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Observé el gran lugar al que estaba entrando, mostré mi pase de fotógrafa en la Revista "Golden Exposure" y así entré a aquel mundo de ricos que me daba tanta antipatía, aunque siendo sincera a estas alturas de mi vida no negaba ser una persona malhumorada en todo el sentido de la palabra.

No era falta de sexo, porque eso era algo que se me daba muy bien. Cuando tenía un tiempo entre toda mi vida, digamos, un fin de semana o algo parecido, me atrevía a salir a bares con tal de un poco de diversión, eso una o dos veces al mes cuando mucho. No tenía problema, los alfas no solían propasarse o no me querían para más de una noche yo tampoco, ni siquiera los beta eran tan tontos como para desear formalizar una relación después de que les decía "Oye, escucha, tengo un hijo y un lazo roto, puedes ver la cicatriz de la mordida en mi cuello aún, entonces ¿Salimos el lunes?", era hasta gracioso el nivel de repulsión que sentían por alguien con un lazo roto, aunque la mayoría de veces no era ni siquiera necesario hablar, a los bares no se iba para encontrar al amor de tu vida, pero bueno, siempre existen aquellas personas que quedan hipnotizadas después de un buen juego en la cama.

Tampoco es que me gustara salir a hacer eso durante el celo, no, jamás me mostraría ante nadie como el celo me mostraba, como una animal hambrienta de un buen pene, jadeando, gimiendo y casi implorando por placer. Para eso tenía mi casa, mis cuatro paredes donde yo misma me encargaba de mí durante esos tres largos días.

Y aunque hace ya casi tres meses no salía a bares debido a estar corta de dinero y no tener para comprar los necesarios suspensores anticonceptivos, sabía que mi mal humor no se debía a falta de sexo, sino al simple hecho de ser una omega rota, de esos que ya nadie quiere, el mal humor se vuelve parte de tu personalidad con el tiempo. Sí, esa soy yo, la clásica omega imperfecta que puedes querer en tu cama pero nunca más de una vez en ella.

Tomé un par de rápidas fotos a la entrada, antes de adentrarme con totalidad entre la gente, admirando las hermosas obras colocadas estratégicamente en las paredes, bueno, algo genial debía de sacar de esto, considerando que era una buena amante del arte. Caminé observando detalladamente todo el perímetro y una vez lista, empecé con las fotografías. No fue difícil. Vamos, son los alfa, beta y omega con dinero que amarían que su foto sea una de las escogidas para salir en la revista, así que cuando me acercaba con la gigantesca cámara, ellos mismos se encargaban de posar con su mejor sonrisa, mostrando aquellos dientes blancos y cada bordado o detalle caro de sus peinados y vestimentas.

Una vez tomé cierta cantidad, decidí darme mi merecido descanso, apagando la cámara, tomé una de las copas de lo que fuera y la llevé a mi boca, sintiendo el líquido caliente llenarme, sabía que no tenía ni idea de bebidas, pero esta cosa quemaba peor que un afrodisíaco. Entregué la copa en otra bandeja de los hombres beta que iban y venían, sintiendo mi cuerpo caliente, quemaba, esa cosa de verdad me hizo entrar en calor en segundos.

Relamí mis labios, intentando conservar la calma, caminé hasta el baño y me metí en uno de los enormes cubículos, respirando hondo. Mordí mi labio inferior con insistencia, seguro teniéndolo rojo ya, saqué mi teléfono, marcando el número de mi hermana.

Hey, Mimi ¿Cómo estás? ¿Ya regresas?

No... Aún no, Kirsch - apoyé mi cabeza en una de las paredes, vaya, aún sentía el inminente calor - Kirsch... Creo... Creo que estoy en problemas.

¿Por qué? ¿Qué ocurre?

Tomé algo, no lo sé, creo que tenía más alcohol del que estoy acostumbrada, hermano - reí amargamente, siempre tienes que hacerle caso a tu lado omega, Mimosa, me dije mentalmente, ella me había dicho que no fuera, que no era un buen día para salir, que algo malo iba a pasar, pero el empleo y mi jefe jugaron en mi contra - el punto es que... Aún faltan unos días para mi celo, no te lo dije porque planeaba tenerlo todo controlado pero esa cosa que tomé me ha movido las tripas y... Dios, Kirsch, hace calor.

La escuché maldecir en la casa y pude estar segura de que se estaba preocupando, incluso, si no estuviéramos hablando por teléfono hasta diría que sentía el aroma a omega en pánico en el baño. No, alto, ese no era Kirsch.

Mi olor. Mi maldito olor estaba llenando el baño, me encontraba teniendo principios de un celo adelantado en el baño de una exposición de ricos y soltaba mis feromonas como omega desesperada, no tenía supresores, ya no me quedaba ni un maldito supresor entre mis cosas.

Mimosa, Mimi, ¿Me escuchas? ¿Estás bien? ¿Quieres que vaya por ti?

Por mucho que amaría esa idea, tienes que cuidar a Lari. Kirsch, hazme un favor - Jadee, escuchando pasos de alguien entrando al baño, mierda, si sentía mi olor y era un alfa, estaba acabada, en caso de que aquel sujeto use su voz de alfa conmigo, me tendría en su cama en dos segundos - dile a Lari que no podré llegar a la hora, que lo amo y que se acueste ¿De acuerdo? No sé cuánto me tome rodear las calles centrales y... Tengo que irme.

Colgué antes de escuchar más gritos preocupados de mi hermano, suspirando, acomodé mi cámara de una mejor manera, para que cuelgue al lado de mi cuerpo, saliendo del pequeño espacio y enfrentándome a lo que fuera. Mierda, en serio hacía calor, necesitaba salir de ahí a como diera lugar.

Cuando abrí la puerta del cubículo, observé que tenía razón, una persona había entrado al baño, una mujer y desprendía aroma a alfa por todo el lugar. Mordí mi labio inferior de nuevo e intenté no hacerme notar, algo imposible considerando el espejo gigante que se encontraba delante de nosotras, ella me observó a través de el reflejo y pensé que definitivamente estaba acabada, mi omega jadeo ante la potente mirada violeta de aquella mujer, mientras yo me encontraba muerta de miedo, desprendiendo más feromonas que nunca simplemente por no saber controlar mi pánico. 

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𝓣𝓱𝓮 𝓹𝓮𝓻𝓯𝓮𝓬𝓽 𝓸𝓶𝓮𝓰𝓪 || 𝒱𝒾𝓂𝑜𝓈𝓈𝒶 ||Where stories live. Discover now