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La misión estaba empezando a pesarles. La experiencia de vivir en un camarote de lujo, comer comida increíble y disfrutar de la emoción de sus itinerarios diarios se había desvanecido rápidamente a una obligación ligeramente temerosa, y de alguna manera terrible que sin duda convencía a Jaehyun de que estaban aquí para trabajar en vez de para jugar.

Había tenido la esperanza de que la tarde de ayer de compras en St. Thomas se convirtiera en trabajo, pero había sido tensa, aburrida y decepcionante, al igual que el resto de la semana. Esa amalgama peligrosa conducía a un compañero de mal humor a un poco de sexo caliente por la noche.

Sexo. Taeyong y él habían estado uno encima del otro durante días. Aunque Jaehyun no tenía queja alguna, era realmente extraño tratar de recordar que supuestamente estaban trabajando. La espera les estaba matando y el sexo era la única salida que habían tenido aparte de la rara incursión en una aventura cuidadosamente planeada como esa tirolina sobre las copas de los árboles. Cada noche, o día, como ocurría cada vez con más frecuencia, era progresivamente más intensa y caliente.

Las emociones de Jaehyun también lo eran, y estaba teniendo dificultades para recordar que la constante cercanía y vivir la mentira de ser Jeno y Jaemin retorcía esas emociones. No significaba que la cercana y apasionada conexión entre él y Taeyong no fuera tan real como se sentía.

Todo cambiaría cuando fueran a casa. Taeyong cambiaría.

Jaehyun suspiró y decidió no pensar en ello mientras se quitaba la camisa por la cabeza y la arrojaba al sofá. Era agotador pasar un buen rato. Habían estado aquí siete extra largos días terriblemente aburridos y repletos de actividades, y estaba pensando que pasar la mayor parte de uno en la cama sonaba como una gran idea, especialmente después de que Taeyong y su temerario salto le hubieran tensado los nervios ayer.

La reticencia de Jaehyun no había impedido que Taeyong echara a correr a toda velocidad hacia el borde del acantilado y se lanzara con el tipo de placer despreocupado que sólo los locos podían mantener y vivir. Jaehyun no se lo había dicho, pero se había detenido en la barandilla alrededor de la ladera de la montaña para ver a su amante saltar al vacío. El corazón de Jaehyun se había desplomado como si hubiera sido él quien saltara. Tenía que decir una cosa: la forma de Taeyong era hermosa cuando se lanzó hacia la piscina plácida de abajo. Se preguntó si se trataba de algo que venía natural o si era el entrenamiento de Taeyong.

Una cosa que sí sabía: Taeyong no tenía miedo.

Rio ligeramente, sacudiendo la cabeza y dándose la vuelta para mirar al camarote. Se preguntó dónde se habría metido. Su compañero había mencionado algo sobre necesitar hacer un recado cuando salieron del restaurante después de comer. Jaehyun ya había decidido hacer el vago un rato, así que había vuelto al camarote, se había quitado los zapatos y caminado por la habitación hasta el sofá, donde se sentó y se estiró con un suspiro.

Unos minutos más tarde oyó abrirse la puerta del camarote y cerrarse, y luego el crujido de una bolsa de plástico cuando Taeyong entró y dejó todo lo que había comprado.

—Estoy bastante seguro de que he sido manoseado cuando fui a comprar pasta de dientes —dijo Taeyong con el ceño fruncido mientras luchaba con los diminutos botones de su camisa—. Por una pequeña viejecita con mariposas muertas en su sombrero.

Jaehyun tuvo que luchar con fuerza para no reírse. Se había dado cuenta en los últimos días que cada vez que Taeyong se frustraba, comenzaba a tirar piezas de ropa a izquierda y derecha. No era como si no le gustara mirar, pero el hecho de que lo estuviera haciendo ahora probablemente significaba que no creía que ser manoseado fuera divertido.

—Me sorprende que no fuera más que eso, llevando esos pantalones —murmuró Jaehyun, mirando el culo de Taeyong.

Este puso los ojos en blanco. Jaehyun se preguntó cuánto aguantaría Taeyong antes de poner fin a los comentarios lascivos que él tenía toda la intención de seguir haciendo. Observó a su compañero, apreciando la vista cuando fue a sentarse al sofá y apoyó los pies sobre la mesa frente a él.

3 | Complicated | JaeyongWhere stories live. Discover now