Prólogo del Capítulo 1

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El verdugo suspiró.
¡Ah...!, ¿Cuántas cabezas de inocentes se supone que tengo que cortar?
El Ministro suspiró.
¡Oh...!, ¿Cuánto tiempo se supone que debo complacer a esta chica?
Los ciudadanos suspiraron.
¡Ah...!, ¿Cuánto tiempo se supone que tenemos que tener hambre?
La única sonriente era La Hija del Mal.
Estaba contenta sentada en el trono.
A lo lejos, la reina ordena:
"¡Ahora, arrodíllense ante de mí!"


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