Capítulo 4.

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Ya era tarde, llevaba un tiempo sangrando y con los cristales rotos en el suelo de cuando rompí el espejo. Me tenía que dar prisa, pronto llegarían mis padres y tenía que estar todo como estaba, debía estar todo limpio, y cuando me refería a todo, también me refería a la sangre que había en mi ropa de los cortes por el impacto del cristal. Tenía el tiempo justo para hacer lo que mejor se me daba, fingir, fingir que todo estaba bien, que era una chica normal con los típicos problemas que creen los padres que tiene una adolescente. De tal forma que me preparé para fingir una vez sonase el timbre pero no sonó. Me resultó extraño de normal solían ser muy puntuales y en el caso de que no lo fueran, me avisaban pero esta vez no fue así. Así que decidí llamar, me sorprendió que me respondiera otra persona el teléfono de mi padre, ya que era muy maniático con las nuevas tecnologías y le gustaba tener su propia privacidad para todo, lo suyo, era suyo. De modo que me atreví a preguntar con quien estaba hablado pero la llamada se cortó. Qué estaba pasando? Dónde estaban mis padres? Y mis hermanos? Vale que yo me odiase y que odiase el mundo pero ellos no eran así o eso creía, aunque estaba segura de ello. De un instante a otro recibí una llamada pero ocurrió lo mismo, un silencio que parecía ser eterno hasta que preguntaba quien era y se cortaba otra vez la llamada. No me solía preocupar por nada ni por nadie pero lo que estaba pasando en ese momento no era normal.

Demasiado tarde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora