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Começar do início
                                        

Hace mucho, muchísimo que no pasaba por algo así, un tipo de flechazo que quería superar, no me sería fácil sabiendo que ahora la tipa esa era una empresaria, hija de mamá, dueña de tanto dinero y que yo había sido su pequeña obra de caridad a la que asco le dio cogerla. De acuerdo, no es la primera vez que le doy asco a un beta o a un omega y sé que muchas otras vendrán, pero ella no sabía ni mi historia, ni se tomó el tiempo de verme el cuello y admirar la pequeña cicatriz que dejó el lazo roto, nada, ella simplemente me tuvo asco por no ser de su misma clase social, eso me hacía reventar pero de la rabia.

¿Y solo eso, estás segura? - al parecer había logrado calmarla -

Sí, Noelle, vamos ¿Por qué te mentiría?

Bueno pero dijiste que tu celo se adelantó ¿No? Ustedes hicieron... Algo o...

Nada. Babosa, parece que olvidas con quien hablas. Soy la omega imperfecta ¿Recuerdas? El terror de los alfas, el bicho que nadie toma en serio.

Mimi, sabes que no me gusta que te expreses así de ti.

Sentí hasta ternura por la lástima de Noelle hacía mi persona, ella, siendo una preciosa y perfecta omega, muchas veces me había dicho que la espere en otra vida, que vendría como una perfecta alfa y me mordería, sin importarle que sus padres la mataran por eso. Noelle era una niña pequeña en un mundo de grandes, jamás dejaría de decirle lo agradecida que estaba con ella tenderme la mano, aun siendo como soy, cuando ella podría burlarse de mí o hablar sobre mi caso a mis espaldas, como imaginaba muchas de mis compañeras y compañeros omegas hacían. "Oye, no vayas tan rápido con tu pareja, no creo que quieras terminar como Mimosa Vermillion" Sí, eso decían

Tengo que dejarte, Noe, voy a darle de comer a Alaric y luego tengo que ir a trabajar muy temprano, hay una rueda de prensa que desean que fotografíe ¿Nos vemos pronto?

Espero, la que se desaparece eres tú, Mimi - bueno, tenía razón -

Te llamaré, lo prometo.

Saludos a Alaric, dile que le llevo chocolates escondidos pronto.

Después de que cortamos la llamada, regresé a la sala mientras soplaba sobre la comida, sentándome al lado de mi pequeño y dejando el celular al otro lado, ignorándolo, realmente odiaba la idea de recibir llamadas, más ahora que Noelle ya se había comunicado, significaba entonces que las siguientes serían del trabajo o de Kirsch, así que o eran malas noticias, o noticias laborales.

A ver, pollito, vamos a comer.

A pesar que él estaba entretenido con su juego, observó la comida y su vista se iluminó, dejó de importarle su auto en la televisión de la sala y se giró, arrodillándose en el sofá, abriendo su pequeña boquita de par en par, esperando que le dé la primera cucharada. El ya sabía comer solo y lo hacía cuando teníamos la visita de Kirsch o cuando salíamos a pasear, pero en nuestra intimidad, estando solo ambos, Alaric sabía que me gustaba mimarlo e incluso a veces complacía a mi omega dejándome continuar dándole leche mientras lo arrullaba, como un pequeño de meses de nacido.

Le di la primera cuchara cuando escuché el timbre. Solté un largo suspiro ¿Cuándo dejaría de molestarme el exterior? Me levanté, permitiendo que Alaric coma solo mientras observaba por el pequeño espacio que servía como ojo mirador, en mi puerta. Era un repartidor, un beta repartidor, mejor dicho. Abrí la puerta, encontrándome con un chico algo nervioso, que me miró entre con curiosidad o coquetería, quizás aún no se iba por completo el aroma de mi celo.

¿Mimosa Vermillion?

Sí, esa soy yo.

No le devolví la sonrisa, no tenía muchas ganas tampoco de coquetear con alguien, estaba con mi hijo. El chico al parecer lo comprendió, después de unas cuantas miradas de su parte, lo observé retirarse para traer desde su auto un ramo de flores rosadas, era enorme, estaba perfectamente decorado en una canasta con listones rojos, cubierto con una bolsa transparente y también con unos cuantos puntos entre rojos y blancos, pequeños, tal cual una ligera lluvia de chispas. Me entregó el ramo que tomé con esfuerzo, haciéndome firmar después un papel y retirándose. No servía de nada que le pregunte quien lo mandó, ellos no tenían derecho alguno de dar información, lo sabía porque había visto muchas películas románticas donde pasaban a cortejar, si el alfa deseaba que sepas su nombre, te lo diría en su momento o en el ramo, sino, nadie te lo informaría por respeto a las técnicas de seducción, si se puede decir así.

Alaric se bajó del sofá emocionado, admirando con cautela el ramo que dejé sobre el suelo para que él pudiera observarlo, me gustó la sonrisa llena de emoción en su rostro, sin embargo se me revolvió el estómago cuando fui capaz de observar una tarjeta entre las flores.

"Espero hayas sido buena y obediente - V.E."

Bueno, de no ser por Noelle, me hubiera confundido con las iniciales, aunque ahora me quedaba más que claro quien las había enviado. Suspiré y dejé el ramo en ese lugar, en medio de la sala, seguro cuando Kirsch llegara sabría qué hacer con él, a mí nunca me habían regalado algo así. Quería ignorar mi corazón, deseaba ignorar a mi omega saltando de felicidad y por sobre todo intenté que la sonrisa en mis labios no apareciera, pero fue imposible, estaba sonriendo peor que una quinceañera en cumpleaños. Mierda, esto están patético.

Después de unos minutos, me acerqué de nuevo al ramo y tomé las flores para ponerlas en agua, se iban a marchitar si no lo hacía. Me dije mentalmente que solo las estaba cuidando por darle un buen final a aquellas pobres flores recortadas de seguro un hermoso jardín, sin embargo, puedo decir que no dormí en toda la noche cuando las conté. Eran doce rosas rosadas. Entré a Internet para confirmar lo que había leído alguna vez cuando estaba más joven, sonrojándome al instante, estaba segura ya que sentía calientes hasta mis orejas.

Una docena de rosas, de referencia rosas o rojas, deja el mensaje claro. Doce, simboliza "Quiero que seas mía" Con letras grandes, no hace falta decir más, el número de rosas habla solo.

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𝓣𝓱𝓮 𝓹𝓮𝓻𝓯𝓮𝓬𝓽 𝓸𝓶𝓮𝓰𝓪 || 𝒱𝒾𝓂𝑜𝓈𝓈𝒶 ||Onde histórias criam vida. Descubra agora