Capítulo 3

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"Sin haber conocido la miseria es imposible valorar el lujo."- Charles Chaplin.


Capítulo 3.

Luego de comprobar que yo también me encontraba desnuda y notar que el cuello me dolía intensamente, me desperecé tratando de recordar lo que había sucedido. Me arrepentí tanto por algunos momentos... ¿De verdad me había atrevido a traspasar la línea de amistad que tenía con aquella mujer? ¿Cómo sucedió?.... Una migraña terrible me atacó en ese instante, quizás provocada por el esfuerzo de recordar lo que había pasado, o quizás por el evidente exceso en el alcohol. Me levanté con lentitud de la cama, cuidado no despertar a Keila, quien lucía, (debo admitirlo) muy sensual cubierta solamente con las sábanas en color fucsia que cubrían mi colchón. Tomé algo de ropa y mi toalla, para luego entrar a la ducha, donde permanecí unos cuantos minutos, casi en automático, tratando en vano de recordar los detalles o las circunstancias que nos llevaron a aquello, aunque en el fondo deseaba que nada hubiera sucedido y que sólo se tratara de un malentendido o una broma. También me dio tiempo de lamentarme de que todo lo que "pasó" con Dianna no fuera más que un sueño de esos que parecen tan reales que duele darse cuenta de que no lo son, alguna mala jugada de mi mente, algo que nunca pasaría, pero luego me reclamé: ¿por qué tendría que ser real algo que ya sabía imposible?...
Al salir de la ducha, ya vestida con ropa cómoda, de esa que me gusta usar los fines de semana, volví hasta la habitación y noté que Keila me miraba divertida desde la cama, con una sonrisa enorme.

