El pueblo amaneció con un cielo despejado, como si la tormenta que había marcado las últimas semanas finalmente hubiese decidido ceder. Pero dentro de los corazones de Juan y Spreen, las nubes todavía persistían.
Habían pasado días desde su pelea, y aunque compartían el mismo espacio, parecía que habitaban mundos diferentes. Spreen apenas hablaba, y cuando lo hacía, sus palabras eran breves, carentes del tono cálido que solían tener. Por su parte, Juan estaba atrapado en un torbellino de emociones, debatiéndose entre su miedo al cambio y su amor por Spreen.
Esa mañana, ambos se encontraron en la polleria, un lugar que solía ser testigo de risas y bromas, pero que ahora estaba cargado de un silencio incómodo.
—Tenemos que hablar —dijo Juan, rompiendo finalmente el hielo.
Spreen levantó la mirada, sorprendido. Había estado cortando un trozo de pan, pero dejó el cuchillo a un lado y se cruzó de brazos.
—¿Hablar? —repitió, su tono áspero—. Pensé que habías dejado claro que no tenías nada más que decir.
Juan respiró hondo, tratando de contener la tensión que crecía dentro de él.
—Lo siento… por cómo reaccioné. Tenías razón. He estado escondiéndome, y eso no es justo para ti.
Spreen lo observó en silencio, como si evaluara la sinceridad detrás de sus palabras.
—¿Y qué vas a hacer al respecto? —preguntó finalmente, directo al punto.
Juan se quedó en silencio por un momento. Pero luego, con una determinación que no había sentido en mucho tiempo, habló:
—Quiero hacerlo público.
Las palabras resonaron en la habitación, y por un segundo, Spreen pareció incrédulo.
—¿Estás seguro? —preguntó, todavía con cautela.
Juan asintió.
—Sí. Estoy cansado de vivir con miedo. Si te amo —y lo hago—, entonces debo estar dispuesto a demostrarlo, sin importar lo que otros piensen.
El rostro de Spreen se suavizó, y una sonrisa tímida comenzó a formarse en sus labios.
—Entonces vamos a hacerlo bien —dijo, acercándose para tomar las manos de Juan—. Pero esta vez, lo hacemos juntos.
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El evento sorpresa
Más tarde ese día, Spreen y Juan decidieron invitar a sus amigos más cercanos a la plaza del pueblo. No dieron muchos detalles, solo pidieron que estuvieran allí al atardecer. La noticia se extendió rápidamente, y para cuando el sol comenzó a teñir el cielo de tonos anaranjados y rosados, una pequeña multitud se había reunido.
Auron, Tanizen, Ari, Noni y varios otros estaban allí, algunos murmurando curiosos, otros simplemente disfrutando del ambiente tranquilo del pueblo.
Cuando Spreen y Juan aparecieron, caminando uno junto al otro, el silencio cayó sobre la plaza. Spreen, siempre el más audaz, tomó la iniciativa.
—Bueno, todos se estarán preguntando por qué los trajimos aquí —comenzó, con su tono característico que mezclaba seriedad y humor. Miró a Juan, dándole un pequeño empujón en el hombro—. Creo que es hora de que digamos la verdad.
Juan respiró hondo, sintiendo el peso de las miradas sobre él. Pero cuando miró a Spreen, vio en sus ojos la fuerza que necesitaba.
—Estamos juntos —dijo finalmente, con voz firme.
Hubo un instante de silencio absoluto antes de que se escucharan murmullos entre la multitud. Algunos parecían sorprendidos, otros sonreían, y otros simplemente observaban con curiosidad.
Auron fue el primero en reaccionar, dando un paso al frente con una sonrisa amplia.
—¡Ya era hora! —exclamó, rompiendo la tensión y provocando risas en los presentes.
Tanizen asintió, sosteniendo la mano de Noni.
—Nos alegramos por ustedes —dijo con sinceridad.
Ari, por su parte, observó desde la distancia. Aunque su corazón todavía dolía un poco, una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Había tomado la decisión de seguir adelante, y ver a Juan feliz con Spreen le daba cierta paz.
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El primer paso hacia un futuro juntos
Esa noche, después de que la plaza se vaciara y solo quedaran ellos dos, Spreen y Juan se sentaron en un banco bajo las estrellas. Juan apoyó la cabeza en el hombro de Spreen, sintiendo por primera vez en mucho tiempo que podía respirar con libertad.
—¿Ves? No fue tan terrible —bromeó Spreen, acariciando su cabello.
Juan soltó una risa suave.
—Tienes razón. Creo que me preocupaba demasiado por cosas que no importan.
—Lo importante es que estamos juntos —dijo Spreen, tomando la mano de Juan—. Y mientras lo estemos, podemos con todo.
El viento sopló suavemente, como si el universo mismo bendijera ese momento. Para ellos, ese era solo el comienzo de una nueva etapa. Una etapa en la que el amor no tenía que esconderse, en la que podían ser ellos mismos sin miedo.
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Epílogo
En los días siguientes, la noticia de su relación se esparció por el pueblo y más allá. Algunos los apoyaron, otros los criticaron, pero al final, nada de eso importaba. Juan y Spreen habían encontrado la valentía para ser sinceros, no solo con los demás, sino también consigo mismos.
En cuanto a Ari, comenzó a reconstruir su vida. Se enfocó en su pasión por la pintura, creando obras que reflejaban su viaje emocional. Auron y Tanizen, siempre a su lado, se aseguraron de que nunca volviera a sentirse sola.
Y así, el pueblo siguió adelante, con nuevas historias, nuevos desafíos, pero siempre con el recuerdo de un amor que había encontrado la forma de florecer, incluso en medio de las dudas y los miedos.
Porque, al final, el amor siempre encuentra un camino.
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♡~ AMOR EN EL SERVIDOR~♡ /SPRUAN/REBOOT
RomanceSpreen y Juan esconden algo más entre ellos: un amor secreto. Mientras intentan mantener su relación oculta, las pequeñas señales empiezan a delatar lo que realmente sienten. ¿Lograrán mantener su secreto o todo quedará al descubierto?"
