21: Capítulo 20

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Capítulo 20

Ash se sentó en el banco de la enfermería, observándose el tobillo con el ceño fruncido. Estaba segura de que no estaba roto. Había oído hablar del dolor de un hueso roto y, aunque la molestia que sentía era bastante intensa, no podía tratarse de eso. 

—Puedes pasar.

La voz de la doctora le llegó a su espalda. Con cuidado de no apoyarse en la pierna mala, se levantó y extendió los brazos para agarrarse al quicio de la puerta y poder arrastrarse hasta el interior de la habitación. Cubrir la pequeña distancia que había entre el banco y el asiento de la doctora se le antojó más complicado de lo que hubiera imaginado. Tuvo que reconocer que, a pesar de haber intentado rechazar la oferta de Gábor de llevarla hasta allí a caballito, estaba agradecida de que el chico hubiera insistido. Si no hubiera sido por él, no habría logrado llegar hasta la enfermería, al menos no sin dañar aún más el estado de su tobillo. 

—Explícame cómo te has hecho daño.

—Anoche estaba en mi balcón y, al entrar en mi habitación, se me enganchó el pie y caí de bruces. —Prueba de ello era el moratón que tenía en el antebrazo—. Al caer, mi pie continuó enganchado, por lo que se me dobló el tobillo con el peso de mi cuerpo.

—Debió de ser doloroso —bromeó la doctora, sonriente—. Ten más cuidado, podrías haberte hecho algo peor.

Ash asintió, distraída. No iba a explicarle a la mujer que su torpeza había tenido mucho que ver con su aflicción después de presenciar cómo una amiga traicionaba a otra. Tampoco iba a explicarle que, al principio, el dolor no había sido peor que la vergüenza de haber caído delante de Gábor. Sin embargo, aguantarlo de forma constante durante la noche, cada vez que movía la pierna mínimamente, había sido otra historia.

La doctora la ayudó a levantarse y a avanzar hacia la habitación anexa al despacho. Se trataba de una cámara de quirófano tradicional donde le frotó un aparato manual contra su tobillo desnudo, produciéndole un intenso cosquilleo  que comenzó a tornarse insoportable, como si fuera a quebrarle el hueso. Pero justo cuando pensó que no podría soportarlo más, la doctora lo detuvo y Ash se dio cuenta de que el dolor había desaparecido por completo. Sin embargo, no la dejó irse tal cual, sino que la obligó a colocarse una muleta que ajustó a su pierna, a pesar de que Ash le había asegurado que lo sentía como nuevo. Pero la doctora insistió en que debía llevarlo durante todo el día para evitar complicaciones.

Cuando volvió a salir al pasillo, se encontró con Gábor sentado sobre el mismo banco donde había aguardado a ser llamada. Levantó la mirada hacia su rostro, pero no tardó en descenderla para posarla en el aparato que sujetaba su pierna y frunció el ceño. 

—¿No te ha arreglado?

Ash tuvo ganas de sonreír por la manera en que se había referido a ella, como si fuera un aparato. En parte, tenía razón. Cada vez más se parecían a máquinas, llevaban una conectada de forma constante a su cerebro y se cambiaban partes del cuerpo dañadas por nuevas, como si de piezas se tratara.

Se dejó caer con dificultad sobre el banco, al lado de él. Le iba a costar trabajo habituarse a moverse con esa cosa adherida a su pierna.

—Dice que debo llevarlo hoy, aunque ya no me duele nada.

Él se limitó a curvar los labios y asentir, mientras abría la bolsa y comenzaba a sacar el desayuno que había ido a recoger mientras ella esperaba a ser atendida.        

—He traído todo lo que me has pedido —dijo—, y he llamado a Sooz para contarle lo de tu tobillo. Viene para acá. Díselo ahora, no esperes más.

SECBRA©: Libro 1 de la trilogía "DESTERRADOS" (Completa)Where stories live. Discover now