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El Área ha sido el hogar de decenas de chicos, atrapados en un ciclo interminable de supervivencia y misterio, pero cuando Alessandra aparece, todo cambia. Es la primera chica en llegar, un año antes de que Thomas y T...
El chico rubio de nombre newt me había dejalo sola en mi cabaña, no lo veo muy a gusto por mi llegada pues lo poco que se esque en este lugar solo llegan chicos y yo sería la primera chica en llegar, no me asusta la idea de estar rodeada de hombres, no soy una persona que se deja intimidar fácil, no voy a negar que me causa cierta sensación de angustia. Pero no puedo hacer nada, solo me queda adaptarme.
Apenas había dormido esa noche. El Área, con sus muros imponentes y el constante murmullo de los demás habitantes, mantenía mi mente alerta. A primera luz, fui despertada por el sonido de pasos pesados fuera de su cabaña improvisada.
-Levántate -la voz grave de Alby retumbó desde la entrada-. Hoy te mostraré cómo funcionan las cosas aquí.
Me levante de mala gana, y sali al exterior, donde Alby ya me esperaba. El sol apenas se asomaba sobre los muros, y el Área despertaba lentamente. Algunos chicos me miraban de reojo, curiosos por la nueva presencia en su mundo cerrado, pero no les prestaba atención.
-Vamos -dijo Alby con un gesto de la cabeza-. Tienes muchas preguntas, ¿verdad?
-Sí -respondí, manteniendo mi tono firme. Aún no entendía dónde estaba ni por qué, pero no tenía intención de mostrarme débil.
Mientras caminabanabamos, Alby me iba explicando el funcionamiento del Claro, señalando las diferentes áreas: el Refugio, donde dormían; la Plaza, donde se reunían; y los jardines, donde cultivaban para sobrevivir.
-Todo aquí tiene una razón, todo es cuestión de supervivencia -dijo Alby mientras caminaba hacia los altos muros que rodeaban el lugar-. Hacemos lo que debemos para seguir vivos. Trabajamos juntos, seguimos las reglas. Si lo haces, estarás bien. Si no...
-Si no, ¿qué? - interrumpo, mirando de frente a Alby.
Él me miró por un momento, evaluándome. -Te las verás con nosotros. Y con el laberinto.
Seguió caminando en silencio, observando los muros con una sensación extraña. No me gustaba sentirme atrapada, pero sabía que no había manera fácil de salir de aquí. Aun así, no dejaría que el miedo me controlara.
Un chico con el cabello corto y cuerpo atlético apareció trotando en nuestra dirección. Sus ojos astutos y su respiración agitada lo delataban como alguien acostumbrado al movimiento constante.
