Los misterios del bosque: Sé feliz, hijo.

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En aquella mañana fría, se cumplía dos años de la muerte de mi madre. Mi padre, un poco despistado, tomó el hacha para recorrer el bosque en busca de leña. Al abrir la puerta, cayó victima del asombro al observar aquellos árboles tan escalofriantes que, sufrían aquella tempestad de nieve. Antes de partir, regresó hacía su habitación y cómo un reflejo, tomó la foto de mi mamá y me dijo al oído: "Seré feliz porque ella lo quiere."

Me miró fijo a los ojos y me hizo jurarle que,  ni por lo que más quiera en el mundo, saliera afuera. Entonces, sarcásticamente, le dije que lo que más quería era estudiar. Él sólo se rió y se fue.

Las horas pasaban, los minutos se volvían preocupación y la partida del sol no era una buena señal. Siendo optimista, pensé en que no consiguió leña. Pero eso es imposible. En un bosque, que donde quieras que mires, siempre encontrarás árboles.  Me sentí tan ingenuo, pero mi justificación, es el temor que tengo de que le sucediera algo a mi padre. 

Luego de que reflexionara un poco si salir o no, me decidí. Saldré por mi padre, por lo único que me queda en mi vida. 

Al abrir la puerta y dar los pasos más nerviosos en mi vida, cedí ante el último rayo de luz en cielo. Me quedé atónito. Tomé la linterna y me aventuré hacía el vacío del bosque.  

Recorrí todo el oscuro lugar, gritando el nombre mi padre. Hasta que en aquel raro arbusto, me topé con el hacha de mi padre, bañada completamente en sangre. El miedo se apoderó de mí. Corrí, hasta caer por culpa de las raíces de un gran árbol. Nunca me sentí tan observado. Lloré, pero fue inútil. Todo era tan confuso, tan escalofriante. Mi linterna estaba rota, la oscuridad me comía por dentro. 

Hasta que de pronto, sentí una brisa en mi hombro y una voz fría, me llamaba. Era la de él. La seguí, hasta llegar a un gran árbol, era mi padre. La sangre le cubría todo su pecho, aquella cuerda empapada en un tono rojo oscuro, le ceñía el cuello. Nunca pensé que llegaría a ésto. 

Se había suicidado.

En las sombras, yacía aquella nota. 

"Sé feliz, hijo. Así lo queremos."

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