Beomgyu asintió.

—Taehyun está aquí —anunció mientras lanzaba una mirada hacia la cocina. De inmediato, percibió los nervios de su amigo.

—¿Sí?

—Sí, no quería marcharse sin saludarte. Vamos, está en la cocina.

Kai alisó un par de arrugas que se formaban en el saco azul que llevaba y acomodó el cuello de su camisa blanca; se aseguró de que ningún mechón de cabello estuviera revuelto y miró a su amigo expectante.

—¿Cómo estoy?

—Hermoso, como siempre.

—Tampoco tienes que mentirme —le dijo y la siguió hacia la cocina.

—Taehyun, aquí lo tienes. —Sujetó a Kai de la muñeca y la plantó delante de él. Le dio un leve empujoncito y esperó que el saludo entre ellos fuera más que un simple «hola».

—¡Kai, cuánto tiempo! —Taehyun lo rodeó con sus largos brazos, y Beomgyu notó la rigidez en los miembros superiores de su amigo. Sus brazos colgaban a ambos lados de su cuerpo, como si fuera incapaz de responder a su abrazo.

—Taehyun, ¿Cómo estás? —apenas pudo murmurar.

Él se apartó para observarlo mejor y las mejillas de Kai se volvieron rojo carmesí.

—¡Estás estupendo! Hasta creo que has perdido algo de peso — comentó con una enorme sonrisa.

—Tres kilos en un mes —respondió orgulloso.

—¡Ya me parecía!

Beomgyu tosió, era hora de que recordaran que ella estaba también allí.

—Será mejor que me ocupe de la cena —dijo, y pasó junto a ambos.

—En ese caso, me despido, Beomgyu. —Soltó a Kai y le dio un fuerte abrazo a su hermano—. Prométeme que cualquier cosa que suceda me la harás saber enseguida —le susurró al oído.

—Te lo prometo, Taehyun. —Se dieron un beso y, tras despedirse de Kai con un beso en la mejilla, los dos hermanos salieron de la casa para darse otro abrazo bajo la luz que la luna proyectaba aquella noche en el porche.

Yeonjun y Yeji se encontraban en la oficina de su superior, Jimin Park, y esperaban a que terminara de hablar por teléfono.

Yeonjun se preguntó con cuál de sus dos hijas estaría hablando. No podía deducirlo, porque Jimin siempre las llamaba «cielo» o «cariño».

Conocía a ambas. Mina era la mayor y estaba casada con un banquero; se había mudado a San José después de su boda, siete años atrás, y ya le había dado a Jimin tres nietos de los que nunca se cansaba de hablar. La menor, Momo, había estudiado Medicina y después de graduarse se casó con un colega y se mudaron a Raisin City, donde ambos además trabajaban. Todavía no le había dado ningún nieto a su padre, pero Jimin presentía que pronto le anunciaría que estaba embarazada y que su pequeña lo haría nuevamente abuelo.

—Jun está aquí, sí. —Una sonrisa perfectamente blanca hizo contraste con su piel morena.

—¿Quién es? —preguntó Yeonjun mientras se acercaba al escritorio.

—Es Mina, te manda saludos y pregunta cuándo irás a visitarla.

—Dile que cuando el esclavista de mi jefe me lo permita —respondió en voz alta y se aseguró de que Mina lo oyera desde el otro lado de la línea.

Jimin lanzó una carcajada.

—Yo también te quiero, cielo. Adiós, cuídate.

Colocó el auricular en su sitio y se recostó contra el respaldo de su silla. Observó a Yeonjun y a Yeji con atención; lanzó una bocanada de aire y cruzó los brazos sobre el pecho.

Serial Killer (Yeongyu)Where stories live. Discover now