Capitulo único.

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Adahel, es un cuento perteneciente a una antología del mismo autor.

La historia se lleva a cabo durante una batalla que se da entre Dios y Lucifer, cuando este ultimo al fin ha juntado las fuerzas suficientes para vengar su exilio del reino de los cielos; y convertirse en gobernante del universo. Dicha lucha se lleva a cabo en un campo del planeta tierra, que aún permanece inexplorado por el hombre.

Las vicisitudes que alli ocurran afectaran de manera indirecta al mundo humano.

El libro aún no esta a la venta.

Espero que disfruten la lectura.

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Adahel se asomó a la cima del mundo a observar el caos. Le gustaba el sonido que hacían las armas de los demonios al chocar contra el cuerpo de los ángeles. Podía sentir la carne ser atravesada, la destrucción de las venas que no se volverían a regenerar y el fluir de la sangre que manchaba la tierra.

Le encantaba aquello y la excitación que le producía le hacía salivar como si tuviese hambre. ¡No había manjar más delicioso que devorarse a uno de los ángeles de Dios!

Pero muy pocas eran las ocasiones en las que tenía oportunidad de probar semejante banquete. Los ángeles eran fuertes y escurridizos. Además, el cielo para los demonios sí tenía un límite, por más que también fuesen seres alados, había lugares a los cuales no podían ir.

Un ángel cayó cerca de él produciendo un fuerte estruendo. Se acercó a ese ser y vio su cuerpo malherido hundido en la tierra. Vitoreó antes de atravesarle con su lanza. Le hubiese gustado ver una expresión de terror en él, pero, al tratarse de uno del primer nivel, eso era imposible. Los malditos amaban tanto a Dios que la muerte les resultaba un regalo.

Le escupió a ese ser con desprecio antes de propinarle una de sus fuertes mordidas, desgarrando la piel de su pacífico rostro.

―Ahora ya no eres tan bello ―dijo divertido, antes de observar lo que él llamaba "su obra de arte".

Se sentía agradecido, la carne de los ángeles pertenecientes a los estamentos más altos era deliciosa, la calidad iba bajando a medida que descendía el nivel. Los del último eran más tontos y más feos, incluso que los humanos, y su sabor era entre arenoso y amargo, igual, cuando había hambre no podía quejarse. ¡Los odiaba! Los odiaba de una forma tan incomprensible como absurda. No le habían hecho nada, pero él deseaba con todas sus fuerzas que desaparecieran. Les consideraba criaturas despreciables, que buscan la aceptación de Dios, fáciles de tentar... tan aburridos como juguetes a control remoto.

Decidió bajar de la cima e ir a ver la batalla más de cerca. Pelear con ángeles, quizás, le quitaría su eterno hastío.

Lucifer le había advertido que si no peleaba recibiría un castigo. Sin embargo no le importaba. Siempre hacía lo que quería y fundamentaba todo con su libre albedrío.

―¿A caso no es uno de tus regalos? ―solía decirle.

A pesar de ello, satanás era siempre cruel. Por más que le obedeciera, no se libraría de las ansias sádicas del demonio rey.

Le gustaban las batallas, la desolación que podía apreciar en cada uno de los rostros de los ángeles. A pesar de ser poderosos, se notaba a la legua que no sabían pelear. Les asustaba la sangre, la deformación de los cuerpos al recibir un golpe certero, la carne exponerse ante el filo de sus lanzas. Se sentían perdidos al haber salido de debajo de las protectoras alas de Dios para luchar por una causa que no comprendían del todo.

AdahelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora