Capitulo 18

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Lentamente sentí que mis párpados se iban despegando, desperté. Me estiré un poco y me senté con la sabana enrollada en mi torso, imágenes de lo que había sucedido ayer llegaron a mi mente y una gran sonrisa se forma en mi rostro. Pero algo estaba mal, Martin no estaba.
La puerta del baño de su cuarto se abrió y salió con el torso desnudo y una bermuda negra, traía el cabello mojado, era totalmente hermoso.
- Despertaste bella durmiente - sonrió.
Se sentó junto a mi y me rodeo con sus brazos.
- ¿Y todos? - pregunté
- De hecho fue Julian quien me despertó, no estaba muy feliz pero Lana lo calmó. Todos se fueron a las 5:00 am. - Oh mierda, ahora tengo que hablar con Julian. No dije nada. Sentir su fresco aroma hizo que me sintiera más sucia de lo que estaba.
- Tomaré una ducha - intenté ponerme de pie con todo y las sabanas, pero Martin me jalo hacía él he hizo que cayera justo encima de su anatomía. Rayos, me atrapo.
- Si querías ducharte me hubieras dicho antes y ahorrábamos agua - levanto sus cejas pícaramente.
Me sonrojé.
- Déjame ir pervertido - bromeé
- ¿Para qué necesitas esa sabana? Si no es nada que yo no haya visto... - mordió su labio inferior.
Me acerque a él y comencé a depositar pequeños besos en su rostro, él cerró los ojos y así aproveche para escapar con mi vestido de sábanas.
- ¡Tramposa! - me gritó mientras yo corría para ir a mi habitación.
Salí de su recamara con las sabanas y topé con algo... O más bien con alguien...
Levante mi vista y...
- ¡¿Tía Ema?! - me quede boquiabierta.
Esta me miro con los ojos apunto de escaparle.
- Izz, ¿qué quieres... - Martin se quedó callado cuando vio aquella escena, mierda mierda mierda. Gracias al cielo traía esa bermuda.
Caminó en silencio hasta donde estábamos mi tía Ema y yo.
- Tía, él es Martin... Martin, ella es mi Tía Ema, hermana de mi madre. - Estaba tan nerviosa que apenas podía hablar.
- Un placer - dijo Martin, seguro mucho más nervioso que yo.
Mi tía soltó una carcajada y me miró.
- Ve a vestirte niña loca, y tú, ponte una camiseta, hay frío - Y con una gran sonrisa y negando con la cabeza salió de allí.

Bajé las escaleras más rápido que un caballo desbocado, Martin y mi tía estaban sentados en el sofá platicando. Mi tía se reía de lo que sea que le estaba diciendo.
- Y aquí está la pequeña rebelde - dijo mi tía. Martin tomó mi mano he hizo que me sentara junto a él.
Estuvimos en silencio unos segundos.
- ¿Y que haces aquí tía..?
- Tu padre me pidió que pasara cuando yo quisiera, y me aparezco en un buen momento ¿no crees? - levanto un ceja. Mi tía Ema era la más joven de las hermanas de mi mamá, tenía 28 años.
- Tía lo que paso es que nosotros...
- Mira Isabelle, lo sé. Y no te voy a regañar por eso, nadie debería hacerlo pero quiero que sepas que éste chico es mayor que tú.
- Lo sé y eso no tiene nada de malo, solo nos llevamos un año - me defendí.
Mi tía sonrió.
- Vaya que lo quieres pequeña, escucha, no diré nada, pero tú lo tendrás que hacer cuando tus padres lleguen la próxima semana. - Sabía que mi tía tenía razón. Mis padres deben saber que Martin y yo estábamos juntos.

Mi tía se fue un rato después.
- ¿Estás molesto? - entre a su habitación
Me miró.
- Claro que no hermosa, ven, - dejó el control de la consola a un lado y me sentó en sus piernas.
Escondí mi rostro en su cuello y lo abracé.
- No quiero que mis padres lleguen.
Martin suspiró.
- Ni yo. - besó mi cabellera.

Dos golpes en la puerta me levantaron. Genial, mi primer día en la universidad. Me duché y me vestí los más rápido que pude.
Llegué a la escuela en unos cinco minutos gracias a Martin, me deseó suerte, se bajó del auto y me abrió la puerta ya que aún seguía con el seguro para niños y antes de que me fuera, me dio un beso.

El día en la escuela no estuvo nada mal, escogí la carrera de derecho porque fue la que me pareció más interesante, mis nuevos maestros son mucho más exigentes que los anteriores y los trabajos eran más pesados que los de la preparatoria. Llegué a casa más feliz que nada. Martin, Martin, Martin, solo eso pasaba por mi mente cada segundo.
Estaba tan enamorada que me daba miedo.
Abrí la puerta principal y entre a mi casa.
- ¡Martin! ¡Ya llegué! - grite, pero nadie parecía oírme. Avente mi bolsa en el sofá y seguí gritando, pero nadie respondía.
Un sonido extraño se escuchó en la cocina, camine hacia allí cuando la puerta de repente se abrió de un golpe, salió Martin de allí con los labios tan rojos que parecía que... No no puede ser.
- Isa... Isabelle, llegaste temprano...
¿Isabelle? Jamás me llamaba así.
- Bueno si, algunos maestro no llegaron... - La puerta de la cocina se abrió y salió la chica rubia que suponía era la ex de Martin. Me quede tan sorprendida, que no sabia si llorar o abofetearlos a ambos.
- Mira izzy, no es lo que estas pensado... - intentó decir.
- Oh no claro que no, es mucho peor de lo que estoy pensando.
Subí las escaleras hecha un mar de lagrimas. No puede ser, no puede estar pasando esto.

El niñero •Martin Garrix• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora