Cuando eres la perfecta definición del omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de algún día encontrar al amor de tu vida. Mimosa Vermillion tiene veinte años, un hijo de tres y un lazo roto debido a su ingenuidad ¿Qué alfa querría encarg...
Después de unos segundos, Vanessa aparcó su carro a un lado, fuera de una tienda, no pude ver cual porque ella ya había movido su asiento para hacer más espacio y me subió a su regazo, dejando mis piernas encogidas a un lado de su cuerpo, rodeando mi cintura, atrayéndome hacia ella, eso sin contar la forma en que mi corazón latió con tal fuerza que consideré se saldría de mi pecho o como su acto sólo ayudó a aumentar las lágrimas que no dejaban de escapar de mis ojos.
Mimosa, Mimi, bebé, escúchame.
Su voz sonaba tan bien, era música para mis oídos a pesar de aquel tono lleno de tristeza, mis manos apoyadas en su pecho y mi cabeza escondida en su cuello, del lado contrario a donde estaba la mancha de lápiz labial, ella olía bien de ese lado, no quería ni tocar el otro; sentía que me quemaría encontrarme con el aroma de Vanessa combinado con otro de alguna omega bonita, destrozándome el corazón.
Mimosa, ya, deja de llorar.
Pero no me detuve, no paré incluso cuando mi omega deseaba callarse para obedecer a Vanessa y hacerla feliz, yo solo me quedé llorando sobre sus piernas, escondiendo cada vez más mi rostro en su cuello, llenándome de ella, deseando que la dueña de aquel delicioso aroma sea mía para siempre.
Cuando abrí mis ojos, lo primero que observé fue el cristal que me permitía admirar las calles oscuras tan conocidas para mí, estábamos en mi vecindario. Quise apartarme para observar mejor todo, pero unos brazos me continuaron manteniendo cerca, sin permitirme moverme de donde sea que esté. Mi cabeza giró lo suficiente para observar a quien le pertenecían aquellos brazos y entonces me sentí morir cuando me encontré con la mirada morada de Vanessa, observándome atentamente con una pequeña sonrisa. Mi rostro se encendió seguramente, por el calor que sentí sobre mis mejillas y el leve mareo también, cuando mi olfato despertó lo suficiente, me sentí aún más mareada, las feromonas de Vanessa llenaban todo el auto y no era que me molestara, de hecho sentí mi cuerpo excitarse solo de saber lo mucho que debía estar oliendo a ella para este segundo.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
¿Vanessa, qué...?
¿Estás bien?
Al fin sus brazos me liberaron lo suficiente para apoyar con firmeza mis manos en su pecho y alejarme un poco, admiré todo el panorama, se había hecho de noche y nosotras continuábamos en su auto, ella me observaba atentamente e incluso pensé que quizás no me había bajado de su regazo en todo el camino hacía mi casa, aunque eso era imposible ¿Cómo manejó conmigo inconsciente sobre sus piernas?
Una de sus manos pasó a acariciar mi mejilla y me encogí ante la dulce caricia, mi omega ronroneó e instintivamente luego mi rostro se acercó más a su mano, permitiendo que continuara acariciándome, moviendo su pulgar sobre mi piel, mientras yo cerraba lentamente los ojos.