Capítulo 1

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Después de salir de la comunidad, me monté en el coche que había traído Marta. Pasé todo el viaje mirando por la ventana mientras pensaba en lo que me esperaría allí.

—Llegamos—anunció Marta haciéndome salir de mi trance.

Me bajé del coche junto a mi equipaje, observando asombrada el enorme orfanato, este tenía la fachada pintada de beige y las numerosas ventanas con el marco pintado de marrón oscuro, con la pintura algo desgastada. Se notaba que tenía unos años.

Entramos y lo primero que vi fue lo que parecía ser un guardia de seguridad. Qué extraño, a saber que clase de niños entraban aquí...

—Deme su equipaje para registrarlo, por favor—solicitó el guardia con su imponente voz.

—¿Pero qué voy a traer yo? ¿Una granada—ironicé, a lo que me miró amenazante.

—De acuerdo, de acuerdo. ¿Puedo ir al baño antes, por favor? llevo aguantándome las ganas desde casa—pedí, a lo que me miró con sospecha.

—Vale, puedes ir mientras revisamos la maleta—aceptó, a lo que me quité la mochila de un movimiento, llevándola en mi regazo, mientras caminaba hacia el baño.

Llegué y cerré la puerta con pestillo, cuándo comprobé que estaba sola, suspiré.

—Espero no pasar aquí mucho tiempo...—mascullé.

Hice mis necesidades y me lavé las manos. Después de eso, abrí mi mochila y cogí mi móvil. Lo guardé en los bolsillos del pantalón junto al cargador, intentando que no hiciese bulto. Cogí una libreta pequeña y la metí en el peto de mi sudadera. Luego, doblé la mochila medio llena hasta que quedara en un tamaño minúsculo. La coloqué junto a la libreta, comprobé que no quedaba nada en el lavabo y que no hacía bulto nada y abrí el grifo para lavarme la cara.

—Vamos allá—susurré.

Tiré de la cadena y salí del baño, dirigiéndome a donde estaban Marta y el guardia.

—Listo, toma. Si no te queda ropa, siempre puedes usar la que dejamos en los armarios de cada habitación. Bueno, ahora la directora te explicará todo.—comunicó el guardia.

—Gracias.—agradecí, siguiendo a Marta.

—Bueno, no tengo mucho que explicar, la verdad. En cada habitación hay un baño, unos sillones y tres camas, ya que compartirás la habitación con otras dos chicas más. Espero que conviváis bien las tres y que no haya problemas. Las habitaciones se cerrarán a partir de las 10, al igual que las luces, ya que es la hora de dormir. Tu habitación es la número 123, está en la tercera planta. Sube por esas escaleras y la encontrarás. Suerte.—explicó seria, pero al terminar, me dió una suave palmada en la espalda mientras sonreía amablemente. Después de eso, se fue por donde habíamos venido.

Emprendí mi camino y subí las escaleras hasta el tercer piso. Busqué la habitación y me quedé en el marco de la puerta, dudosa. ¿Esta era mi habitación? Pues me había tocado la lotería.

—Hola, ¿Eres la nueva?—preguntó una chica de cabello pelirrojo. Wow, ¿Tan rápido se corre la voz aquí?

—Ehm, si, me llamo Sara, ¿Vosotras sois mis compañeras de cuarto?—me presenté.

—Si, no te quedes ahí, pasa. Aquí hay ojos por todas partes.—contestó la pelirroja, le hice caso y entré, sentándome en un poof. Ella cerró la puerta.

—Que lujo, ¿No? En vez de un orfanato esto parece el paraíso.—comenté. Y es que la habitación tenía una litera de tres camas, tres poofs y un escritorio de madera con una lámpara y varios cajones y un armario, aparte del baño, claro. Las paredes estaban pintadas de rosa pastel, demasiado cursi para mi gusto, pero bueno. No había ningún reloj ni calendario, lo cual era bastante extraño.

—Pues creéme, no lo es-rió-por cierto, soy Emily. Beck está en el...

—¡Ahh! ¡Frío, frío!—chilló alguien desde el baño, interrumpiendo a Emily.

—Beck está en el baño, por cierto, la caldera a veces falla, es un asco.—terminó con una mueca. Una castaña salió del baño con una toalla, y nos miró a ambas lentamente.

