—Di lo que quieras, pero a mí me parece guapísimo. Además, tiene una voz muy seductora.
—Cállate, no me dejas escuchar —dijo tajante antes de que su amigo siguiera enumerando las virtudes de aquel hombre.
—Detective, ¿tiene alguna pista de quien cometió los crímenes? — preguntó una mujer.
—¿Cree usted que el Asesino de las Flores atacará de nuevo? —quiso saber otro reportero.
—Hay preguntas que no puedo responder para no entorpecer nuestra investigación. —La expresión de fastidio desapareció de su rostro—. Esperamos que el asesino no vuelva a atacar, estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para atraparlo. —Hizo una pausa que duró unos cuantos segundos y, entonces, miró directamente a la cámara—. Toda la ayuda que podamos recibir será bienvenida. Debemos desterrar a este criminal de las calles de Fresno lo antes posible, no podemos permitir que se cobre la vida de otra víctima inocente.
Beomgyu tragó saliva y se movió en su asiento presa de la inquietud.
Presentía que cada palabra que el detective pronunciaba estaba dirigida especialmente hacia él.
—¡Boris, sal de aquí!
La lengua áspera y húmeda del bulldog de más de veinticinco kilogramos le había dejado una mancha pegajosa en la mejilla y en la parte baja de la mandíbula. Intentó apartarlo con una sola mano, ya que con la otra sostenía una de las mancuernas de hierro que levantaba cada mañana, no solo para mantenerse en forma, sino para relajarse y olvidarse un poco del estrés del trabajo.
—¡Te lo advierto, pequeño demonio! —Pero sus amenazas no surtieron el efecto deseado; el robusto y mofletudo Boris insistía en que aquella mañana el rostro de Yeonjun fuera su juguete favorito.
Yeonjun tomó, entonces, la toalla que descansaba sobre el aparato de pesas y la arrojó lo más lejos posible. Fue a dar al otro lado de la terraza, junto a la puertaventana que daba al salón comedor y que, por fortuna, había dejado abierta; de otro modo, el perro se habría estrellado contra ella.
Lo observó mientras corría en busca de su presa; a pesar de su sobrepeso y sus patas cortas, poseía la velocidad que, seguramente, solo le daban su ímpetu y sus ganas de complacer y jugar con su amo.
Se sentó en la banqueta de cuero negro y dejó la mancuerna en su lugar antes de que Boris regresara a entregarle la toalla. Apoyó los codos sobre las piernas y se pasó ambas manos por el cabello. Cerró los ojos en un intento por normalizar su respiración. Se preguntó por qué Boris estaba tardando en regresar con la toalla. Cuando levantó por fin la vista lo supo, el pequeño bribón se había quedado dentro de la sala y estaba recostado sobre la toalla o lo que quedaba de ella. Su fuerte mandíbula mordía unos cuantos jirones, mientras sus garras tironeaban con fuerza de la tela hacia abajo.
Yeonjun no supo si reprenderlo o dejarlo que siguiera entreteniéndose con su nueva adquisición. Se decidió por lo último, al menos, por un rato, se olvidaría de él.
Se puso de pie y levanto los brazos por encima de la cabeza y los estiró lo más que pudo. Respiró profundamente un par de veces y los bajó.
Repetía aquella rutina de ejercicios, al menos, cinco veces a la semana y de alguna manera, le servía de escape de su rutina de trabajo que se iniciaba cada mañana a las ocho. Miró el reloj que colgaba en la pared de enfrente, tenía todavía treinta minutos, el tiempo suficiente para pegarse una ducha y desayunar de forma decente. Se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano y sin perder tiempo, se dirigió hacia el cuarto de baño.
Quince minutos después, renovado y oliendo a menta, se preparó un desayuno rápido. Aquella mañana consistía en una buena taza de café y un par de rosquillas que había comprado en la mejor pastelería de todo el Tower District, como él la consideraba.
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Serial Killer (Yeongyu)
Random*Obra Adaptada *Todos los derechos y créditos a: *Fanfic Yeongyu *Yeonjun Top, Beomgyu Bottom *Historia con contenido +18, sino es de tu agrado este tipo de contenido, solo retírate y si hay algún problema, con toda la educación dirígete hacia mi y...
