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Capítulo I: Depresión

Un cuidadoso movimiento, el leve tirón en su muñeca izquierda y el sonido áspero de páginas al ser pasadas fueron lo que importunaron su plácido sueño. Apretó los párpados no queriendo por nada del mundo despertar todavía pero, con un brazo sobre su rostro para protegerse de la luz inminente, los entreabrió tras unos instantes. Contrario a lo que había pensado, la estancia se hallaba a oscuras a excepción de un foco de luz azulada que fluctuaba armoniosamente sobre una maraña de cabello oscuro y sobre una piel cadavérica pertenecientes al excéntrico detective que en esos momentos se desicaba a revisar unos informes. Sentado, de aquella forma que siempre se sentaba. Insólito como solo él podía serlo.

Light parpadeó, sintiéndose desorientado y pesado, ¿qué hora sería? Probablemente ni siquiera había amanecido.

—Buenos días. Lamento haberte despertado.

—Hm. ¿Qué hora es? —Buscó con mirada adormilada el reloj apoltronado sobre una de las mesitas de noche, y entonces deseó haber permanecido en la ignorancia. Si no estuviese acostumbrado tal vez se hubiera exaltado, o acaso sus ojos se hubieran abierto de par en par redondos como dos enormes naranjas. Pero lo único que sintió fue conformidad y migajas de resignación—. En serio, Ryuuzaki, ¿las 5:15?

Un suspiro escapó de sus labios mientras se desplomaba de nuevo sobre la cama.

—¡Debemos aprovechar el día! —anunció el detective, aunque su voz no dejaba de destilar cierta desgana—. Tú como buen japonés y estudiante modelo deberías ponerlo en práctica.

—¿Pones en tela de juicio mi nacionalidad y genialidad? —Bostezó y continuó argumentando su postura con languidez—. Eso no son más que estereotipos... Además, el cerebro precisa de un merecido descanso de vez en cuando, y nosotros más que nadie. De otra forma solo le allanarás el terreno a Kira.

Adormilado como estaba, Light contempló desinteresadamente las acciones de Ryuuzaki, quien con semblante pasivo procedía a alzar una de las hojas cogiéndola por sus bordes superiores con los dedos índice y pulgar. Por mucho que lo mirara, nunca sería capaz de dejar de repetirse cuán particular era el sujeto.

De repente, el objeto de su ensimismamiento se giró; sus ojos negros clavándose en él como agujas.

—En realidad no son necesarias tantas horas de sueño como la gente cree. —Light iba a replicar que definiera "tantas" pues estaba convencido, hasta el punto de exonerar a Kira de todos sus cargos si se equivocaba, de que el detective ni siquiera dormía 3 horas al día; pero este se le adelantó—. Además, con todo el azúcar que consumo mis neuronas tienen material de sobra para permanecer activas y saludables. ¿Por qué? ¿Tratabas de amenazarme sutilmente?

Light hubiese rodado los ojos si no le hubiese dado demasiada pereza; en cambio, los cerró.

—¿Ya estamos de nuevo?

Aquella era una conversación habitual y rutinaria; el pan de cada día. Aunque no por eso resultaba placentera.

—Bueno, si tú fueras Kira no sería tan raro. Con toda probabilidad te enfurecería que yo más que cualquier otro no te dejase conciliar el sueño como un Dios se merece, porque —se llevó el pulgar a los labios y lo succionó en un gesto mecánico— como ya sabemos, Kira es un sujeto infantil e inmaduro con ensalzados delirios de grandeza... Sí.

—Yo por el contrario opino que cualquiera en mi posición desearía matarte solo teniendo en cuenta lo obcecado que eres con tus sospechas en cuanto a mi persona —objetó Light con cierto fastidio—. Ya no entremos en que no me dejas dormir como a las personas normales.

DEATH  CHESSWhere stories live. Discover now