Cuando por fin el árbol al que Tommy se refería apareció ante sus ojos, Burt Paddington se sintió embargado por una sensación inquietante.
¿Y si el muchacho que Tommy había visto estaba muerto? No quería ni siquiera pensar en esa posibilidad. Lanzó un vistazo a su hijo y, con ambas manos, apretó la escopeta contra su pecho. Se cercioró de que estuviera cargada y lista para ser usada, en caso de ser necesario. Cualquier cosa podía suceder en un lugar apartado como aquel. No habían visto a ningún excursionista ni a ningún cazador desde la tarde anterior, y no estaba dispuesto a arriesgar la vida de su familia ni la suya.
—Tú, quédate aquí.
Tommy asintió sin siquiera protestar mientras observaba aterrado como su padre se acercaba al lugar donde, minutos antes, había visto al muchacho.
Burt rodeo algunos pinos, creyó paralizarse de miedo cuando una bandada de petirrojos salió de entre los árboles y pasó volando casi al ras de su cabeza.
—¡Demonios! —Se acomodó su sombrero y siguió caminando.
Entonces lo vio. Estaba tendido sobre un colchón de hojas y ramas. No se movía, estaba quieto, demasiado quieto. Pasó por encima del tronco caído y se acercó a él. No estaba simplemente dormido, de lo contrario, se habría despertado al oírlo llegar. Parecía tener algo más de veinte años.
Llevaba una fina camisa de algodón y unos pantalones negros, y su cabello castaño era una mata enredada en unos rizos sobre la cabeza. Sus brazos estaban extendidos al costado del cuerpo, y tenía evidentes marcas de ataduras alrededor de las muñecas. Estaba descalzo, y sus pies lastimados y sucios aún sangraban. ¡Por Dios! ¿Qué le había sucedido a aquel muchacho?
Se arrodilló a su lado y tomó su mano, estaba fría, húmeda, pero aun podía sentir su pulso, aunque débil.
—¿Está muerto, papá?
Tommy le hablaba a su padre, pero sus ojos azules estaban clavados en el muchacho que parecía estar allí desde hacía días.
—No, Tommy, no lo está. —Puso una mano en la frente sucia del joven, estaba casi tan fría como la piel de sus manos—. Debemos ocuparnos de él antes de que sea demasiado tarde.
Tommy asintió sin pronunciar palabra, mientras su padre colgaba la escopeta sobre su espalda y cargaba al pequeño muchacho en sus brazos.
—Tú adelántate y dile a mamá que prepare la camioneta, debemos llevarlo hasta el hospital de Loma Linda de inmediato.
Tommy no respondió, solo dio media vuelta y empezó a descender el sendero hacia la cabaña. De vez en cuando, se daba la vuelta y observaba cómo su padre intentaba apresurar el paso con el muchacho colgando de sus brazos.
—Resiste, jovencito —le pidió a viva voz—. No voy a permitir que mueras ahora que te hemos encontrado.
Toda la familia Paddington decidió acompañar a Burt hasta el hospital de Loma Linda. Christine y Penny se habían ubicado en el asiento trasero del Land Rover, junto al muchacho que, todavía, seguía sin reaccionar.
Tommy, que iba sentado junto a su padre, no dejaba de contemplarlo. Temía que, en cualquier momento, su respiración pausada se detuviera definitivamente, sin duda, aquel era un temor que compartían todos en la camioneta. El miedo latente de que, en cualquier momento, el joven desconocido muriese en los brazos de Christine. Burt hacía lo imposible para que los sesenta kilómetros que separaban la pequeña ciudad de Loma Linda del lago Big Bear se acortaran rápidamente, pero el tráfico, un tanto pesado esa mañana, no ayudaba demasiado.
—¿Aún respira?
Christine le respondió que sí a su esposo, por enésima vez. Cuando tomaron Barton Road y el edificio apareció ante ellos, Burt recorrió el trayecto que quedaba sin importarle recibir una multa por exceso de velocidad. Consiguió estacionar en un puesto libre en la parte frontal del hospital, y, sin perder tiempo, volvió a cargar al muchacho en brazos y enfilo hacia el interior, seguido por su esposa y sus dos hijos.
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Serial Killer (Yeongyu)
Random*Obra Adaptada *Todos los derechos y créditos a: *Fanfic Yeongyu *Yeonjun Top, Beomgyu Bottom *Historia con contenido +18, sino es de tu agrado este tipo de contenido, solo retírate y si hay algún problema, con toda la educación dirígete hacia mi y...
