—¿Podría hablar con el muchacho? —preguntó el comisario Kim.

—Me temo que eso deberá esperar. No ha recuperado el conocimiento todavía y, con los sedantes que le hemos dado, no lo hará hasta mañana.

—Está bien, doctor. Gracias.

—De nada, lo veré mañana.

SeokJin observó una vez más a Burt Paddington.

—¿Ha verificado si llevaba alguna identificación, algo que nos indique quién es?

Burt negó con la cabeza.

—Nada, llevaba solamente un conjunto bastante simple, y no he encontrado una mochila o algo que se le parezca junto a él. —Hizo una pausa—. Pareciera que tan solo hubiese surgido de la nada.

—No, amigo. Vino de alguna parte y, de acuerdo con lo que ha dicho el doctor, desde muy lejos. Es muy probable que alguien lo esté buscando.

—Seguramente —repitió Burt.

—Pobre muchacho —dijo Christine y abrazó a Tommy contra su pecho.

—Les agradecería que pasaran por la comisaría para declarar. Abriremos una investigación, y será necesario contar con su testimonio y el de su hijo. —Miró a Tommy, quien todavía parecía estar conmocionado por lo sucedido.

—¿Es necesario que Tommy declare? —Christine no quería que su hijo tuviera que pasar por aquello.

—Me temo que sí. —Alargó la mano y le tocó la frente al niño—. Apuesto a que Tommy estará encantado de visitar la comisaría.

Los ojos azules y enormes de Tommy Paddington lo miraron fijamente.

—¿Hay más policías y armas allí?

Kim soltó una carcajada.

—Sí, pequeño, sí. Yo mismo me encargaré de que conozcas cada rincón de la comisaría —le prometió.

—¡Viva! —gritó y soltó a su madre. Era increíble cómo los niños podían, de un momento a otro, cambiar su estado de ánimo; pasar de la tristeza a la euforia en solo un instante. Segundos antes, estaba abrumado por el hallazgo del joven moribundo y, después, parecía estar contento con la idea que le proponía el comisario Kim.

—Los veré allí más tarde, entonces. —Saludó a la familia Paddington y se marchó. Debía ponerse a trabajar en aquel caso de inmediato, alguien en alguna parte, seguramente, estaba sufriendo por la ausencia de aquel joven.

Taehyung Kim se aflojó el cuello de la corbata y lanzó un suspiro de alivio. Una llamada, una simple llamada telefónica había bastado para poner fin a tres meses de angustia y terror. Lo había estado esperando durante tanto tiempo que ya creía imposible que, a esas alturas, alguien pudiera devolverle la paz con tan solo un par de palabras. Esa paz que le había sido robada impunemente meses atrás.

«Lo han encontrado.» Dos palabras que repicaban en su cabeza sin cesar mientras caminaba por los pasillos de la comisaría de Loma Linda. El clima era agobiante, y una multitud de gente parecía atiborrar cada rincón de la pequeña comisaría. Deseaba llegar a la oficina de Kim y ponerse al tanto de las novedades. Había llegado desde Fresno y esperaba marcharse de allí con las respuestas que había estado buscando. Sonrió cuando, por fin, una mujer de unos cincuenta años, pequeña y regordeta, se acercó a él.

—Disculpe, ¿podría decirme dónde puedo encontrar al comisario?

—¿Es usted el teniente Taehyung Kim, verdad? —preguntó mientras estudiaba su apariencia.

Taehyung frunció el ceño.

—Sí. ¿Cómo se ha dado cuenta?

La mujer se acomodo las gafas que insistían en bajar por el puente de su nariz.

Serial Killer (Yeongyu)Where stories live. Discover now