PRÓLOGO

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    Ben caminaba por el bosque con la mirada perdida, llevando un gran saco de patatas a la espalda. Caminó durante horas y horas bajo el frío invernal del reino Kailom. Tenía que llegar a casa lo antes posible, o sino su mujer Sylith y sus tres hijos cenarían patatas podridas y llenas de hielo. Él quería a sus hijos. Y a su hermosa mujer.

    Ben era un humilde granjero en Camino de Plata, la capital de Kailom. Su mujer y él llevaban casados casi 20 años, y tenían tres hijos: Ilun, de 13 años, Lily, de 7, y un bebe de 3 años llamado Thomas. Vivían en una casa de piedra a las afueras de Camino de Plata, en las orillas del Lago Gris. En verano, los niños jugaban en el agua e Ilun construía balsas de madera para poder navegar por el oscuro lago. Todo era perfecto en verano. Pero ahora era invierno, y la comida escaseaba.

    -¡Ben! ¡Qué alegría verte! -Ben giró la cabeza para ver quién lo hablaba.

    Se trataba de Groth, un granjero como él. Groth había vivido siempre muy bien. En el pueblo era conocido como el señor de los caballos, ya que tenía 19 razas diferentes en sus establos. Vendía los caballos a los soldados del rey, y con eso ganaba mucho mucho dinero.

   -Buenas tardes, Groth. ¿Qué haces a estas horas en este bosque?

    -Lo mismo te pregunto, Ben -Groth echó una ojeada al gran saco que llevaba colgado a la espalda su amigo.

    -Vengo de Villaverde. Pude comprarle este gran saco de patatas a un hombre del sur. Y a muy buen precio.

    -Me alegro -Groth dedicó una sonrisa burlona a Ben.
 
    Después, un viento gélido les azotó la cara. La nieve empezó a caer lentamente del cielo. Groth dejó caer una lágrima por su mejilla cuando oyó los graznidos de una bandada de cuervos.

    -Groth, ¿qué te ocurre? -preguntó Ben.

    Groth dejó caer una segunda lágrima. Su cara estaba paralizada, llena de horror, pálida como la nieve.

    -Todos mis caballos han muerto, Ben. Y no por el frío. No entiendo lo que está pasando, pero no me gusta nada. No me queda dinero. Mi familia está hambrienta... -Groth sacó un pequeño cuchillo de su bota de cuero y lo puso frente a Ben. Ben, asustado ante la nueva imagen de su amigo, dejó el saco en el suelo.

    Groth se acercó a las patatas y las agarró con ansia. Ben lo miró sin decir palabra, con las manos en alto.

    -Lo siento, Ben. Pero no puedo dejar que le cuentes a todo el mundo lo que acabo de hacer...

    Groth alzó el cuchillo y se lo clavó en la pierna. Ben aulló de dolor y cayó al suelo.

    -El frío acabará contigo.

    Groth escapó corriendo. Ben cayó al suelo, y en poco tiempo, cerró los ojos.

 

    Horas más tarde, Ben abrió los párpados. La nieve le cubría el cuerpo, y los árboles que le rodeaban estaban llenos de escarcha. La noche se había hecho con el bosque.

    Ben intentó levantarse como pudo, pero le fue imposible. Se apoyó en un árbol y se mantuvo en pie, pero volvió a caer.

    Enterró su cara en la nieve y lloró, sabiendo que su fin estaba cerca.

    De pronto lo oyó. Sonó como un trueno en una tormenta. Los cuervos que esperaban comerse a Ben cuando muriera volaron hacia el cielo, asustados por la oscura carcajada. Un viento huracanado se alzó a su alrededor, y la nieve le cegó los ojos. La niebla se echó sobre el oscuro bosque y todo quedo sumido en la oscuridad. Ben se apoyó en un árbol y entrecerró los ojos para poder ver: solo niebla y nieve. La carcajada volvió a sonar en el solitario bosque. Parecía la risa de una mujer mayor, pero una risa que expresaba alegría, tristeza y terror.

    Ben pudo ver la silueta de una mujer de largos cabellos blancos acercándose a él.

    Sabía quien era. Sabía lo que iba a hacer. Ben cerró los ojos y contuvo las lágrimas. No volvería a ver a su familia. Ni el gran lago en verano. La Bruja del Hielo había llegado.

     Dejó caer las lágrimas a la nieve. Él quería a sus hijos. Y a su hermosa mujer.

RECUERDOS DE ESCARCHA - PRIMERA PARTE DE LA HISTORIA DE KAILOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora