Brett Bane

869 132 5
                                    

Eileen había abierto los ojos, para derrumbarse en el piso con un horripilante grito.

Un zumbido invadió mi cabeza y por instinto me tape los oídos, sentí algo viscoso salir de mis oídos, y sabia perfectamente que era sangre.

Mire a los demás, todos estaba en el piso con los oídos tapados, Elena y Alyda tenían la cara empapada en lágrimas, Derek estaba mirando hacia el suelo, de sus odios salía un líquido plateado y Nathaniel estaba con los dientes apretados controlado su lado demoniaco, al ver como las líneas como tatuajes de sus brazos se movían por su piel de aquí para allá.

La guerra se había detenido, los Trasfugaes sufrieron la peor parte, algunos se desintegraban, otros se suicidaron en míseras de segundos, algunos huían o se lanzaban por el precipicio. En si en cinco minutos de pie solo estaban el ejército del consejo.

Eileen cerró la boca, pero tenía la mirada perdida.

—No, no.—Susurraba antes de caer acostada en suelo, me acerque.

—Eileen, todo está bien.—Susurre acariciando su cabello mal cortado lleno de suciedad.

—Todos...Todos...Morirán, ¡están muertos!—Vociferó levantándose, la tierra a nuestros pies tembló.

Varios rayos atravesaron el cielo.

Eileen en un momento está frente a mí de espaldas, antes de que corriera a una velocidad para nada natural hacia la ubicación de paladio.

Gruñí, ante la sensación de cambio.

En vez de mi cuerpo humano, me encontraba en cuatro patas, era un lobo.

Aullé, antes de correr a todo lo que daba mis patas, iguale la velocidad de Eileen.

Esta volteo a mirar sin dejar de correr, sus ojos dorados me miraron con ira.

¿Ojos dorados?, ¡Oh no!

Eileen soltó una risa fría y hosca, antes de envestirme por el costado con una fuerza que ella no debería de poseer. La fuerza de su empujón me había hecho caer cerca del precipicio, me levanté, trate nuevamente de alcanzarla. No podía herirle, ella no sabía lo que estaba haciendo, estaba siendo controlada por sus emociones negativas.

—¡Eileen! —Llamó Nathaniel, este corría con Derek igualando a Eileen.

Eileen los ignoró.

Derek se interpuso en el camino de Eileen, esta no dejo de correr, cuando llego donde él estaba lo tomo de la muñeca y lo tiro sobre su espalda, Derek hizo una mueca al golpearse contra el suelo, había sonado como si algo se rompiera.

La risa de Eileen resonó, ahora tenía a varios de la orden detrás de ella.

Llego a donde estaban Mysti, Rodio y Paladio.

Ahora estaba todos los sobrevivientes rodeándoles, Eileen enfrente de todos.

—Oh valla...—Susurro Rodio con una sonrisa arrogante, mirando a su hermano Paladio con burla.

—Has perdido, nuevamente. —Sonrió Mysti, Paladio miro a Rodio con odio.

Al parecer se dio dé cuenta de que todo era un plan.

Rodio había sido su distracción, Eileen tenía que ver la guerra, la muerte y la sangre para que sus poderes salieran solos y destruyera al enemigo, claro que jamás tuvimos en cuenta lo siguiente.

Mire críticamente a Eileen, en su mano resplandecía una daga, no era una daga cualquiera, era la antes espada que Bellum, Dios de la guerra le había dado, La espada que pertenecía a la diosa primordial muerta, Ehcon, Diosa de la noche.

La espada estaba encantada por lo que sabía, la espada no funcionada en nadie que no fuera una descendiente de esta Diosa y por lo que Mysti nos había relatado de la descendencia de Eileen, su madre era una Semidiosa, hija de Ehcon.

Por eso su cabello era purpura, por eso sus ojos grises y por eso la espada seguía los deseos de Eileen, legado de la diosa Ehcon. Eileen se acercó hacia Paladio, la daga escondida en la manga de la chaqueta que llevaba, esto no era nada bueno.

—Uh, otra vez.—Se quejó Paladio despectivo, Eileen sonrió dulcemente antes de quedar cara a cara con él.

Mysti tenía una cara de resignación, ella sabía lo que pasaría.

—Sí.—Asintió con un ronroneo suave, en un movimiento muy rápido para el ojo humano saco la daga y lo apuñaló, Paladio se quedó inmóvil.

Eileen se alejó, como si admirase su obra de arte.

Paladio miro el mango de la daga que sobresalía de su armadura, la cual es supuestamente indestructible.

Hubo un jadeo comunitario.

Rodio asintió con la cabeza hacia su hermano.

—Nos vemos, hermano. —Se despidió Rodio. 

Paladio tosió sangre dorada, pero sonrió divertido.

—Volveré.—Musitó, su cuerpo se tambaleo hacia atrás cerca de la cascada.

Antes de caer se quito la daga de su estómago y la arrojó al suelo, sus ojos se pusieron en blanco y cayó a la cascada.

Paladio había muerto.

—Eso fue demasiado fácil, ¿No les parece? —Cuestionó Eileen tomando su daga del suelo, y mirando a la multitud.

—Eileen, Querida, será mejor que todos salgamos de aquí.—Dijó Mysti acercándose a Eileen, la cual aún tenía los ojos dorados.

Eileen se alejó de Mysti con una mueca.

—Tu hermana está muy preocupada.—intento Mysti acercarse nuevamente, esta vez Eileen la dejo acercarse, Mysti puso su mano en la frente de Eileen, esta cerro los ojos, los abrió de nuevo para mostrar sus brillantes ojos grises.

Las próximas horas fueron un borrón, habíamos llegado a la casa de seguridad del consejo.

Amara se lanzó sobre Eileen recibiéndola con un abrazo de oso, Eileen le correspondió y se aferró a ella como una pequeña a su madre.

La madre de Nathaniel y su hermana estaban aquí y corrieron hacia Nathaniel, Alexander y Derek.

Los padres de Elena eran un mar de lágrimas mientras se aseguraban de que curasen bien a la pelirroja.

Los padres de Alyda estaban haciéndola reír mientras la curaban.

Mysti abrazo a un muchacho de unos diecisiete años, de cabello castaño claro, ojos claros de color azul, bronceado y alto, este estaba con la ropa rasgada y sucio de barro, pero aparte de eso no se veía tan grave.

Era Anthony Montgomery, el hijo adoptivo de Mysti.

—¡Hermano!—Gritó Ángel, uno de mis hermanos golpeándome en el hombro

—¡Bro! —Gritó Elías mi otro hermano golpeando mi otro hombro.

—!Oh por Bellum! ¡hay tres Bretts! —Chilló Eileen mirándonos, en sus ojos no había rastro de resentimiento o ira, solo estaba llenos de curiosidad y algo de melancolía.

—Eileen estos son mis hermanos, Ángel y Elías.—Los presente, estos sonrieron antes de apretar a Eileen en un abrazo.

Siete Demonios [Saga Siete # 1]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt