Recuerdos

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Kyuhyun dejó su abrigo sobre el sofá y mientras recorría el pasillo y subía por las escaleras iba sacándose el saco y la corbata. Cuando llegó a la habitación de su hija, se quedo un momento escuchando, pero era obvio que ella estaba dormida.

Con suavidad abrió la puerta, que no estaba cerrada del todo y contempló como su hija dormía plácidamente en su cama, abrazada a un muñeco de felpa con la forma de un lobo. El único muñeco que tenía ese privilegio, porque ella ya estaba grande para esas cosas.

Kyuhyun se rió ante el recuerdo y se acercó a ella. Con cuidado la arropó mejor y le dio un beso en la frente. Apenas fue un rose, pero esperaba que eso le permitiese tener un buen descanso.

-Perdón por llegar tarde, Haneul- Dijo, como siempre, con un poco de culpa, pero con resignación, pocas habían sido las veces que él podía llegar a tiempo- Ten dulces sueños-

*

Haneul abrió apenas los ojos para ver la silueta de su padre cerrar la puerta con cuidado al retirarse. Había estado durmiendo, pero, como si tuviera una alarma despertadora, ella comenzaba a despertarse cuando los pasos de su padre se adentraban en la habitación y escuchaba su deseo de buenas noches. Casi todo los días era lo mismo, su padre llegando tarde después de tanto trabajo y eso que no estaba contando los días que no volvía porque se iba de viaje por más trabajo.

Al principio la llevaba con él a donde fuera, pero con el tiempo pareció considerar ella necesitaba algo estable y la dejaba con sus abuelos o su tía Ahra. La primera vez que eso sucedió, ella lloró toda la noche. Sus abuelos no la pudieron calmar y no fue hasta que escuchó la voz de su padre a través del teléfono que pudo calmarse. Esa vez estaba muy dolida por ser abandonada, pero con el tiempo lo entendió. Eso no quita el hecho que a veces desea que solo dejara esa apretada agenda a un lado y pudieran disfrutar un día ellos solos.

Se dio la vuelta en la cama, acomodándose mejor y se percató de que seguía abrazada a ese muñeco en forma de lobo. No es que ella amase los peluches, como todos sus tíos creían (A juzgar porque gracias a ellos tenía una tienda de muñecos de felpa prácticamente en su cuarto) sino porque ese lobo era el primer obsequio que una vez el dio su tío favorito. No debía tener favoritismos, lo sabía, claro que amaba a todos esos tíos locos por igual, pero este en particular le gustaba mucho. Sencillamente porque cada vez que su papá lo veía, era feliz de verdad.

Quizás Haneul aun fuera muy chica para saber de esas cosas, pero a ella le gustaría que cuando tuviera a alguien especial en su vida, la mirara de esa misma manera: Como si nada más existiera y ella fuera su mundo. Suponía que eso era el amor, aquel del que dicen que solo se encuentra una vez en la vida y al que no debes dejar escapar.

Ojala su padre tenga otra oportunidad.

*

Kyuhyun se sentía ansioso porque se acercaba el final del otoño.

No debía. Solo era una fecha más, pero hacía mucho tiempo se había prometido a sí mismo una cosa: Que esperaría a su verdadero amor, aunque tuviera que hacerlo toda la vida.

Parecería una tontería que solo puede existir en los cuentos de hadas, pero Kyuhyun creía en ello. Estaba seguro que lo que sentía por esa persona era amor y si tuviera que esperar toda su vida para que aceptaran sus sentimientos, pues entonces esperaría.

A veces le parecía un poco irreal que a pesar de los años que pasan él sigue firme con su decisión. No es que no haya tenido amantes, después de todo era humano y tenía necesidades, pero siempre había mantenido los límites, sabía quién era la persona con quien quería pasar el resto de su vida y por ello no daba esperanzas a nadie más. Aun si él no tenía ninguna tampoco.

Sin Ataduras (KyuMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora