Querido Justin;
De alguna forma u otra y sinceramente sin saber el por qué, no quería que conserves una errónea imagen de mi. Aunque me hubiera gustado serlo, no era una tonta. Y por mucho que me hubiera gustado vivir en la ignorancia, sabía lo que me ocultabas. Sabía que la amabas. Y, te amaba tanto, que a pesar de eso no podía dejarte, como tu no la podías dejar a ella. Era una gran cadena en la que sólo yo saldría herida. Imposible de evitar.
Pero eso fue hace meses.
Sabía yo, que el adjetivo que más te caracteriza era el siguiente; egoista. Puro y crudo egoísmo.
Sin embargo, no lo noté hasta que fue demasiado tarde. Hasta que fui despedazada, toda y cada una de mis partes. Hasta que se hizo difícil respirar, porque te amaba tanto y dolía tan fuerte, que era agónico.
—Te amo, lo sabes ¿verdad?— te dije hace unos meses, desesperada para que en esas pocas palabras, pudieras entender.
Nunca tuve respuesta, Justin, solo me besaste. Como habías estado haciendo recurrentemente hace meses, cuando tus ojos se llenaban de culpa y las palabras no lograban salir de tu boca. Si, siempre lo noté. Así que cuando tu teléfono sonó esa misma tarde, y la mirada de culoa fue invadida por alivio y felicidad, también lo supe; era ella.
PD: Jamás me amaste.
