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Esa noche, mientras dormía, se hizo presente entre mis sueños una mujer.

Ella estaba bailando descalza sobre la nieve, en medio del bosque. Vestía un hanfu en tonos rosados y verdes, con hermosos bordados de flores; la tela translúcida se mecía al ritmo del viento nocturno. Su cabello castaño estaba recogido con varias horquillas a juego, y algunos mechones caían sobre su rostro. Lágrimas silenciosas resbalaban por sus mejillas, brillando bajo la luz pálida de la luna.

Era una vista hipnotizante.

Se movía con una ligereza impresionante; cada gesto era preciso y delicado, siguiendo una melodía apenas perceptible mientras agitaba una fina tela de gasa que acompañaba sus movimientos.

No podía ver su rostro con claridad, pero la escena era devastadora.

La nieve se posaba sobre su cabello y, al estirarse para realizar las piruetas, podía ver marcas de moretones en sus piernas, brazos y cuello.

Era un baile hermoso... y dolorosamente triste.

Las dudas llegaron de golpe. ¿Quién era esa mujer? ¿Por qué bailaba así bajo la noche helada?

En su última pirueta, sus pies, entumecidos por el frío, cedieron; cayó con un golpe seco. Intenté correr hacia ella, pero mi cuerpo no respondía. Me sentía clavada al suelo, condenada a observar mientras la mujer se incorporaba con dificultad.

Respiraba con esfuerzo; un pequeño vapor salía de sus labios al sollozar.

—L-Lo siento... la próxima vez no fallaré... por favor... perdóneme...

Su cuerpo temblaba mientras suplicaba hacia la oscuridad, hacia una sombra negra de ojos rojos que la tomaba del rostro con brusquedad.

Desperté de golpe, con lágrimas corriendo por mis mejillas y un nudo en la garganta. Todavía era de madrugada, pero sabía que no podría volver a dormir. Una melancolía extraña se aferraba a mi pecho como una mano fría.

Las palabras de Himejima-san regresaron a mi mente:
"A veces el corazón guarda recuerdos que la mente intenta olvidar"

¿Podría ese sueño haber sido un recuerdo?

La madame del distrito decía que, a veces, los sueños son la manera en que el alma conecta los fragmentos de sus vidas pasadas.

La madame del distrito decía que, a veces, los sueños son la manera en que el alma conecta los fragmentos de sus vidas pasadas

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—Lord Muzan —habló un demonio mientras se arrodillaba detrás de él con la mirada fija en el piso.

—¿Todo está listo, Akaza? —preguntó sin apartar la mirada del retrato que tenía enfrente.

—Sí, amo. Hantengu y Gyokko están en camino junto a un grupo de Lunas Menguantes.

—Muy bien... esperemos que esta vez no me decepcionen.

𝐋𝐚𝐳𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐨𝐫Where stories live. Discover now