E͜͡l͜͡ H͜͡i͜͡e͜͡l͜͡o͜͡ S͜͡e͜͡ R͜͡o͜͡m͜͡p͜͡e͜͡

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"En cuanto a ser impredecible", continúa Amanda, con una sutil sonrisa que apenas llega a sus labios.  "Eso depende de la perspectiva.  Para usted, quizás sea una amenaza; para otros, una aliada impredecible.  El juego ha cambiado, señor Viktor. Las reglas las escribimos juntos".   Sus palabras son una advertencia y, a su vez, un desafío silencioso.  El juego continua, pero Amanda ha establecido claramente sus términos.  Ella no es una marioneta en sus manos; es una jugadora con sus propias reglas, igual de astuta e impredecible que él.

(Viktor ríe, una risa baja y profunda que resuena en la noche, una risa que no es de burla, sino de admiración genuina.  Se inclina levemente, acercándose aún más, la distancia entre ellos se ha reducido significativamente, pero Amanda sigue manteniendo el control.  Sus palabras, afiladas como navajas, le han agradado, y la admiración que siente por ella es palpable. )


"Impresionante, 𝑨𝒎𝒂𝒏𝒅𝒂," dice Viktor, su voz suave, casi un susurro.  "Siempre has sido una adversaria formidable.  Me temo que subestimé tu inteligencia, tu... percepción.  Pensé que podrías estar jugando un juego más simple, un juego de inocencia fingida."  Él se detiene, su mirada penetrante, analizando su reacción.  "Pero me equivoqué, ¿verdad?  Eres tan compleja, tan intrigante...  tan impredecible como yo mismo."  Su mirada se suaviza, aunque solo ligeramente, dejando entrever un destello de algo más que simple admiración profesional.

"Las reglas...  siempre son negociables, 𝑨𝒎𝒂𝒏𝒅𝒂.  Las escribimos juntos, como bien dices.  Pero recuerda esto," añade Viktor, su voz volviéndose grave, su mirada intensa.  "En este juego...  la lealtad es un concepto...  fluido.  Las alianzas pueden cambiar, los enemigos pueden convertirse en aliados, los aliados... en enemigos. Y, a veces..."  Su voz baja, casi inaudible, su mano se acerca sutilmente a la suya, sin llegar a tocarla, apenas rozando el aire que los separa.  "... el riesgo de una traición, puede ser tan atractivo como la promesa de una alianza sólida.  ¿Cuál es tu elección, 𝑨𝒎𝒂𝒏𝒅𝒂? ¿Confianza o cautela? ¿Alianza... o algo más?"  La propuesta está ahí, velada en la penumbra, llena de la promesa del peligro y la excitación.  El juego sigue, pero las apuestas han aumentado.  Y Amanda tiene todas las cartas sobre la mesa para decidir cómo jugarlo.

Amanda siente la intensidad de la mirada de Viktor, la cercanía física,  la sutil insinuación en su mano rozando el aire entre ellos.  Reconoce la admiración en su tono, pero también la amenaza velada que se esconde bajo la superficie.  Este no es un juego de inocencia fingida,  sino una peligrosa danza entre el poder y la seducción.  Y ella no piensa ceder.

Ella mantiene su mirada fija en la de él,  sin apartar la vista, sin dejar que su expresión revele sus pensamientos.  Su respuesta será cuidadosa,  una mezcla de desafío y aceptación,  una forma de mantener el control sin ceder a sus insinuaciones.

"La lealtad es, efectivamente, un concepto fluido, señor Viktor", responde Amanda, su voz tranquila y firme, sin mostrar ni un ápice de miedo.  "Y en un juego como este,  la confianza debe ganarse, no simplemente declararse.  Sus palabras me intrigan,  su propuesta... es atractiva. El riesgo y la recompensa siempre están entrelazados".  Ella deja una pausa significativa, dejando que el silencio refuerce el significado de sus palabras.

"En cuanto a mi elección", continúa Amanda, con una mirada que analiza cada expresión de Viktor,  buscando cualquier señal de engaño.  "Por ahora, prefiero la cautela. La alianza… sigue siendo una posibilidad. Pero una alianza basada en la transparencia, en la reciprocidad, en el conocimiento mutuo.  No en la incertidumbre, ni en la promesa velada de una traición”. Su voz es suave, pero sus palabras son inquebrantables,  una declaración de intenciones que deja claro que ella no juega a ciegas.  El juego continúa, y Amanda ha elevado las apuestas.  Ahora le corresponde a Viktor demostrar que es digno de su confianza,  o arriesgarse a perderla para siempre.

𝑬𝒏𝒕𝒓𝒆 𝑬𝒍 𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒀 𝑳𝒂 𝑶𝒃𝒍𝒊𝒈𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏 Where stories live. Discover now