Capitulo 4: El primer algo

17 1 4
                                        



Esa noche, Jisung llegó a su habitación con los pasos arrastrados y el alma un poco más despierta que de costumbre. Cerró la puerta con cuidado, como si temiera que al hacerlo muy fuerte se deshiciera esa burbuja invisible que lo envolvía desde que se despidió de Minho.

Dejó la mochila tirada a un costado, se sacó los auriculares que ya ni sonaban, y se dejó caer sobre la cama como quien necesita que el mundo se detenga un segundo.

No era felicidad lo que sentía. Pero tampoco tristeza. Era una mezcla rara, imposible de nombrar con palabras simples. Como si por dentro llevara algo tibio, algo frágil y nuevo. Como si el aire tuviera otro sabor, más dulce, más lento.

Se quedó quieto, boca arriba, mirando el techo con los ojos abiertos pero vacíos. Su mente no estaba ahí. Estaba a varias calles de distancia, en una banca de parque, en una risa compartida, en una mirada que no se atrevía a sostener demasiado tiempo.

Estaba en Minho.

Sacó el celular del bolsillo casi por costumbre. Y ahí estaba. Una notificación iluminó la pantalla.

Minho 
"Gracias por hablarme hoy. Me gustó."

El corazón le dio un pequeño salto. Una chispa en el pecho. No era nada tan grande como para asustarse, pero tampoco tan pequeño como para ignorarlo.

Leyó el mensaje más de una vez, dejando que las palabras se le quedaran dentro. Le temblaban los dedos. ¿Por qué Minho tenía ese efecto en él?

Empezó a escribir una respuesta. La borró. Otra vez. Y otra más. Hasta que finalmente, con algo de vergüenza, pero también con una sinceridad que no estaba acostumbrado a mostrar, escribió:

"No soy bueno en eso. Pero... fue lindo."

Minho respondió tan rápido que parecía que estuviera esperando al otro lado de la pantalla con la misma ansiedad.

"¿Viste que no era tan difícil?"

Jisung frunció los labios, intentando no sonreír. Pero fracasó.

"Te estás volviendo molesto."

Y entonces apareció otra respuesta, como un golpe suave al corazón:

"Y tú te estás volviendo tierno."

Jisung se quedó en silencio. Sintió cómo el pecho se le encogía. No de dolor... sino de algo más. Algo que no sabía cómo explicar.
Se cubrió la cara con la almohada, como si eso pudiera esconder el rubor que se le subía a las mejillas. Rió bajito, nervioso, como si estuviera en medio de un secreto que apenas comenzaba a entender.

No podía con él. Minho tenía una forma de decir las cosas que se colaba por rendijas invisibles. Lo desarmaba sin siquiera intentarlo.

¿Desde cuándo alguien tenía ese poder sobre él?

Suspiró. Dejó el celular a un lado, pero solo por un instante. Volvió a tomarlo, como si sus dedos no supieran estar lejos de él por mucho tiempo. Releyó la conversación, saboreando cada línea como si fuera la letra de una canción que aún no se animaba a cantar en voz alta.

Por dentro, algo se estaba moviendo.

Y no dolía.

Del otro lado de la ciudad, en una habitación iluminada apenas por el resplandor azul del celular, Minho también sonreía. Apoyado contra la pared, con los auriculares colgando sin música, se sentía más ligero. Más... vivo.

No era un chico que soliera esperar respuestas con ansiedad. No le gustaban las pausas ni las dudas. Pero con Jisung era distinto. Había algo en él que lo hacía tener paciencia. Algo que le generaba la necesidad de quedarse, incluso cuando no entendía del todo por qué.

Jisung tenía una forma torpe y honesta de hablar que lo hacía parecer real. Minho había conocido a mucha gente, pero muy pocos que fueran así: tan sin filtros, tan imperfectos... y tan encantadores justo por eso.

¿Qué tenía ese chico raro, tímido, sarcástico y dulce a la vez, que se le metía tan fácil bajo la piel?

Minho apoyó la cabeza contra la pared. Cerró los ojos un segundo. Lo vio ahí, en su mente. Riéndose bajito, mordiéndose el labio, desviando la mirada. Todo en él era contradictorio... y sin embargo, todo encajaba.

Todavía no lo sabían, ni lo decían, ni se atrevían a ponerle nombre. Pero esa noche, algo cambió.

Entre mensajes que parecían simples y silencios que hablaban demasiado, se tejía un hilo invisible entre ellos. Un hilo que no apretaba, pero sostenía. Que no forzaba, pero unía.

Esa noche, sin planearlo, sin saberlo, sin entenderlo del todo... fue la primera noche en mucho tiempo en que ambos se durmieron con el corazón un poquito más liviano.
Un poquito más tibio.
Un poquito más cerca del otro.

Y aunque aún no lo sabían, esa era solo la primera chispa de algo mucho más grande.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Uffffff lo hice más largo, ya me cansé un poquito jiji... 

Capaz si me deliro en el próximo capítulo voy a dejarlos boquiabiertos.

Baiiiii :3

El hilo que nos uneWhere stories live. Discover now