*~~~* One Shot *~~*

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Obviamente, tienen que ver primero a todas las demás figuras menos prometedoras, más jóvenes y menos talentosas. Uno a uno se deslizan nombres que olvidará en menos de dos días, todos irrelevantes. Siente su propio pulso agitarse, de la manera en que lo hacía cuando debía correr entre los callejones para conseguir algo de comida. Se sienta ahí, esperando en cada una de las salidas ver el cabello negro, algo crecido que destaca entre todos los demás, preparando su acto final. Cuando por fin lo hace, en una tarde algo calurosa, con los rostros llenos de emoción y la pista limpia, Ash se siente intimidado, pequeño y algo roto, nunca ha visto este tipo de emoción por nadie que conozca, no de forma positiva. Tampoco se ha fijado tanto en alguien, en cómo cada uno de los músculos de sus piernas se flexionan para dar impulso a sus zancadas, la manera en que su vista no se despega del frente y sujeta su vara con precisión.

Escogió uno de los lugares bajos frente a la pista para poder ver todo en primer plano. Luego se arrepentirá de ello, pues las imágenes que obtiene lo persiguen por semanas.

Eiji llega a la marca, se impulsa, pone la vara en su sitio, va hacia arriba. El palo se retuerce, se gira, parece a punto de romperse... es normal, siempre es así... solo que sí lo hace, se rompe, pero Eiji ya tiene suficiente altura y empuje, pareciera que seguirá su trayectoría sin mayor contratiempo, pero no es suficiente, el impulso se pierde, cae sobre la vara traversa, la rompe también; cae, cae, cae, sus pies primero que el resto de su cuerpo. Hay un crack seguro, un grito. El viento sopla, hay sol sobre sus cabezas. Ash solo escucha el grito, el grito desgarrador de Eiji que lo obliga a saltar desde las sillas hasta la pista, superando la barrera sin dificultad, sin hacer caso de la gente que le grita en inglés y japonés, mientras ve a los equipos de socorros correr.

Eiji grita, grita mucho, se revuelca sobre el colchón. El entrenador también vocifera, algo sobre la ineptitud de los preparadores de equipos y que por favor atiendan a su alumno. Ash no tiene tiempo de apreciar cuanto comprende ahora del japonés. Llega junto con los paramédicos. Lo que ve lo enfurece. El tobillo de Eiji está salido hacia un lado, un hueso blanco resalta entre la sangre y la piel rota, solo un extremo pequeño, pero visible.

Debe doler mucho.

―¡Ash! ―él lo está mirando, sus ojos oscuros más preocupados por él que por el golpe.

Se detiene a mitad de una frase, seguro de que no es su lugar, ni su momento. Escucha a sus compañeros, así como al señor Miller llamando para que vuelva. Sus propias lágrimas ciegan su visión, tiene tanto miedo por Eiji, se siente tan inútil. ¿Y si Eiji no puede volver a saltar jamás? No ha hecho nada, pero siente que es su culpa, tal vez le contagió algo de su horrible suerte, la que llevó a Shorter y a Bones a morir demasiado pronto en una correccional.

―Niño ―dice un hombre en japonés, un paramédico―. Debe darnos espacio, tenemos que sacar al chico de aquí.

―Eiji ―pronuncia, dando un par de pasos atrás, ve como examinan el pie y suben a su amigo a una camilla rígida con cuidado―. Eiji, lo siento.

―No hiciste nada, Ash ―trata de consolarlo, con la voz estrangulada por el dolor―. Fui torpe, sabía que no debía saltar sin más preparación.

―Yo...

Quiere decirle algo más, pero se lo llevan sin esperar a que su corazón se calme. ¿Qué puede decir u ofrecer? ¿Qué hay allí en él que importe y que no sea solo una carga para Eiji? Quiere justificar su arrebato, el golpeteo sin freno en su pecho, el anhelo desperdigado que sólo puede comparar con los días de sol en Cape Cod con la hierba alta y el mar suave.

―¡Aslan! ―el señor Miller está a su lado, sus enormes manos blancas lo sujetan por los hombros―. ¿Estás bien?

El viejo, enterrado, nauseabundo recuerdo de su niñez vuelve con fuerza. No ayuda mucho que el entrenador tenga hoy una horrible camiseta de béisbol de un equipo japonés. Vomita en la pista antes de poder escuchar qué es lo que le están diciendo.

Heaven of your heartWhere stories live. Discover now