Cuando eres la perfecta definición del omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de algún día encontrar al amor de tu vida. Mimosa Vermillion tiene veinte años, un hijo de tres y un lazo roto debido a su ingenuidad ¿Qué alfa querría encarg...
¿Por qué no duermes un rato? Puedes bajar el asiento con la palanca de ahí - señaló hacía un lado, pero negué con la cabeza -
La Universidad no está tan lejos como para dormir.
Unos minutos de sueño no matan a nadie, Mimosa.
¿Sabes? Solo lo voy a intentar para probarte que no es tan simple como acostarse y dormir, uno tarda muchísimo en perder el conocimiento ¿Comprendes? Para entonces ya estarás estacionando fuera del edificio.
Veamos.
Aunque me indigné por ese tono chulo y superior con el que me habló, obedecí y moví completamente la palanca del lado del asiento del copiloto, logrando que este caiga hasta tener contacto con el asiento de atrás del vehículo. Suspiré, acomodándome de lado en el espacio, cuando sentí una de sus suaves manos tener contacto con mi muslo, tensándome por completo.
¿Vanessa?
Duerme, Mimosa.
El suave movimiento que iba y venía sobre la tela de mi pantalón fue suficiente, obedecí, cerré mis ojos y me entregué al gran sueño que me consumió en cuestión de segundos. Su mano se sentía bien, todo lo que tuviera que ver con Vanessa me transmitía una calidez y una tranquilidad increíble. Ronronee, mi omega ronroneo y ambas estuvimos de acuerdo en que Vanessa debería arrullarnos todas las noches.
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Caminaba por los pasillos de la Universidad con mucha tranquilidad, no quería admitirlo, pero después de las palabras de Vanessa aquel día todos los omegas me miraban con respeto e incluso los profesores ya no me llamaban para que responda en público, no era algo que me gustara, se portaban como si fuera la nueva reina de la Universidad cuando no había cambiado, yo continuaba siendo la misma omega imperfecta de la que todos hablaban mal antes, no he cambiado solo por Vanessa, sigo siendo yo, tira de hipócritas.
Hey, Mimi.
Oh y si vamos a hablar de la más hipócrita entre las hipócritas...
Hola, Letoile - mostré mi mejor sonrisa, aunque estuve segura que ella no era tan idiota para no notar que no me agradaba su cercanía -
¿Qué hay? ¿Te puedo acompañar a la siguiente clase? Tenemos curso de semiótica visual juntas - o quizás sí -
Claro, vamos.
Dicen por ahí que en un mundo de hipócritas, los sinceros somos los malos ¿No? Bueno, tampoco es que deseara ganarme el odio de nadie en mi Universidad y caminar o hablar con Letoile no tenía por qué cambiar nada, aunque la chica siempre ande con aquella sonrisa deslumbrante que tenía a más de un alfa o beta babeando por ella, Letoile era de aquellas que te hacían desearla hasta caer de rodillas a sus pies y no es por nada que se ha ganado esa reputación, ella ponía a sus pies hasta a los más grandes alfa con solo su complicado plan de seducción.