—Estamos casi como al principio —dijo Yeji con desánimo.

—No, hay una conexión en todo esto y la vamos a encontrar — aseguró Yeonjun, absorto en sus pensamientos.

Yeji se quedó observando cómo Yeonjun abrazaba a Beomgyu. Era obvio que aquella ya no era una relación del detective que protege al chico que se encuentra en peligro. Descubrió que no solo había ternura en aquel gesto, había devoción y mucho amor.

Una espinita de envidia se removió en su interior; no porque desease estar en los zapatos de Beomgyu y ocupar un lugar de privilegio en el corazón de Yeonjun Kim, sino porque nunca se había sentido amado de aquella manera.

—Bueno —comenzó a decir incómoda—. Eso era todo; quería que lo supieras por mí.

Yeonjun le hizo un gesto de agradecimiento por lo que había hecho.

—Me marcho, mi hermana me espera —dijo y fue hacia la puerta.

—Nos vemos mañana, después de la cita de Beomgyu con el doctor Foster. —Yeonjun la acompañó—. Gracias, Yeji.

—No te preocupes. —Observó a Beomgyu, que se había vuelto a acostar—. Preocúpate mejor por él.

—Lo haré. Nos vemos mañana. —Despidió a Yeji y se apoyó contra la puerta cerrada.

Dejó que Beomgyu volviera a descansar mientras él preparaba algo liviano de cenar. Boris entró en la cocina en el preciso momento en que cortaba un enorme trozo de carne.

—¡Bandido, siempre sabes llegar en el momento justo!

Quitó unos pequeños pedazos de carne para Boris y metió el resto en el horno.

—Toma, disfrútala.

Aprovecharía el tiempo que iba a tardar en asarse la carne para hacer un poco de pesas en la terraza; necesitaba quitarse el estrés que lo estaba agobiando. Atravesó la puertaventana y caminó hacia el balcón, se cercioró de que los dos coches que cuidaban el edificio siguieran ahí. Jimin le había asegurado que tendrían vigilancia las veinticuatro horas y, aun así, no podía sentirse tranquilo.

Se quitó la camisa, se quedó solo con los vaqueros y dejó caer su cuerpo extenuado sobre la banqueta acolchada. Levantó las pesas con ambas manos; subía y bajaba con movimientos lentos. Aquel simple ejercicio lograba relajarlo más que ninguna otra cosa. Respiraba y exhalaba, una y otra vez. Estaba comenzando a anochecer y se había levantado una suave brisa. Extrañaba el sabor del mar y el agua agitándose por la fuerza del viento cada vez que salía a navegar. Imaginó lo maravilloso que sería compartir con Beomgyu aquella parte de su mundo que no conocía nadie. Pensó que, cuando la pesadilla terminara, ese sueño podría, por fin, hacerse realidad.

***

Alguien más tenía un sueño esa noche. La misma brisa fresca golpeaba su rostro escondido entre las sombras de aquellas cuatro paredes. Desde su lugar podía verlo muy bien. Comenzó a sudar frío. La habitación abandonada en la que estaba, de repente, le pareció demasiado pequeña, como si lo asfixiara.

Con una mano sostenía los prismáticos y con la otra se secaba el sudor que le caía sobre la frente.

Su corazón se detuvo dentro de su pecho cuando lo vio, de pie junto a la puertaventana.

***

Beomgyu observaba a Yeonjun, que hacía su rutina de ejercicios, desde la puertaventana que daba a la terraza. Él estaba de espaldas y no había notado su presencia. Sus ojos castaños se posaron en los músculos de sus brazos mientras elevaba una de las mancuernas por encima de su cabeza. Un temblor lo recorrió de arriba abajo; esos mismos brazos que le habían hecho estremecerse cuando hicieron el amor, luego habían sabido reconfortarlo cuando él había necesitado de su consuelo.

Serial Killer (Yeongyu)Where stories live. Discover now