12 •the third •

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Temporada 1 •|

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Temporada 1 •|

POV— Ana

Me desperté tarde, demasiado tarde. El sol ya entraba directo por la ventana y me di vuelta en la cama como si eso pudiera retrasar el día. El celular estaba sobre la mesa de noche, vibrando con una notificación.

Un mensaje de Conrad.

"Estoy con Cleveland en el barco. Ten una buena mañana."

No sé cuánto tiempo me quedé mirándolo, pero seguro más de lo normal. Porque terminé sonriendo como una completa estúpida, con la cara enterrada en la almohada, riéndome sola como si alguien me hubiera contado el mejor chiste del mundo.

—Ana Hunter, estás perdida —me dije en voz baja, como si admitirlo lo hiciera menos evidente.

Al salir de mi cuarto escuché voces. En el pasillo, casi choco con Belly, que acababa de salir del baño con la toalla envuelta en el cuerpo y el pelo goteando. Frente a ella, Jere estaba apoyado en la pared, hablando animadamente. Ella reía de algo que él había dicho, y por un segundo pensé que parecían sacados de una de esas comedias románticas tontas que me encanta mirar a escondidas.

Me quedé congelada, incómoda, hasta que Belly me vio y saludó con la mano, sonrojada.
—Buenos días, Ana.

—Ehm… buenos días. —Me apuré a bajar las escaleras antes de invadir un momento que claramente no era para mí.

En la cocina, mi madre estaba de pie junto a la cafetera, tarareando una canción que no logré reconocer. Sabrina se veía más despejada que anoche (lo cual era un milagro, considerando lo que había visto).

—¡Mira quién decidió unirse al mundo de los vivos! —dijo con una sonrisa cuando me vio entrar.

—Buenos días, má —respondí, dejándome caer en la silla.

Ella me sirvió un plato con tostadas y frutas, como si tuviera todo calculado para que yo no muriera de hambre.
—Desayuna bien. Se te nota en la cara que dormiste mucho, pero no descansaste nada.

Yo mordí la tostada para no tener que contestar, porque ¿cómo se le explica a una madre que no dormiste por estar recordando la risa de un chico en la playa?

Me limité a mirar mi celular de reojo, con esa sonrisa boba todavía pegada en los labios.

"Ten una buena mañana."
Sí, claro. Demasiado buena.

Bajé el plato vacío al fregadero y, cuando estaba por subir otra vez, me crucé con Susannah en el pasillo. Llevaba un pañuelo en la cabeza, una bata color crema y una cajita de pinturas en la mano. Se veía serena, aunque sus ojos tenían ese brillo cansado que últimamente notaba cada vez más.

"𝑻𝒉𝒆 𝑺𝒖𝒎𝒎𝒆𝒓 𝑾𝒆 𝑪𝒐𝒖𝒍𝒅𝒏'𝒕 𝑻𝒆𝒍𝒍"Where stories live. Discover now