—Así que era eso... —murmuré.
—¡Phil!
Me giré hacia la voz que me llamaba. Pearl venía caminando hacia nosotros con la pequeña Maddie de la mano. Cuando llegaron, Maddie fue directo a Liam, quien la recibió con un abrazo entusiasta, como si no se hubieran visto en semanas.
—¡Qué sorpresa verlos por aquí! —exclamó Pearl con una sonrisa, dándome un beso en la mejilla.
—Lo mismo digo —respondí, devolviéndole la sonrisa—. ¿Qué están haciendo?
—Vinimos a acompañar a Al en su partido de rugby—dijo ella, señalando hacia la cancha.
Volví la vista en esa dirección y entonces lo vi. Alejandro, con un conjunto deportivo oscuro, estaba inclinado hacia adelante, agotado, pero riendo a carcajadas por algo que uno de sus amigos había dicho. Apoyaba el antebrazo en el hombro de Daniel, quien tenía su cabello rubio desordenado, con la camiseta empapada de sudor. Su sonrisa era leve, cansada pero inconfundible.
Sonreí.
Daniel está aquí.
Mi corazón se detuvo ante eso.
No puede ser.
Daniel está aquí.
—¿Quieren acompañarnos? —preguntó Pearl.
Liam levantó la vista, mirándome con esos ojos enormes y brillantes que sabía usar a la perfección cuando quería algo.
Suspiré, atrapado.
—Claro... —respondí, aunque mi voz sonó más insegura de lo que quería admitir.
Los niños corrieron juntos hacia una banca cercana donde había un pequeño mantel estirado con algunas cosas sobre él: jugo, fruta, una tarta y un par de servilletas arrugadas por el viento. Pearl y yo los seguimos a paso más lento.
—¿Cómo has estado, Phil? —me preguntó con suavidad, girando un poco la cabeza para mirarme de costado—. Siento que ha pasado una eternidad desde la última vez que hablamos.
—He estado... muy ocupado últimamente —dije, forzando una sonrisa.
Ocupado pensando en los problemas en que me he metido.
—Si, yo igual. El trabajo a veces se lleva todo el tiempo libre.
Nos sentamos junto a los niños. Maddie repartía servilletas como si fuera la anfitriona de un evento importante, mientras Liam ya tenía la mirada fija en la tarta.
—¿Puedo comer un poco de eso? —preguntó, señalando el pastel con una sonrisa traviesa.
—Claro —respondió Pearl—. Está hecha con manzanas y un poquito de canela.
—¡Genial! —exclamó Liam, ya estirando la mano para tomar una porción.
Pearl me ofreció un plato, pero negué con un gesto suave.
—No, gracias. Estoy bien.
—Oh, cierto. Olvidaba que odias las cosas dulces.
—No es que las odie, es solo que no son de mi preferencia. Hay cosas mejores que los dulces.
Pearl soltó una risita.
—Que no te escuche Danny, si no le dará un ataque al pobre.
Eso me hizo volver la vista hacia la cancha. El partido había empezado de nuevo. Los jugadores corrían, gritaban jugadas y se empujaban con fuerza entre risas y exclamaciones. Pero mis ojos se clavaron en Daniel. Se movía con una precisión elegante, cada paso medido, su cuerpo tensándose con cada carrera. Su rostro estaba completamente concentrado, los labios apretados, los ojos fijos en el balón como si fuera lo único que existiera.
BINABASA MO ANG
A New Chapter
RomanceTras su divorcio, Phillip solo quiere una vida tranquila: cuidar a su hijo, trabajar y mantenerse lejos de cualquier drama romántico. Todo parecía ir de acuerdo al plan... hasta que apareció Daniel. Lo que comienza como una amistad casual pronto se...
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