Nada Que Nos Detenga
La ciudad dormía, pero ellos no. Izumi miró hacia el reloj de su teléfono. Era medianoche, la hora en la que todo parecía posible. Frente a ella, Katsuki la observaba con esos ojos intensos, una chispa de desafío reflejándose en su mirada.
-¿Qué esperas, nerd? -preguntó con esa voz cargada de arrogancia que la hacía temblar y, al mismo tiempo, la llenaba de adrenalina.
Izumi apretó los puños. Podía sentir su corazón latiendo con fuerza, no solo por la carrera que habían tenido minutos antes, sino porque con Katsuki, cada momento era un salto al vacío.
-¿A dónde vamos ahora? -preguntó, fingiendo desinterés, aunque por dentro sentía que cualquier respuesta de él cambiaría el curso de su noche.
-Donde queramos. Esta noche es nuestra.
Sin esperar una respuesta, Katsuki la tomó de la mano y comenzó a correr. Sus pasos resonaban en las calles vacías mientras el viento despeinaba su cabello. Izumi no pudo evitar reír; había algo liberador en seguirlo sin cuestionar, en dejar que el caos la envolviera.
"I wanna follow where she goes
I think about her and she knows it
I wanna let her take control
'Cause every time that she gets close, yeah..."
El destino los llevó a un parque olvidado, con columpios oxidados y un aire de abandono que solo hacía la escena más emocionante. Katsuki se subió a uno de los columpios y, con una sonrisa retadora, comenzó a balancearse.
-¿Qué? ¿Tienes miedo? -se burló, empujándose cada vez más alto.
Izumi apretó los dientes. Nunca dejaba que la provocaran, pero con él, las reglas siempre eran diferentes. Se subió al columpio a su lado y empezó a balancearse, intentando superarlo. Las risas llenaron el aire, mezclándose con el crujir del metal y el silbido del viento.
"Oh, I've been shakin', I love it when you go crazy
You take all my inhibitions
Baby, there's nothing holdin' me back..."
Cuando se cansaron, Katsuki la llevó al mirador más alto de la ciudad. Desde allí, las luces parpadeantes de los edificios se extendían como un océano brillante. Izumi se apoyó en la barandilla, tratando de recuperar el aliento, pero su mirada estaba fija en él. Katsuki tenía una energía que parecía contagiarlo todo, como si el mundo a su alrededor estuviera hecho para ser conquistado.
-Eres un desastre, Bakugo -dijo, rompiendo el silencio.
-Y tú eres una cobarde que necesita alguien como yo para divertirse -respondió con una sonrisa torcida.
Izumi negó con la cabeza, pero no pudo evitar sonreír. En ese momento, no importaban las discusiones, las diferencias o las peleas que habían tenido. Esa noche, eran solo ellos dos contra el mundo.
"She says that she's never afraid
Just picture everybody naked
She really doesn't like to wait
Not really into hesitation..."
Katsuki sacó una moneda de su bolsillo y la lanzó al aire.
-Cara, saltamos esa cerca y exploramos el viejo edificio de allá. Cruz, corremos hasta el río.
-¿Y si no quiero hacer ninguna de las dos? -preguntó Izumi, cruzándose de brazos.
-Entonces no eres la Izumi que conozco.
Izumi resopló, pero antes de que pudiera protestar, la moneda cayó al suelo. Cara. Katsuki no esperó; ya estaba trepando la cerca.
Esa noche se convirtió en una colección de momentos que nunca olvidarían: el crujido del suelo bajo sus pies mientras exploraban el edificio abandonado, las carreras para evitar que los descubrieran, y las conversaciones bajo el cielo estrellado cuando finalmente se dejaron caer exhaustos en el césped.
"Cause if we lost our minds and we took it way too far
I know we'd be alright, I know we would be alright
If you were by my side and we stumbled in the dark
I know we'd be alright, we would be alright..."
Cuando las primeras luces del amanecer empezaron a aparecer, Izumi lo miró. Katsuki estaba sentado a su lado, con el cabello desordenado y una expresión de tranquilidad que rara vez veía en él.
-Gracias por esta noche -susurró ella.
Katsuki se encogió de hombros, pero su sonrisa decía más de lo que cualquier palabra podría.
-Conmigo, siempre será así, nerd. No hay nada que nos detenga.
Y mientras el sol se levantaba, Izumi supo que, aunque no siempre lo admitiría, él era el caos que necesitaba en su vida.
