- GROTH 1 -

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    Groth seguía esperando a Lydia. Le habían dicho que tenía que esperar unos minutos allí hasta que la fulana se preparara. Pero Groth ya estaba harto. Tenía frío y ganas de hacer el amor con alguna mujer, y haber violado a Sylith, la mujer de su amigo Ben, no había saciado su sed. No tenía por qué preocuparse. Probablemente Sylith había muerto congelada, y sino, ahogada.

    Groth se encontraba en una sala grande y amplia. Del techo colgaba un gran aparato de hierro que producía vapor, y las paredes estaban llenas de espejos y de estanterías repletas de perfumes y de utensilios para hacer del sexo una mejor experiencia. Groth iba allí casi todos los días. Conocía a las tres mujeres que estaban sentadas en frente suyo. Pero a él no le gustaba como trabajaban esas tres. A él le gustaba Lydia. Y Lydia estaba tardando demasiado.

    De pronto, una mujer con el pelo largo y negro apareció por la puerta de madera. Traía puesto un vestido traslucido y venía descalza. Cuando vio a Groth sonrió, y este mandó al resto de mujeres que se fueran. Las tres fulanas salieron de la gran habitación y dejaron allí a Lydia con el granjero. Al cerrar la puerta, Groth lanzó un saco lleno de monedas a la mesa más cercana y dijo:

    -Ven.

    Lydia se fue acercando a él y Groth se sentó en una de las siete camas que había en la habitación. La fulana se arrodillo y empezó a besarle. Groth la dio un manotazo en la cara y la dijo:

    -¡Quitate la ropa!

    Lydia se levantó y se desabrochó el nudo trasero que tenía el vestido. La prenda resbaló por su desnudo cuerpo y cayó al suelo. Groth la cogió de la cintura y se la acercó. El granjero, ignorando a Lydia, se levantó y empezó a dar vueltas alrededor de la muchacha, inspeccionándola el cuerpo. Tenía marcas rojas en sus nalgas.

   -¿Has estado con otro hombre?

   Lydia cerró los ojos y negó con la cabeza. Él la colocó el dedo índice en su glúteo derecho y dijo:

    -Esta marca parece de un cinturón, Lydia.

    Lydia se puso a llorar y Groth la empujó a la cama. Se subió a la cama con la fulana y la trató como si fuera un animal. Lydia empezó a gemir entre sollozos.

    -¡TÚ ERES MÍA! ¡¿ME HAS OIDO?! ¡MÍA!

    De pronto la puerta se abrió de golpe y entraron tres Guardias del Rey. Su capitán, Nard, le apartó de Lydia y le tiró al suelo. Desenvainó su espada y le apuntó con ella:

-¿Por qué violaste a Sylith? La conocías, ¿verdad?

-¡No sé de que me hablas! -dijo Groth entre sollozos.

-¡Sylith nos lo ha contado, hijo de puta! ¿Sabes lo que les pasa a los violadores como tu?

-¡Por favor, no me matéis, mi señor, no me matéis! -suplicó Groth entre sollozos.

-¡Te mataremos después de que nos cuentes por qué la violaste! -gritó Nard, poniendo la punta de su espada en el cuello de Groth.

-No... no puedo... no puedo... -Nard apretó con su espada el cuello de Groth- ¡Vale, vale! ¡Joder, intenté matar a su marido! ¡No quería, pero yo tenía mucho hambre! Entonces ella me encontró y vio que tenía las manos manchadas de sangre. Estaba muy guapa con los ropajes que llevaba, así que la tumbé en la borda de un barco y... Bueno, ya lo sabéis. Después la tiré al Lago Gris para matarla. No quería que nadie se enterara de lo que había hecho. ¡Por favor, no me hagáis nada! ¡Os serviré el resto de mi vida! ¡Por favor!

-Un violador y un asesino. ¡His, cógele! -dijo Nard, envainando su espada.

Uno de los Guardias del Rey cogió a Groth por la oreja y lo llevaron a la calle, aún desnudo. Ataron el extremo de una soga a su pie derecho y Nard cogió el otro extremo. El capitán se subió a su caballo y cabalgaron hasta la orilla del Lago Gris con Groth a rastras, gimiendo de dolor cada vez que una piedra se le clavaba a su espalda. Al llegar al lago, Nard ató su extremo de soga a una gran roca.

-Camina -dijo Nard, poniéndole a Groth en la orilla de un pequeño acantilado. Bajo él no había hielo, sino agua. Y había gran profundidad- ¡Salta!

-¡No, por favor! ¡Haré lo que sea! -dijo Groth, poniéndose de rodillas al lado de Nard.

-¡Quita tu pequeña polla de mi vista!

Dicho esto, Nard le dio un empujón a Groth y este cayó por el acantilado. El capitán de la Guardia del Rey soltó la roca atada al otro extremo de cuerda y el peso de esta sumergió a Groth a las profundidades del Lago Gris.


RECUERDOS DE ESCARCHA - PRIMERA PARTE DE LA HISTORIA DE KAILOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora