"Todos en algún momento de nuestras vidas nos arrepentimos de algo que hicimos o dejamos de hacer.
Algunos se arrepienten de no haber gritado lo mucho que amaban a alguien, otros se arrepienten de haber tomado un trabajo, hay quienes se arrepienten...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
El último día de la semana tuvimos nuestra última clase con Lee antes de las vacaciones.
Por supuesto que sufrí, había evitado mirarle y estar cerca de él desde ese día, huía como alma en pena cada vez que se acercaba y alguna incluso empecé a llorar llamando la atención del maestro de historia, era obvio que él no iba a permitirlo más.
Estaba dando notas finales y me pidió sentarme a su lado como secretario, ya que, supuestamente, necesitaba a alguien que pudiese verificar y anotar lo que él decía; maldije en el momento, ¿por qué no llamar al presidente de la clase?
El sufrimiento se incrementó con sus miradas sugerentes que de vez en cuando se desviaban a mis piernas con la pobre excusa de que allí reposaba su calculadora, fue aún peor en el momento que anunció a la clase que tenía el 10 que necesitaba para estar en el cuadro de honor.
Aún más cuando tuve que encogerme en mi lugar porque nadie comprendía cómo aún si no había entregado el trabajo final lograba sacar un 10 y ellos, con todo y trabajo, no lograban pasar del 8. Mi paranoia se encargó de repetirme mil veces que todos se darían cuenta aún si no tuve mucho tiempo para dedicarle puesto que el maestro me pidió quedarme una vez terminase la clase.
Deseaba tanto tener a Donghyuck a mi lado.
Traté de buscar ayuda con alguien más, desesperado hice contacto visual con todos los que pude, incluso con Lee y Na, pero una vez terminaron las clases todos se fueron, incluso ellos.
¿Qué esperaba? Probablemente habrían escuchado ya los rumores, el mojigato de Huang se metió con el señor Lee para recibir una buena nota, por supuesto les doy asco y aún más a las personas a las que inconscientemente discriminé toda mi vida; suspiré resignándome a la idea de que no podría hacer más que lo que el señor Lee decidiera que debíamos hacer.
Él tomó las cosas de la silla en la que estaba sentado, rozando a propósito la cara interna de mi muslo al momento de recoger el aparato, me tensé y lo tomé como su advertencia, se estaba tomando todo con tanta gracia que se burlaba de mí haciéndome saber antes lo que iba a pasar y que no podría evitarlo.
Me pidió, más bien, ordenó con la mirada que diera la vuelta y me sentara sobre su escritorio mientras él se acomodaba en la silla. Obedecí, pues, ¿qué otra opción tenía?
Realmente siempre he estado acostumbrado a obedecer, en realidad, fui criado para no ser nada más que un perro de caza obediente a su dueño, siempre listo para saltar a la yugular de cualquier animal que fuera mínimamente beneficioso para quien le alimenta.
No podría jamás matar a uno de esos pobres seres con ojos llorosos, así que ya sabía que sería sacrificado en cuanto aquel hombre se diera cuenta, sólo no esperaba que el verdugo resultase ser alguien diferente y mucho antes de lo planeado.
— Verás, se me prohibió poner el pestillo debido a que están circulando... Rumores.
A medida que habla, lleva su mano a mi muslo y aprieta este, puedo interpretarlo como una nueva advertencia y quiero hacerle saber que no es mi culpa.