—¿Qué se perdieron? —preguntó Steven, mirando de Belly a Ana.
—Nada —contestó Ana—. Solo la historia de cómo Belly madrugó para una cita y se quedó en tierra.
Belly le lanzó una mirada de advertencia, pero Ana solo sonrió inocentemente.
—Interesante —murmuró Jeremiah, tomando un plátano de la cocina—. Muy interesante.
Ana se hundió más en el sofá, sabiendo que Belly iba a tener que aguantar bromas todo el día.
Ana seguía hundida en el sofá, abrazando el cojín como si fuera una barrera contra el mundo. Desde la cocina, Jeremiah estaba en plena operación de rescate matutino: una licuadora, jugo de naranja, hielo y algo verde que Ana no quiso identificar.
—Jugo para la resaca —canturreó Jere mientras servía en un vaso alto—. Especial para mi querido hermano mayor.
Conrad bajó las escaleras con el cabello despeinado y los ojos entrecerrados. Sin decir mucho, aceptó el vaso y, en lugar de quedarse en la cocina, fue directo al sofá… sentándose justo al lado de Ana.
Otra vez.
Ana notó que él se recostó un poco hacia ella, el brazo apoyado en el respaldo, y que sus rodillas se rozaban apenas. Ni siquiera parecía hacerlo a propósito, pero lo hacía.
—¿Sigues viva después de anoche? —preguntó Conrad con voz grave, dándole un sorbo al jugo.
—Más que tú —respondió Ana, sin mirarlo, como si estuviera más interesada en el control remoto.
Él sonrió de lado y, distraídamente, comenzó a jugar con uno de los pliegues del cojín que ella abrazaba, como si no hubiera espacio suficiente en todo el sofá.
Desde el comedor, Susannah apareció con una sonrisa radiante.
—¡Belly! Me alegra tanto que hayas aceptado ser debutante —dijo entusiasmada, como si el simple hecho le hubiera alegrado la semana.
Belly se sonrojó un poco, pero sonrió.
—Bueno… supongo que será divertido.
Susannah giró la mirada hacia Ana, expectante.
—¿Y tú, cariño? ¿Vas a hacerlo también?
Ana, todavía sentada junto a Conrad, negó suavemente.
—No es lo mío, Susannah. Prefiero… no desfilar frente a toda la ciudad.
—Oh, vamos, sería tan lindo —insistió Susannah, pero su tono era dulce, sin presión real.
—Paso. Gracias —contestó Ana, encogiéndose de hombros.
Conrad levantó una ceja y, sin dejar de jugar con el cojín, murmuró:
—Creo que te verías bien con un vestido largo.
Ana lo miró de reojo.
—Creo que deberías concentrarte en tu jugo.
Jeremiah soltó una risa desde la cocina, y Susannah, aunque un poco decepcionada, siguió hablando con Belly sobre los preparativos.
Ana, por su parte, solo intentó ignorar que Conrad seguía demasiado cómodo a su lado.
La mesa del desayuno estaba llena: café, tostadas, frutas, y Susannah sirviendo jugo como si el verano fuera interminable. Ana comía distraída, mientras su madre, Sabrina, la observaba con esa sonrisa que siempre significaba que iba a intentar convencerla de algo.
—Ana, amor… aunque no quieras ser debutante, ¿por qué no vienes con nosotras a comprar? Podrías ayudar a elegir los vestidos.
Ana masticó lentamente y luego negó con la cabeza.
—Mamá, en serio… no me interesa.
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"𝑻𝒉𝒆 𝑺𝒖𝒎𝒎𝒆𝒓 𝑾𝒆 𝑪𝒐𝒖𝒍𝒅𝒏'𝒕 𝑻𝒆𝒍𝒍"
Fanfiction"𝑻𝒉𝒆 𝑺𝒖𝒎𝒎𝒆𝒓 𝑾𝒆 𝑪𝒐𝒖𝒍𝒅𝒏'𝒕 𝑻𝒆𝒍𝒍" El verano que no pudimos contar. |•En un verano lleno de secretos y emociones a flor de piel, Ana y Conrad se encuentran compartiendo una aventura que nadie puede descubrir. Entre miradas furtivas...
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