- Eres un patán- me dijo sin dejar de sonreír.
- ¿Por qué?- pregunté sin tener idea a qué se refería.
- No puedes acostarte maravillosamente con una mujer y luego dejarla despertar sola- sugirió haciendo un puchero que en otras circunstancias me hubiera parecido muy divertido.
- ¿De verdad pasó?- pregunté desconcertada.
- Sí, de una manera salvaje y apasionada. ¡Con razón a tus ex - novias les costaba tanto asimilar cuando las terminabas!- completó.
- Keila, ¿estás bromeando?...
- No, claro que no bromeo, pero no te preocupes. Fue divertido pero sé que no quieres nada conmigo y pues yo tampoco. Lo mío son los hombres, aunque debo admitir que eres bastante buena en lo que haces, Lea.- me dijo riéndose ya abiertamente.
- Keila, es en serio... No quise ofenderte. Lo siento.
- No me ofendiste, tonta. De hecho se podría decir que yo te obligué. ¿No recuerdas nada de lo que sucedió ayer?...
- No...
- Bueno, entonces te lo resumo: llegamos a la fiesta del chico atleta, nos aburrimos, viste a Dianna con su novio toda la noche y luego pediste que nos fuéramos. Pasamos por unos tragos y llegamos aquí. Te pusiste a llorar como una niña por tu Sofía y porque según tú, tampoco Dianna te haría caso. Yo te consolé, una cosa llevó a otra y fin: nos acostamos maravillosamente.- dijo con simpleza, como si el hecho de que algo así pasara entre dos amigas (una de ellas, heterosexual) fuera normal y completamente frecuente.
- ¿No te arrepientes?- pregunté.
- Claro que no. Fue una de las cosas más ricas de mi vida- dijo sonriendo con la desfachatez de siempre. Me sonrojé. – Ya no estés tan preocupada, Lea, simplemente son cosas que pasan. Mejor dime, ¿cuándo te decidirás a acercarte a Dianna?... Lo de ayer no fue muy normal, Lea: te amargaste la fiesta sólo con verla con Christian- comentó.
- Sabes que no me acercaré a ella- le comenté.- No voy a arriesgarme a que piense lo peor de mí, o a que no me permita ni hablarle. ¿Sabes lo vergonzoso que sería acercarme a ella y que me ignorara?...
- Es que ese es el problema: tienes miedo.
- Soñé con ella- confesé entonces.
- ¿Hubo sexo?- preguntó de inmediato, con la picardía que sólo ella podría hacerlo.
- No, recién comenzaba...- dije medio ruborizada.
- ¿Y qué soñaste entonces?...- preguntó interesada, levantándose desnuda con toda la naturalidad del mundo. Luego de contemplarla un poco de forma inconsciente y al notar que comenzaba a curvar su sonrisa perversa, mejor miré hacia la ventana de la habitación. Le conté mi sueño, mientras ella iba colocándose las sábanas a manera de "vestido" y me escuchaba con atención. Cuando terminé, simplemente me dirigió la mirada de siempre que algo le causaba ternura. – Ay, Lea... ¿No te das cuenta de que en tu sueño tienes la respuesta?- preguntó como si se tratara de algo muy obvio.
- ¿A qué te refieres?...
- Lea, Lea... Me refiero a que tienes que recordar lo que te "dijo" Dianna: eres tú la que siempre se aleja de alguna forma. Le tienes tanto miedo a que te rechace, que tú eres quien lo hace. Ni lo notas, pero así es... ¿por qué lo haces?...
- No me alejo- mentí.
- Sí lo haces. Siempre. ¿A qué le temes?...
- Pues a que se de cuenta de que me gusta. ¿Te imaginas?... Sería muy vergonzoso que ella supiera lo que deseo, todo lo que me hace sentir...
-¿Ya estás hablando de "sentir"? ¿En serio?...
- No me refiero a emociones- comenté rápidamente al mirar su cara de sorpresa- Me refiero a que sólo la veo y me ruborizo, los ojos se me llenan de lágrimas y se me dibuja una sonrisa idiota. Puedo sentir en mis mejillas un calor, unas cosquillas. Me pongo nerviosa, comienzo a balbucear. No soy capaz de sostenerle la mirada ni por 5 segundos... ¿Cómo quieres que si quiera considere la opción de acercarme a ella?...
- Es que si no lo haces, jamás sabrás de lo que te estás perdiendo.
- ¿Y qué me pierdo?... Dianna es popular, tiene un novio que según muchas es "guapo", por lo que sé, tiene buenas notas, les gusta a varias personas... ¿Qué podría yo significar para la vida de alguien así?- pregunté ya con un verdadero ataque de conmiseración.
- Te estás menospreciando. Estás mal, Lea. Entiendo que en éste momento estás pasando por una situación difícil por el rompimiento con Sofía, pero tienes que empezar a ser la Lea Michele que conocí en algún momento. Ya basta de la chica tranquila, de la Lea que se queda estática ante la vida, ¿dónde está la mujer vestida de fiesta? ¿Dónde quedó la Lea de los ojos alegres y la personalidad vibrante? ¿Dónde está la Lea que sabía que con una sola mirada podía hacer lo que quisiera? ¿Dónde está la Lea que se desvelaba en las fiestas, que bailaba hasta caer muerta de cansancio? ¡Te has perdido, amiga! Has privado al mundo de una persona como las hay pocas. ¿Por qué te has abandonado así? ¡Tienes todo para tener a Dianna o a cualquiera contigo!- me dijo con una seriedad que pocas veces tenía. En ese momento recordé que Keila, con todo y sus locuras, sus ataques desquiciados y sus rasgos psicópatas, era mi mejor amiga y la única que me decía las cosas justo en el momento en el que debía de hacerlo. Se acercó a mí y me abrazó, para luego darme un beso prolongado. – Eres una persona muy valiosa- me dijo- Y besas rico- comentó rompiendo con la dulzura de ese momento. Yo sonreí, aunque estaba conmovida con todas las cosas que me había dicho, pues eran dolorosamente ciertas: desde que encontré en Sofía las cosas que buscaba en otras personas, decidí renunciar a seguir buscando, pero cometí el error de hacerlo también en mí. Me estanqué. Me convertí en la sombra de lo que era y dejé de hacer todo lo que formó la persona que le conquistó. Fue por eso que lo nuestro se desgastó de aquella forma. Quizás era el momento de volver a ser la Lea Michele que conocí y que le hice conocer a esa mujer que me estaba animando a cambiar, a regresar, a ser.
- Tú lo sabes todo- le dije mientras la abrazaba con fuerza, para soltarla después de unos segundos.
- Obviamente- respondió.- ¿Entonces? ¿Me dejas recuperar a la Lea que se perdió? ¿Me dejas mostrarle que tiene oportunidad de tener a Dianna o a la misma Madonna si lo desea así?- me preguntó.
- Sí...
- Muy bien, entonces déjame bañarme, préstame un par de trapos y por Dios arréglate. Iremos de compras y luego a reventar la pista de algún antro gay.
- ¿Y por qué un antro gay?- pregunté divertida.
- Porque ésta noche te voy a demostrar que eres capaz de ser la persona más atractiva del mundo con solo proponértelo... Y porque tengo curiosidad de saber si todas las mujeres besan igual de bien- comenzó molestándome de nuevo. Sabía que quizás no era del todo cierto lo que me estaba diciendo y que sólo lo hacía para tratar de animarme, pero funcionaba de tal modo que agradecí su esfuerzo.
- Estás loca- le dije riéndome.
- Lo sé- aceptó resignada, con los labios curvados. Luego de eso se levantó y tomó la toalla que le proporcioné, para luego meterse a bañar. Le dejé sobre la cama algo de la ropa que podía quedarle bien y luego salí a prepararnos algo de desayunar. Cuando estuvo vestida y almorzamos, me advirtió que llevara mi cartera y todo lo que pudiera de dinero, pues ese día haríamos "cosas de chicas" y por la noche "cosas con chicas", mientras me guiñaba el ojo. Salimos de mi departamento y me llevó al centro comercial. Entramos a una tienda de ropa que no tenía precios demasiado elevados y elegimos de todo. Ella insistió particularmente en algunas prendas, ya que, según su vista, "lucían bien con mis ojos". Saliendo de ahí, fuimos a dejar las bolsas al automóvil y luego regresamos al cine, pues pidió que fuéramos a ver una película que le habían recomendado. A manera de broma, justo entrando a la plaza nuevamente, me tomó de la mano y la entrelazó con la suya. Caminamos así (realmente no era incómodo) y luego de comprar los boletos (ella insistió en pagar) le ofrecí que por lo menos los dulces correrían por mi cuenta, por lo que nos formamos en la fila de la dulcería.
- ¿Qué quieres?... Yo creo que pediré un Icee- le indiqué.
- Yo unas palomitas, ¿pero me das de tu Icee?- preguntó.
- No- bromee. Ella me miró severamente y luego cambió su gesto. Se acercó sin quitarme la vista de encima y me dio un beso amplio que, al tomarme por sorpresa, me hizo perder el control de cierta forma. Cuando abrí los ojos, ella me miraba divertida. Las personas que se encontraban en el sitio igualmente nos miraban y yo sentí verdadero temor al notar que entre ellas estaban Dianna y su grupo de amigos. ¿Por qué de todos los lugares en el mundo en dónde podían estar ellos o nosotras nos teníamos que cruzar? ¿Por qué tenía que verme besando a Keila?... En cuanto ellos notaron que yo los había visto, voltearon la mirada con el fin de hacer como si nada hubiera sucedido, pero ya era demasiado tarde. Keila ni siquiera se enteró de lo sucedido, por lo que se lo tuve que indicar después, una vez que estábamos dentro de la sala.
- Discúlpame, Lea, ¿yo cómo iba a saber que Dianna estaba ahí?- preguntó sinceramente.
- No te preocupes.- la tranquilicé.
. Si me preocupo- me contradijo- Te estoy animando para que te aventures a buscarla y conquistarla y yo misma te lo dificulto...- reflexionó.
- De verdad no importa. Sabes que de todos modos es imposible lo que deseo con ella. Ya, no hay problema... Al rato me las pagarás cuando una chica linda se te acerque y no me quede más remedio que llegar a decir que eres mi novia- le dije en tono de broma. Ella sonrió, más tranquila. Vimos la película con tranquilidad y saliendo me tomó del brazo, mientras ambas pedíamos que Dianna y sus amigos ya no estuvieran ahí. Tuvimos suerte.
Manejó hasta su casa y llegando ahí videojugamos por un tiempo. Ya entrada la tarde, nuevamente tomamos una ducha, nos colocamos un par de prendas de las que habíamos comprado y no sé como logró convencerme, pero me maquilló de una forma bastante buena, igual que lo hizo con ella misma.

- Ésta noche es nuestra- me dijo tomándose de un solo trago el shot de tequila que se había servido. Salimos en su auto y luego de investigar por muchas calles (de las cuales yo ya no recordaba ni el rumbo ni el nombre, pues tenía tiempo que no las visitaba), encontramos un estacionamiento y luego caminamos hacia un antro de los que visitaba cuando era un tanto más joven.
- Siento que ya no estoy en edad para esto- le comenté.
- Estás loca. Eres muy joven, no empieces con tus cosas. Además recuerda: la noche es de nosotras.- dijo jalándome hacia la entrada de aquel sitio. Pagamos la entrada y posteriormente nos dirigimos hacia la barra. El lugar era amplio: en una zona tenía cómodos sillones que ya llegada la madrugada eran utilizados como camas para los que se encontraban con sueño o en un estado de ebriedad considerable. Si seguías por un determinado pasillo, llegabas hasta la pista de baile, también amplia. En el sitio había mayormente chicas de todo tipo, algunas iban en pareja y otras, como Keila o como yo, simplemente buscaban un tanto de diversión o compañía. Aunque pensándolo bien, yo no tenía idea de qué estaba buscando.
- Ahora vuelvo- le dije a Keila una vez que estuvimos ubicadas en una mesa céntrica. Ella asintió y yo caminé hasta la barra, donde compré una botella de whisky y un par de vasos. La mesera me acompañó hasta donde Keila y luego de dejarnos un recipiente con hielos y nuestro par de vasos ya servidos, se retiró.
- Por todo esto, Lea. Por las estrellas de la pista en que nos convertiremos ésta noche- dijo alzando su copa. Brindamos sonriendo.
- Por nuestra amistad.- le dije.
- Por nuestra amistad erótica- respondió.
- Keila...- le dije luego de sonreír.- ¿Está bien lo que estamos haciendo?...
- ¿Te causa conflictos? De ser así, paramos mejor...
- No es eso, sólo no quiero que nos podamos confundir o algo por el estilo...
- No pasará. Si no te conflictúa, a mí tampoco. Sólo vamos a divertirnos, ¿te parece?...
- Bien.
- Entonces, ¿a bailar?- preguntó en el mismo tono fuerte que tuvimos que usar para toda la conversación, pues la música ya resonaba con fuerza. Yo asentí y nos levantamos para dirigirnos a la pista del baile. Con el paso de las canciones también íbamos tomándonos la botella, sonriendo, divirtiéndonos como las amigas que éramos. De vez en cuando se acercaba hasta mí y me daba besos pequeños, pero mayormente bailábamos. – La chica que está ahí- dijo señalando un par de personas más lejos de mí- no ha dejado de mirarte toda la noche. ¿Qué tal si hago <la graciosa huída> y le doy oportunidad para que se acerque?...
- ¿Está linda?...- pregunté bromeando como si eso me hubiera importado.
- Bastante... Así que iré al baño. Acércate a hablarle. Iré al baño, si te corresponde en ese límite de tiempo, que estoy segura de que será así, ya vemos qué planeamos, ¿te parece?...
- Bueno. Gracias- le dije. Ella me dio un beso en la mejilla y luego comenzó a caminar, perdiéndose entre toda la gente que estaba ahí. Sin perder el tiempo, giré mi vista hacia la chica indicada, para comprobar que en efecto aquella mujer era bella. Me sonrió al instante, y esa fue la señal. Me acerqué hasta ella, ya impulsada por el alcohol, por la adrenalina, y por todo lo bien que Keila me había hecho sentir durante ese día. No creo que sea necesario entrar en detalles de cómo sucedió todo, y francamente tampoco los recuerdo. Cuando menos me lo esperaba, ella ya se encontraba entre mis brazos, besándome de una forma salvaje de la que francamente sólo deseaba escapar. Cuando por fin me pude librar de ese abrazo fue demasiado tarde. Parecía que la noche me estaba jugando la más jodida de las bromas: Diannna y otra chica me estaban mirando fijamente, con una expresión bastante rara. Apenas me estaba repondiendo de ello cuando alcancé a escapar y llegar hasta donde se encontraba Keila, quien regresaba del baño. Ella se lanzó a mis brazos sin tener idea de nada y me dio un beso en los labios. La rubia y su amiga se quedaron desconcertadas mientras yo sólo quería que me tragara la tierra. ¿Por qué a mí?...

CONTINUARÁ...

Imposible (Fanfic Achele)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora