de los dragones se abrió ante ellos: columnas de cristal tallado, jardines flotantes, criaturas mitológicas paseando entre nubes. Ángeles, ninfas, espíritus del viento, faunos... seres de todas las razas inmortales aguardaban.

Cuando Jungkook entró tomado de la mano de Jimin, todas las miradas se clavaron en él.

Y se hizo un silencio absoluto.

El doncel humano, con la túnica blanca y el cabello cayendo en suaves ondas, parecía una pintura viviente. El brillo suave en su piel era visible incluso a distancia. Su cintura delicada, el hombro desnudo, las piernas medio expuestas... todo combinaba una inocencia celestial con una belleza casi peligrosa.

—¿Quién... es él?

—¿Un humano puede verse así?

—Debe ser una nueva entidad...

—Jamás vi un consorte tan... perfecto...

Las murmuraciones se multiplicaron. Otros reyes menores lo miraban con hambre oculta. Algunas diosas observaban la curva de su cintura con envidia. Ninfas susurraban entre risas tímidas, y criaturas antiguas inclinaban la cabeza con respeto.

Jimin sonrió con una satisfacción oscura.

—Escuchen bien —la voz del dragón resonó por todo el salón, cálida pero implacable—. Este es Park Jungkook. Mi consorte. Mi reina. Madre de mi futuro heredero.

Una entidad del viento, demasiado atrevido, dio un paso hacia adelante.

—Rey Jimin... si este humano no está preparado para llevar tu linaje, yo puedo ofr—

Nunca terminaría la frase.

Un muro de fuego dorado surgió alrededor de Jimin y Jungkook, tan caliente que el suelo se fracturó bajo los pies del imprudente.

Moneda de dragón || JikookWhere stories live. Discover now