Insomnio

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Las bisagras rechinaron despacio al abrirse la puerta, y ese agudo sonido resonó a través del monitor interrumpiendo así a la callada noche. Lo siguiente que salió de la bocina, fue un lúgubre silencio.

●●●

El sonido estridente el reloj alarma se presentó, volviendo a hacer de las suyas con su irritante ruido. Valeria no tardó mucho en despertar y apagarla de un golpe, pero el daño ya estaba hecho. Se estiró perezosa después de dar un suave empujón a Alan para hacerlo despertar.

Se sentó en la cama mientras bostezaba y se deshacía de las sábanas. Miró a su alrededor con una idea cruzando por su cabeza, pero no fue hasta que se había cambiado por completo de ropa, que decidió hablar sobre ello.

Miró a su esposo, que apenas se había decidido a levantarse. Caminaba soñoliento por la habitación en busca de su ropa, y sin pensárselo más le dijo:

— ¿Escuchaste a Susy jugar anoche?

—No —arrastró Alan cada letra con flojera—. Dormí como tronco.

—Es extraño, yo tampoco la escuché. —Miró a su marido detenerse frente al ropero para luego girarse hacia ella—. Es decir, siempre la escucho y ésta vez...

— ¡Basta! —interrumpió con un dejo de molestia—. No seas paranoica.

Se miraron uno al otro con ceños fruncidos, cada uno seguro de tener la razón. Y es que la noche anterior, después de que Valeria se hubiese tranquilizado tras asegurar con llanto que había alguien en la casa, habían tenido una larga platica. Aunque claro, ésta había terminado en una gran discusión.

Valeria afirmaba que había algo en aquella casa, un espectro fue lo que dijo. Contó con detalle todo lo que el día anterior le había ocurrido, desde los rasguños en el edificio de la doctora Miriam, hasta el momento en que el Señor Bigotes rodó bajo la cama.

Por su parte, Alan estaba convencido de que aquello no era más que tonterías. Porque, para empezar, los fantasmas no existen.

Además, el que hubiese escuchado rasguños no significaba nada, bien pudo haber sido un gato o algún otro animal. Incluso pudo ser otra cosa que por la similitud del sonido, ella creyó que eran rasguños. Como fuese, Valeria estaba exagerando.

En base a ello, la discusión se acaloró, con Valeria anonadada de que su esposo no quisiera escucharla, y que en su lugar la juzgara de loca.

Fue justo por eso que al final terminaron por cambiarse de ropa en silencio, molestos el uno con el otro. Alan fue el primero en salir de la habitación para dirigirse al baño, aunque segundos más tarde volvió con una expresión confusa.

La habitación de Susy tenía la puerta abierta pero ella no se encontraba en su interior. Al escuchar eso, Valeria se separó del tocador para dirigirse ambos a la planta baja en busca de su hija.

Mami, no quiero dormir [S.O. #2] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora