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12 CHICOS LOBOS - Capitulo 24

- ¿Qué están diciendo? – susurró Erika.

- ¿Cómo se supone que voy a saber eso, Baby Doll?

- Bueno... porque puedes escucharlos, ¿o no?

- ¿Qué? – preguntó entre risas - ¿Qué demonios te hace pensar eso?

- Porque tú eres... ¿un hombre lobo?... – aquello provocó que Simón comenzara a reírse aún más.

- Dios, Baby Doll, ¿Quién te ha metido esas ideas en tu linda cabecita? Aclaremos algo de una vez, no podemos escuchar desde lejos, ni leer mentes, ni lanzar fuego, ni volar, ni hacernos invisibles, ni respirar bajo el agua, ni...

- Está bien, ya entendí, – lo detuvo de pronto – no tenías por qué ser tan cruel.

- Lo siento, – rio – es que tu insinuación para que usara mis "poderes" fue demasiado adorable.

- ¿Por qué mejor no me dices lo que SÍ pueden hacer? – rodó los ojos.

- Bueno, ahora que lo preguntas... tenemos una visión nocturna muy buena, somos bastante fuertes, tenemos un olfato envidiable, y no es que quiera alardear, pero somos peligrosamente atractivos. – sonrió egocéntrico.

- Espera, ¿eso significa que nos pueden oler desde ahí? – de pronto se puso nerviosa.

- A menos de que él olor sea muy fuerte, no. Veras, nuestro olfato se agudiza por instinto, si estamos alertas o nos sentimos en peligro podemos oler cosas a una increíble distancia. – le explicó - Sin embargo, nuestros queridos amigos de ahí abajo no están alertas ni se sienten en peligro porque están en su propia casa.

- Oh... - susurró asintiendo.

- Lo mismo nos pasa a nosotros cuando estamos en la madriguera, por eso no pudimos oler a Jim cuando... bueno, cuando pasó lo que pasó.

Aquellos datos resultaron bastante interesantes para Erika. Después de todo, el único que ella conocía y de primera mano, era su fuerza bruta.

- Bien, en ese caso, ¿cómo sabremos lo que están diciendo?

- Supongo que no lo sabremos, Baby Doll. Lo mejor será intentar descifrar su lenguaje corporal, y sus gestos faciales.

- Bien, déjame ver.

El chico volvió a pasarle los binoculares. Definitivamente debía de ser una charla bastante seria, ya que los seis chicos seguían hablando. Basándose en lo que le había dicho Simón, se fijó más cuidadosamente. El lenguaje corporal de todos era rígido, y sus rostros parecían cansados. Nick permanecía a una corta distancia del resto, escuchando lo que decían, sin embargó tenía los brazos cruzados, y su cara reflejaba más fatiga que la de los demás, ¿Por qué lucía tan agotado?

- Todos se ven muy cansados.

- ¿De qué? ¿De hornear galletitas? – se burló Simón.

- ¿De casualidad sabes si trabajan?

- Mmm... tengo entendido que tallan figuras en madera de pino, y las venden en la ciudad.

- ¿Crees que estén tan cansados por eso?

- Claro que no. No es un trabajo duro, además esos tipos no necesitan el dinero, lo hacen como un pasatiempo.

- Entonces, ¿Qué crees que sea?

- Déjame echar un vistazo, Baby Doll.

Erika se los pasó de vuelta para que el chico los usara, a la espera de su versión. Todo aquello era demasiado confuso. No solo Nick estaba metido dentro de algo estúpidamente "secreto", sino toda su familia. Pero, ¿Qué demonios podía ser para que los tuviera tan agotados?