Yeonjun acercó la oreja.

—Cuando llamé a los de Sanidad Animal me dijeron que el perro aún tenía su collar y su chapa de identificación con él. Era precisamente lo que quería escuchar —añadió mientras sonreía.

Yeonjun sabía que aquella sonrisa de satisfacción solo podía significar algo bueno.

—He ido a ver a Bongo esta mañana. Bongo es el nombre del perro — se apresuró a explicar.

—Me lo imaginaba.

—Bien; me he llevado el collar y junto con él su medalla de identificación.

Por fin, Yeonjun comenzaba a comprender.

—¡Pensabas que si el asesino había intentado inyectarle ketamina debía de haberlo sujetado del collar!

—¡Exacto!

—¡Eres increíble, Hwang!

Ella lanzó una carcajada.

—He enviado el collar al laboratorio y me entregarán los resultados de un momento a otro.

—¿Crees que esta vez sí tendremos suerte?

—Lo creo, creo que por primera vez ha cometido un error y no se nos va a escapar. —Se dirigió a su escritorio—. ¿Has conseguido algo de la fraternidad y del bendito anillo?

—Me duele la cabeza de revisar nombres y expedientes —le dijo—. De todos los integrantes que pasaron por Delta-Omega durante los dos años anteriores al secuestro de Beomgyu y los dos últimos hasta que se disolvió, al menos, unos treinta tienen antecedentes. Todos por pequeños delitos: ebriedad, disturbios en la vía pública. —Volvió a concentrarse en la pantalla del portátil—. Allanamiento de morada —siguió leyendo—. Robo de radios, tenencia de estupefacientes, asociación ilícita.

—¿Era una fraternidad o una cueva de delincuentes? —preguntó con sarcasmo Yeji y se sentó detrás de su escritorio.

Alguien llamó a la puerta.

—Adelante —dijo Yeji mientras abría una carpeta.

Hyunjin, el patólogo forense, entró en la oficina. Traía un sobre en su mano.

—¡Hyunjin, te has equivocado de puerta, amigo! —bromeó Yeji—. Aquí dentro estamos vivitos y coleando.

Hyunjin sonrió de oreja a oreja.

—Los muchachos del laboratorio estaban ocupados y me han pedido que viniera a entregaros esto. —Puso el sobre encima del escritorio de Yeonjun.

Yeji se puso de pie de un salto y lo cogió de inmediato.

—Ahora comprobaremos si las corazonadas sirven de algo, después de todo.

Hyunjin la miró sin entender qué quería decir con aquellas palabras.

Yeji rompió el precinto de seguridad y sacó un par de papeles del sobre.

Yeonjun reconoció enseguida la expresión de triunfo en el rostro de su compañera.

—¡Bingo! ¡Gracias, Hyunjin! —gritó y le dio un beso en la mejilla.

—Creo que vendré más seguido por aquí —comentó mientras se marchaba y se tocaba el lugar en donde Yeji lo había besado.

—¡Tenemos sus huellas, Jun! —Le entregó los papeles.

Yeonjun leyó con cuidado.

—Los chicos del laboratorio han encontrado tres huellas diferentes en el collar y en la medalla de identificación. Las de Jeongin, las del veterinario que atendía a su perro y una no identificada. —Estaba emocionada—. La han comparado con las huellas encontradas en la cabaña y coincide con una huella parcial que encontraron en uno de los barrotes de la cama.

Serial Killer (Yeongyu)Where stories live. Discover now