Capítulo 1: El chico de dos caras

7.2K 381 146
                                    

Las hojas caían de los árboles de una forma lenta, pareciera que danzaran en el viento antes de tocar al suelo, era de esperarse el otoño acababa dando paso al invierno, incluso desde aquí se podían ver personas corriendo para hacer las compras de navidad adelantadas, bueno quizá demasiado adelantadas, admitía que era raro ver a una familia marchar felices con su pino a principios de noviembre.

—Se adelantan demasiado a las fecha... pero es gracioso de ver —Aquellas palabras salieron en un suspiro de mis labios a la vez que los curvaba en una ligera sonrisa—Éstas nuevas generaciones viven tan ocupados que ni siquiera tienen tiempo de detenerse a mirar como caen las hojas

Reí un poco al escucharme, seguro que sonaba como un anciano pero es que de verdad me gustaba este paisaje; era de ese tipo de personas que gustaban ver cada pequeño detalle del mundo porque cada cosa era necesaria de admirar con cierto detalle, no sabías que podrías encontrarte con observar y escuchar todo a tu alrededor como los sonidos de la brisa al chocar con los árboles.Seguí caminando hasta el parque donde se supone me encontraría con Jess sin embargo me detuve al escuchar un grupo de personas sollozando, aquellas lágrimas provenían del cementerio contiguo al parque, no pude evitar hechar un vistazo para notar que había acertado, se trataba de un funeral.

—Gracias por terminar tu vida, espero que la hayas disfrutado— Junte mis manos en una posición de oración, era algo que normalmente hacía al toparme con ese tipo de situaciones.

Me acerque solo un poco a aquel tumulto, esperando ver el nombre en la lápida, fue difícil pues parecía haber bastantes personas dentro por lo que tuve que dar saltos para observar.

William Taylor
“Será recordado con mucho cariño por familiares y amigos”

Una vez leído el nombre me aleje y camine hacia el parque que se encontraba cerca.Esa persona había muerto bastante joven según la enorme foto al lado de su sepultura, por alguna razón sentí una extraña presión en el pecho, era un punzante dolor, apreté mi chaqueta en aquella zona, solo fue cuestión de unos cuantos segundos para que esa extraña presión acabara.Pensé que tal vez se tratara de un poco de tristeza por ese joven, o preocupación por mi mismo, temor a que mi vida terminara tan rápido como la suya.

Agite la cabeza alejando la idea de mi mente, si se trataba de lástima o egoísmo; volví a girarme al parque, de todas maneras no tenía una razón coherente para estar en ese lugar, justo cuando había escogido marcharme vi una niña de trenzas rubias en la entrada, cargando una canasta hecha a mano.

—¿Una señal?... tal vez—Sonreí ampliamente y camine sin mucha prisa hacia la pequeña.

Al quedar a unos pasos de ella, me dirigió su mirada azul y en conjunto con aquella chispa alegre hablo.

—¿No gusta comprar flores?—Aquella fue la sonrisa más grande que quizá he apreciado, no pude evitar contagiarme de su sonrisa; sonreí de igual forma para acto seguido acariciar su cabeza, la niña reaccionó conforme a su edad haciendo un leve puchero reprimiendo un reclamo sin perder esa mirada insistente para que le comprara alguna de sus flores.

—Si, dame un ramo—Deje esa caricia señalando hacia aquella canasta separándome un par de pasos hacia atrás.

De su canasto tomó diferentes tipos de flores silvestres que no pude reconocer del todo pero eran hermosas algunas pequeñas y blancas, otras de colores brillantes, mezcló cada tipo y me entregó aquel ramo final.

—Quedate con el cambio—Pague el pequeño ramo sonriéndole de vuelta dándole la espalda para retirarse.Con pasos lentos regrese a aquella lápida, esperando que aquel tumulto de gente hubiera desaparecido o al menos dispersado un poco pero para mi mala suerte el grupo de gente seguía rodeando aquella sepultura, frustrando mis planes.

Enamorado de un yandere Donde viven las historias. Descúbrelo ahora