¿Qué había sucedido con él? ¿Por qué no lograba recordar cómo había terminado lastimado de aquella manera?

Una enfermera entró a su habitación. Le sonrió y levantó las sábanas.

—¿Te duele? —preguntó.

—Sí, bastante.

—Bien, te traeré un calmante y enviaré a alguien para que te cambie el vendaje —le respondió mientras revisaba sus pies.

—¿Podría decirme qué fue lo que me sucedió?

—Lo siento, señor Choi, el doctor Wilard no nos autoriza a darle ese tipo de información.

Iba a protestar, pero sabía que sería en vano, la enfermera no le diría nada. Al menos, en aquel lugar sabían quién era él. Tuvo la extraña sensación de que había escuchado su propio apellido después de no haberlo oído durante mucho tiempo.

—Iré a por el calmante. —Volvió a cubrirla con la sábana—. Regreso enseguida.

—Gracias. —Se quedó mirándola hasta que abandonó la habitación y, al hacerlo, dejó la puerta abierta. Si no le hubiesen dolido tanto los pies, se habría levantado de esa cama y habría buscado algún teléfono para poder llamar a su hermano. Seguramente, Taehyun estaría preocupado por él; había prometido llegar temprano a casa y, en ese momento, sin saber cómo y por qué se encontraba malherido en aquel hospital. Oyó unos pasos que se acercaban por el pasillo; de seguro la enfermera regresaba con el calmante. Un hombre alto y con el cabello entrecano entró en su habitación.

—¿Quién es usted? —Era la primera vez que veía a aquel hombre.

—Señor Choi, soy el teniente Kim y he venido desde Fresno para hablar con usted —le informó mientras se acercaba a la cama.

Él arqueó las cejas.

—¿De Fresno?

Taehyung Kim asintió con un leve movimiento de cabeza.

—Pero... no entiendo. —Quiso echar un vistazo a través de la ventana, aunque desde su cama no alcanzaba a ver nada—. ¿Acaso no estamos en Fresno?

—No, estamos en Loma Linda, a unas seis horas de Fresno.

—¡Pero eso no es posible! —Estaba aturdido, sin entender lo que estaba sucediendo—. ¿Cómo he llegado hasta aquí? Anoche, después de dejar la universidad, fui hasta la biblioteca; Taehyun me llamó para decirme que una pizza de pepperoni estaba esperándome en casa.

—¿Eso es lo último que recuerda? —Las ilusiones de encontrar, por fin, respuestas se desvanecieron en un segundo.

—Sí. —Se tomó la cabeza con ambas manos—. Salí de la biblioteca y perdí el autobús, luego... —Se detuvo de repente.

—¿Qué sucedió luego?

Quiso recordar lo que se suponía que había sucedido después de perder el autobús, pero no pudo. Pese a hacer un esfuerzo por traer los recuerdos a su mente solo había un enorme hueco en su memoria.

—¡No puedo recordarlo! —Sacudió la cabeza de un lado a otro y se detuvo cuando una terrible jaqueca comenzó a martillarle el cerebro.

Kim Taehyung se sentó junto a él y lo tomó de las manos.

—Cálmese, ya recordará todo lo sucedido.

Le temblaban las manos, se sentía completamente perdido, y aquel extraño pretendía consolarlo por algo que ni siquiera él sabía de qué se trataba.

—¿Qué es lo que usted sabe? ¿Por qué un policía viene hasta aquí para hablar conmigo?

La contempló y, más que nunca, sintió pena por él.

—Tal vez deberíamos esperar.

—No. —Sus ojos castaños estaban suplicando una respuesta suya—. Dígame lo que ha pasado.

Sus manos delgadas y temblorosas seguían entre las suyas, las apretó con más fuerza, necesitaba de él en aquel momento.

—Señor Choi ... —Hizo una larga pausa antes de continuar—. Usted desapareció una noche, hace tres meses, cuando salía de la biblioteca de la universidad. Nadie ha sabido nada de usted durante todo ese tiempo, hasta el día de ayer cuando apareció cerca del lago Big Bear y fue traído hasta este hospital.

Su cuerpo cayó pesadamente sobre la hierba todavía húmeda. Sus rodillas se enterraron en el lodo, pero no le importó. Golpeó el suelo, una y otra vez, con los puños cerrados hasta que los nudillos de sus dedos se enrojecieron. Ningún dolor se comparaba al dolor de haberlo perdido, no había nada en el mundo que calmara la angustia que le provocaba su partida.

Lo había cuidado durante casi tres meses, se había desvivido por atenderlo, por pasar el mayor tiempo posible a su lado. Había abandonado todo y a todos con tal de dedicarse a él en cuerpo y alma.

¿Y cómo le había pagado él?

Huyendo, huyendo de él como si fuera un animal rabioso, alguien a quien ni siquiera se le podía tener lástima sino repulsión.

Había salido a buscarlo, había seguido su rastro de la misma manera que un cazador sanguinario persigue la pista de su presa más preciada.

Sin embargo, había llegado demasiado tarde. Un hombre y un niño lo habían encontrado antes que él y se lo estaban llevando, lo estaban apartando de su lado para siempre. No pudo hacer nada, solo se había quedado allí, escondido entre la maleza, observando cómo aquellos extraños se lo arrancaban de su vida.

Se arrojó al suelo y, cuando el barro frío le tocó la cara, cerró los ojos.

Sólo lo veía a él. Cada rincón de su mente estaba impregnado con su imagen su rostro aniñado, su cabello largo castaño rizado. Extendió la mano, en un intento por llegar hasta él, pero, cuando abrió los ojos y descubrió que estaba solo en medio de aquel bosque, creyó morir.

Estaba anocheciendo, pero, para un hombre como él, la oscuridad era la compañía perfecta, su cómplice más fiel. Se puso de pie, sus brazos rígidos colgaban a ambos lados de su cuerpo. Comenzó a caminar mientras se abría paso entre los matorrales, pausadamente, tomándose todo el tiempo del mundo. Después de todo, no tenía prisa por regresar, él ya no estaba esperándolo. Levantó la vista al cielo, la luz de la luna iluminó su rostro, una sonrisa sádica se dibujó en él.

No importaba el tiempo que le llevará, podría esperar toda la eternidad si fuera necesario, pero lo encontraría, y nuevamente estarían juntos, esa vez para siempre.

Serial Killer (Yeongyu)Where stories live. Discover now