—¿Esta es la nueva?—preguntó.

—Si, Beck, si. Vístete antes de que se te caiga la toalla como la otra vez.—pidió Emily rodando los ojos. Beck volvió al cuarto de baño, supongo que tendría su ropa ahí.

—Como decía. Soy Emily, Beck es nuestra compañera de cuarto, en realidad se llama Becky, pero odia su nombre, así que si no quieres enfadarla, no le llames así.—continuó Emily. Beck volvió pero ya vestida con un pijama.

—¿Ya la han registrado?—cuestionó Beck, Emily observó mi cara de confusión y me explicó de lo que hablaban:

—Vale... Hay muchas cosas que tenemos que explicarte. Para empezar, registrar es básicamente quitarte todo lo útil que tengas, solo dejándote la ropa. Ah, y si te han dicho que tardan poco en adoptarte, es toda una farsa. Beck y yo llevamos aquí dos años, así que... Tendrás que acostumbrarte a vivir aquí.—informó. Supongo que por eso no hay calendarios ni relojes, para que no se den cuenta de cuánto llevan aquí. Supongo que tendrán folios y anotarán los días ahí, quien sabe.

—Entiendo... Pero a mi no me han quitado todo, mirad.—dije en un tono de voz más bajo, sacando las cosas que había guardado en mi peto y bolsillos. Ellas abrieron los ojos sorprendidas.

—¡Pero esconde eso!—susurró nerviosa Beck, llevando las cosas detrás de la litera. Todas fuimos allí.

—Si te pillan con esto te lo quitarán y te pondrán una falta. A las tres faltas dicen que algo te pasa, pero no dicen nunca el qué. Solo lo saben los que tuvieron tres faltas. Algunos los seguimos viendo (aunque están muy raros), a otros no. Este orfanato me da mala espina... Igualmente, nosotras no tenemos ninguna falta—explicó en voz baja Beck, a lo que asentí.

—Nos has dado la vida, Sara.—comentó Emily con notable alegría-a ver qué llevas...

Desdoblé la mochila y saqué de ella lo que quedaba: una bolsa de caramelos de fresa (mis favoritos), un paquete de pañuelos, una linterna y un oso de peluche.

—¿Para qué quieres una linterna y un oso de peluche?—cuestionó Beck.

—La linterna por si se va la luz, desde pequeña siempre me dio miedo y el oso de peluche porque lo tengo desde pequeñita.—expliqué, a lo que asintieron.

—Bueno... Lo más útil va a ser el móvil y su cargador, la libreta, el lápiz, el bolígrafo y el estuche. Espero que tengamos cobertura, si no de poco más nos servirá el móvil. La libreta y el resto para apuntar cualquier cosa útil, o hacer un calendario o yo que sé, pero de algo nos servirá, creo.—indicó Emily-ahora escondamos todo esto en un lugar seguro, no creo que ninguna quiera tener una falta.

Guardamos todo en la mochila (excepto el peluche), la cual la dejamos en el espacio de debajo de la última cama, el cual era justo para la mochila. La colocamos en una esquina, para evitar que si alguien se agachara a mirar ahí (que lo dudo), la viera.

Después de eso, me acomodé poniendo mi ropa en el armario, al lado de la de las chicas, y al final me quedé con la cama que quedaba, que era la de en medio. Luego avisaron por un altavoz del pasillo que era la hora de comer y nos fuimos a la cafetería. ¿Cuánta gente habría aquí? ¿Serían todos tan buenos como Emily y Beck? Lo dudo. Para mi que con esta habitación y estas compañeras, he tenido una suerte increíble.

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¡Hola! :3

Creo que el capítulo ha sido largo, o al menos a la hora de escribirlo. Al principio pospuse el escribir hasta las 18:30, luego no tenía ganas, pero al final a las 18:50 o así empecé a escribir, en fin, un lío x.x

Espero que os haya gustado el capítulo, os dejo a Sara en la multimedia, que está interpretada por Ellen Page a los 14 años.

En fin, que si os gusta la historia, podéis votar y comentar, que no muerdo y... Pues eso, que nos vemos el próximo Viernes, a ver que pasa en la cafetería.

¡Adiós! ^-^

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The Mysteries of an Orphanage [#LNDÁ2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora